Capítulo 9

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Barbara era una chica de familia adinerada que había sido afectada por el primer desastre, entro a una escuela pública y rápidamente se hizo amiga de los que Amelia y sus amigas llamaban los plásticos inspiradas por la película de Mean girls.

Los plásticos eran la realeza estudiantil, todos querían ser parte de el grupo y hacían todo tipo de cosas para ser aceptados. Barbara en cuanto entró por la puerta principal de la escuela llamó la atención de este grupo siendo aceptada de inmediato. Después de un tiempo se volvió la reina de la escuela ganando una combinación de respeto, envidia y temor.

David, por su parte, le importaba muy poco la existencia de la nueva chica, ella lo había notado desde el momento en que los presentaron y había notado que desde que se conocían siempre estaba que algo pasara.

¿A caso tendrá novia? era un pensamiento que llegaba cada vez que lo veía. Ningún hombre se había salvado de sus encantos y el no sería la excepción.

El libro de los desastres, como había decido llamarle descansaba en el escritorio de la nueva habitación de David

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El libro de los desastres, como había decido llamarle descansaba en el escritorio de la nueva habitación de David. Ya había leído gran parte de este y aunque ya entendía un poco más de este don aún no entendía porque necesitaba un "guardián" para poder ser mejor en lo que esto abarcaba. No podía esperar más para saber quien sería la persona que ocuparía ese puesto.

Marco, como todo buen amigo, había estado preocupado por David ya que desde Diciembre había cambiado y aún no descifraba si eso era bueno o malo, David se rehusaba a decir una palabra acerca de lo que estaba rondando su cabeza.

David veía la pasta dura del libro desde su cama decidiendo si tomarlo o dejarlo ahí por lo que restaba del día. La curiosidad por saber más terminó ganando haciendo que se levantara para abrir el libro en la página en la que se había quedado para así matar el tiempo hasta que la hora de salir llegara.

La hora en el reloj digital en el escritorio marcaban las 20:05, David reaccionó y tomó sus zapatos y salió corriendo de la casa con los gritos de sus padres en la distancia. Al llegar al parque revisó con la vista todo el lugar descubriendo que estaba prácticamente solo a excepción de un señor que corría por el circuito.

Revisó la hora en su reloj de pulsera, 20:09. Espero el minuto restante sentado en una banca que se encontraba a su espalda. A las 20:10 exacto escuchó la voz de Amelia a un lado de donde estaba.

-Hola David

Volteó lentamente la cabeza como si temiera que de repente sacara un cuchillo como en tantas películas de terror que había visto encontrando a Amelia con sus manos en los bolsillos de su sudadera. David no podía evitar estar sorprendido por la persona que lo ayudaría. Se levantó lentamente haciendo que Amelia lo viera hacia arriba por su notoria diferencia de estatura.

Buscó que en su rostro hubiera alguna muestra de que estuviera mintiendo pero solo había una sonrisa confundida.

-Entonces no estoy loco

-Para nada

-¿Me vas a explicar todo lo que está pasando?

-Esa es la idea

-¿Algo que deba saber antes de empezar?

-Lo que te diga, se queda entre nosotros. No puedes involucrar a tu familia ni a tus amigos. Si lo haces estarán tan arruinados como nosotros, tienes que prometerme que no vas a meter en esto a Marco.

Arqueó una ceja en señal de que no entendía la naturaleza de esa promesa.

» Si involucras a Marco, va a sufrir más que cualquiera que sea involucrado. Y se que ninguno de los dos queremos que eso pase.

David soltó una bocanada de aire.

-¿Por dónde empezamos?

-¿Por dónde empezamos?

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