10. Definitivamente No

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~Un capítulo que muchas aquí esperaban, así que espero que lo disfruten mucho, tanto como yo al escribirlo ;) !!!




Una nube negra y repleta de nerviosismo se instala justo sobre mi cabeza, y me persigue descaradamente desde el tramo del baño, hasta la cafetería con vista al jardin de la universidad. Lydia no ha dejado de aferrar mi brazo y de tirar de mí como si yo no pudiera caminar por mi cuenta. No sé aún porqué no la he detenido, no sé aún porqué sigo caminando como un perro amaestrado tras ella. Pero tampoco le digo nada, dejo que ella me encamine hacia el hombre de afelpada barba que, desde mi posicion, noto que nos da la espalda.

Viste de punta en blanco; elegante, y sofisticado. Parece mas el dueño de una empresa exitosa que otra cosa. Su cabello oscuro está levemente sombreado por la luz del sol, pero nada se remueve en mí cuando lo veo, no siento nada más que curiosidad hacia la persona con la que me acosté hace dos semanas. No me pican las manos, ni me duele el estómago, simplemente me da nervios saber que su mirada penetrante pronto va a encontrar la mía y que la vergüenza de saber que él conoce mi cuerpo desnudo es mas fuerte que otra cosa. Incluso que mis irrefrenables nervios.

El decano Fiss mira por encima de su hombro al par de chicas que comienzan a acercarse a ellos y yo solo quiero soltarme de la mano de Lydia y correr lejos como una gacela asustada. No obstante, no permito que el temor se haga de mí y sigo con mi mirada fija en él y con la barbilla bien en alto, orgullosamente ridícula o ridículamente orgullosa, si debo decir...

Y es entonces, cuando mi amiga se planta justo tras él, que Mauro voltea con cierta curiosidad.

Su mirada viaja rápidamente de Lydia, y se queda mas de dos segundos analizando la mía. El reconocimiento parece golpearlo luego de un momento de incómodo silencio y abre la boca para decir algo pero la cierra tan rápido que me sorprendo. Balbucea un par de cosas y arruga el entrecejo ladeando la cara levemente. Con su dedo índice me señala y sonríe de un modo muy encantador, entones pasa la lengua por sus labios para humedecerlos, entrecierra los ojos, y pronuncia con la voz enronquecida —: ¿Brenda?

Es mi turno de fruncir el ceño.

Un atisbo de coraje e indignación se crea con una velocidad apabullante en mi pecho, de pronto quiero estamparle la mano en el cachete y gritarle lo idiota que es por no recordar mi nombre, «¿Quién demonios cree que es para no recordar mi nombre? ¿¡Es que acaso tengo cara de Brenda o de otra puta estúpida que haya pasado por su cama!?» Aprieto los puños paralelos a mi cuerpo y decido calmarme, respirar y calmarme. El sentimiento de asco hacia su persona es más de lo que puedo soportar, así que no lo suprimo y dejo que éste se apodere por completo de mi rostro y de mi forma de verlo a la cara. ¡Maldito idiota! Y no es como si me interesara demasiado su olvido, pero humillarme de ésta manera poniéndome un nombre el cual no me pertenece, cual prostituta de paso, me parece algo de lo mas bajo y asqueroso.

Aferro la mano de Lydia y, con la mandíbula firmemente tensionada, escupo—: Púdrete, maldito idiota. — doy la media vuelta y es mi turno de encaminar, —o arrastrar—, a Lydia conmigo. Ella grita un centenar de cosas y me pide que la suelte pero no lo hago, todo lo contrario a eso; aprieto más su mano y la escucho gemir de dolor ante mi gesto. Pero yo sigo caminando como alma que lleva el diablo, ignorándola, aun sabiendo que he comenzado a hacerle daño con mi fuerza desmedida.

De pronto, en medio del coraje y la desesperación, se planta firme y me detiene. Tira de mi cuerpo de un modo muy poco delicado y, siendo cuatro veces mas alta que yo, me obliga a girar para encararla —¿¡Qué mierda te sucede, perra estúpida!? ¡Casi me quiebras los dedos, con un demonio! —media universidad nos mira y yo me encojo un poco debido a eso, siendo repentinamente conciente de lo que hice.

El silencio de la lógicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora