4. Der Volgefaenger bin ich ja

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"Mari, ¿pasaste a buscar a Marlen, cierto? Espero que ... Hoy llegare tarde, ¿ok? Prepara la cena por favor. Por cierto, ¿en la casa hay pomadas para infecciones cutáneas? me salió un ojo de pescado en el inicio del trasero y me duele cuando me siento :c... Como sea, te amo. ¡¡¡¡Guardame cena!!!!"

Miro el peculiar texto de mi madre y vuelco la vista en Marlen, está dándole de comer a un perrito con las sobras de su almuerzo. Le respondo rápidamente:

"Todo en orden por aquí. Si, ya pase buscando a Marlen hace rato, me acompañó a los ensayos. Y no, no creo que hayan pomadas para granos en casa pero si quieres dime el nombre del fármaco y lo paso a comprar en una farmacia. Te amo igual <33"

Me responde con el nombre de la pomada que necesita y con lo sorprendida que se encontró a leer que Marlen me había acompañado a la academia. Guardo el teléfono unos segundos después. - Marlie -la llamo suavemente para no espantar a su nuevo amiguito, parece estárse divirtiendo con él. -Vamos a casa, tengo que preparar la cena.

Sin dejar de juguetear con el cacharro, me contesta, - ¿Cómo? ¿Mami no va a llegar temprano hoy?

Niego con la cabeza sin parar de inspeccionar al canino, - Al parecer no. Tiene mucho trabajo. Ya deja de tocar a ese animal, te puede contagiar de algo...

Hace un puchero acariciando su cabeza peluda, -Aww, míralo, Marilyn, mira cómo mueve esa colita. ¿Quién es el más bonito, quién? -pone voz de retrasada mental y lo sigue acariciando, sin importarle que el animal huela terriblemente mal.

La miro con asco. No es que odie a los animales, no, ellos me odian a mí, y además, limpiar excremento y orina no es algo que me agrade en lo absoluto. -¡Ya déjalo, por Dios! Cuando estés cubierta de ronchas te vas a acordar de mí.

Abandona las caricias finalmente y cruza los brazos, enojada. -Tú y tu corazón de piedra. Es un perrito inocente, quiere amor, eso es todo. No sería un ser vivo si no buscara el afecto de alguien.

Miro la hora en el teléfono sin prestarle mucha atención a su riña, - Si, como sea, no me gusta la sarna ni las garrapatas. -miro al cachorro- Y desde aquí le puedo ver tres y contadas. Vámonos ya, está oscureciendo.

Sus ojos se cubren de tristeza. -Al menos llevémoslo a un refugio de mascotas. Estará mejor que aquí, ¿verdad que sí, pequeñito? -el perrito le responde con un ladrido de excitación, su cola se mueve como un aspavientos.

Niego inmediatamente, - Ni hablar, puede orinarse en el auto o peor aún, cagarse. Mamá nos asesinaría. Además... Dejará el carro apestoso a perro. Ya déjalo, que alguien más se haga cargo.

El silencio de la lógicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora