6. Mayores Que Yo [Parte 1]

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– Esto es ilegal, nos vamos a meter en muchos problemas, quiero irme de aquí, quiero irme ya. –me abrazo a mí misma, pero la espalda de Channing sigue en el mismo lugar, del mismo modo; encorvada ligeramente.

– No me pongas nervioso o nunca vamos a poder entrar. Estás haciendo que me tiemblen las manos.

Miro a todo lados, mi lado paranoico está más alerta que nunca, – Apura.

Chasquea la lengua, – Te dije que no me apures, Dios. Espera un poco, te aseguro que no hay nadie aquí.

– ¿Y si no? Pueden llamar a la policía.

– Creo que lo tengo, creo que ya... A ver... –Se acerca un poco más y de pronto se escucha un repentino clic. Suelta una especie de grito victorioso, pero silencioso, y se voltea, – Listo –dice y se hace a un lado –Pasa, pasa.

Algo dudosa, le obedezco, taciturna, pero el fruncimiento de mis cejas sigue vigente aún cuando cruzo el umbral de la puertecilla. No confío en él, no realmente. No pensé que cuando me propuso que fuésemos a un lugar al que él suele frecuentar, me fuera a traer a esta pista de patinaje privada. Pero no del modo legal, no, si no todo lo contrario. Segundo a segundo vuela por mi mente la idea fatalista de haberme metido en un problema legal y serio, pero él parece tan relajo y confiado que ya no sé ni qué pensar. Parece haber hecho esto miles de veces, ni siquiera está sudando. Sin embargo, yo, creo que ya me hice.

Nunca he sido temeraria, ni en mis mejores momentos. Ni siquiera en plena flor de juventud, y no me avergüenza decirlo, o mejor dicho, admitirlo. Siempre hago todo acorde a lo que está escrito, porque es así como deben ser las cosas, ¿no? Por eso, y para eso, es que se crean las leyes... para seguirlas, para no improvisar, porque yo detesto improvisar, aventurarme, arriesgarme, eso es un lujo que, por fortuna o por desgracia, no puedo permitirme porque aborrezco pensar en consecuencias o cualquier otro tipo de condena que me joda la vida a corto o largo plazo.

Adoro llevar la vida plana que llevo, adoro vivir en lo seguro, ¿quien es el que odia lo seguro? Nadie. Nadie lo hace porque vivir en lo seguro significa no equivocarse, y, como es de suponer, nadie tampoco es muy afán de errar, aunque sea de humanos hacerlo, aunque sea común y debamos aceptarlo; equivocarse duele, y equivocarse muchas veces, te obliga a amar la seguridad de alguna u otra manera. «¿Aunque sea muy plana tu vida?, pregunta mi inconciente» Aunque sea muy plana mi vida, le respondo con sinceridad.

Le hecho un ojazo rápido al lugar, fingiendo que no me sorprende en lo absoluto su belleza, su simpleza y lo bien que se siente estar aquí y ver cómo el hielo en la pista despliega una fina oleada de humo blancuzco. Lo hace ver realmente mágico. Las sillas, lo enorme de la pista congelada rodeada de decoración inspirada en el hielo, todo se ve... dolorosamente perfecto.

Channing cierra la puerta una vez que él también se introduce dentro, suelta una exhalación haciendo un pequeño fruncimiento de labios, lo que alcanzo a ver, desde mi parecer, es una sonrisita feliz. – Bienvenida a mis aposentos. –Pasa por mi lado y extiende los brazos, señalando todo. Se pone de espaldas y comienza a bajar las escaleras para ir a la pisa de patinaje.

–Te vas a caer –le advierto porque ésta bajando las escalera muy rápido, parece un desesperado.

Oigo cómo se ríe de mí –Conozco este lugar como si hubiese salido de mi cabeza. Relaja la pelvis, anestesia el pulso y disfruta, que primero se caen los techos antes que yo. –detecto la arrogancia en lo que dice, las ganas de querer apantallar.

En realidad, el desgraciado se mueve por todos lados y parece conocerlo mejor que sí mismo. Hago una mueca, algo parecido a una sonrisa, pero que no llega a ser una sonrisa verdadera. Yo reconozco este hermoso cuenco de patinaje porque he venido aquí  cuatro veces (y contadas). La primera vez que vine, fue con Marlen por su cumpleaños número diez, pasamos él día completo patinando y luego nos fuimos a comer tacos. La segunda vez, fue una celebración entre mi madre, Marlen y yo, pues la habían ascendido a un puesto mejor pagado —justo antes de que la empresa de vienes raices en la que trabajaba quebrara por falta de ingresos y tuvieran que hacer un recorte de personal del cual mi madre fue víctima— hace exactamente cuatro años, la tercera vine sola porque quería despejar mi mente, y la cuarta... La última... Fue con Bruno.

El silencio de la lógicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora