Capítulo 3

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Hillary

No podía dar crédito a lo que pasó hace unos minutos. La verdad, me había resultado bastante perturbador el encuentro que tuve con ese hombre en su propio baño, por lo que, luego de cambiarme, decidí salir a caminar con el propósito de recorrer y sacar de mi cabeza la horrible imagen de sus ojos mirándome con deseo. 

¿Qué se creía él en tratarme de esa forma? Cualquier chica hubiera caído a sus pies con esas sucias palabras, pero yo no soy de ese tipo. A mí me pareció repugnante la manera en la que me miraba y sonreía, como si fuera un simple pedazo de carne.

Mientras entraba abruptamente a los ascensores, choqué cara a cara con alguien, propinándome un fuerte golpe en la cabeza y haciendo que él cayera al suelo. Froté mi frente con dolor y vi a un muchacho de ojos castaños que me miraban con el ceño fruncido. Su cabello estaba cubierto por un snapback, claro que ahora estaba en el suelo por consecuencia de la caída.

—Oh, Dios, lo siento mucho —me disculpé con toda la vergüenza sobre mis hombros mientras le tendía mi mano para que se levantara.

—No te preocupes, quizás ambos andábamos distraídos —me aseguró con una sonrisa a medida que se levantaba de un salto.

—Bueno, sí —confesé rodeando los ojos, recordando la escena del baño—. De verdad lo siento, fui una tonta.

—Ya no importa, en serio —habló haciendo un gesto con  la mano como si dejáramos ya el tema atrás.

Luego de eso, me adentré a la caja metálica y presioné el botón que me conducía al primer piso y antes de que se cerraran las puertas le dediqué al muchacho una sonrisa tímida.

Me apoyé en la pared una vez que estuve completamente sola. Dios, soy un desastre, pensé para mis adentros. Siempre fui una chica con mala suerte a la hora de conocer o interactuar con cualquier tipo de personas y terminaba arruinando todo. Era exactamente por eso que casi nunca tenía novio, ya que siempre los espantaba por mi personalidad no tan común. Y si llegaba a tener uno, éste duraba con suerte un par de meses. 

Pero yo no tenía problema con eso. No estoy diciendo que soy la típica chica soltera que pasa su vida de fiesta en fiesta terminando en camas ajenas. Por Dios, no. Podía vivir perfectamente sola, pero los caprichos de mi madre me lo impedían. Ella esperaba a que me casara y tuviera hijos, pero con el paso que voy, dudo que eso ocurra. Además, no creo que ella esté para cuando llegue ese imaginario día y tan sólo pensar en eso me daban escalofríos por todo mi cuerpo.

Sacudí mi cabeza y en cuanto las puertas se abrieron salí con aire distraído, dirigiéndome inmediatamente hacia la salida del hotel.

El día mostraba indicios de que pronto anochecerá, por lo que decidí caminar rápidamente un par de cuadras. Los grandes edificios tapaban casi todo el cielo y las personas me observaban detenidamente de pies a cabeza, como si nunca hubieran visto una chica blanca.

Me detuve en un pequeño puesto para comprarme algo para comer, debido a que mi estómago me reclamaba por comida tras haber viajado muchas horas, sumadas a aquellas en las que estuve en la reserva. Mientras esperaba en la fila para pagar y todo eso, observé a mi alrededor, deteniéndome en una pequeña figura al otro lado de la calle. Se trataba de una niña con aspecto demacrado, vestida con ropa vieja y sucia, y aparentaba de unos nueve o diez años. Ella miraba atentamente a las personas que estaban pasando, con su pequeña mano alzada , esperando posiblemente a que en ésta cayera algo de dinero o comida. Mas nadie la tomaba en cuenta y una chispa de piedad y lástima se encendió en mi interior.

Apenas me entregaron lo que había pedido, que consistía en una barra de cereal, un sándwich de queso y mortadela y una botella de agua, crucé la calle, en dirección hacia la pequeña. Sus ojos demostraron confusión en cuanto me vio agachándome a su altura.

Dear Africa » harry styles (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora