9. Ahijado Del Decano

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—Si miras bien, si tan solo pudieras revisar como es debido, seguramente la encontrarás —dice Marlen a mi lado, señalando con el dedo la puertecilla de madera oscura de la alacena.

Ruedo los ojos y estiro un poco más la punta de mis pies, mi brazo se encuentra extendido de una forma casi antinatural y ha comenzado a dolerme un poco debido al esfuerzo. Arrugo el puente de la nariz y con ello mis labios se fruncen un poco, suelto un gruñido de desesperación, a sabiendas de que eso no ayudará en nada, y obligo a mi cuerpo a estirarse un poco más para, finalmente, poder dar con la taza decorada con el dibujo de Cenicienta favorita de mi pequeña hermana de baja estatura. Pero es imposible, realmente es imposible porque yo tampoco mido mucho mas que ella —Maldita sea, esta mierda parecen Las Torres Gemelas.

Marlen hace un chasquido con la lengua y me aparta con el brazo —Fuera de aquí, inservible. Apuesto mi mesada a que yo sí la consigo.

Suelto una exhalación profunda aunque realmente no sienta ningún tipo de cansancio físico. Alzo los hombros y paso por su lado para seguir atragantando mi garganta con el oloroso desayuno que nos he preparado a ambas.

Hoy amanecí con ánimos renovados. Mi cuerpo se siente relajado y, aunque resulta costoso, doloroso y humillante hasta lo indecible olvidar mi fracaso del día de ayer, tampoco es como si me sintiera como la mierda. «fue por el increíble encuentro de anoche con el tipo de la barba» recuerdo de pronto y oprimo una sonrisa boba mientras me llevo el tenedor a la boca repleto de huevo revuelto, hago la simulación de masticar pero en realidad solo intento no develar la sonrisita extraña que se ha puesto en mi boca de repente. Ufff ¡Ese hombre se postula como el mejor sexo en mucho tiempo! He de admitir que hoy, gracias a él, soy una mujer mucho mas relajada y tranquila. Aunque sigo bastante desganada y desmotivada, no permito que eso arruine por completo mis escasos segundos de paz. Me digo a mí misma que si me permito, tan solo por un mísero instante, ahondar mucho en ese peligroso tema, no pasarán mas de dos minutos a lo mucho cuando mis ojos estén repletos de lagrimas de coraje y en mi garganta se estén construyendo una orquesta de sollozos que ni el mismo Pavarotti podria dirigir.

No recuerdo del todo su cara, ni sus manos, ni sus besos, —aunque tampoco es como si me hiciera falta recordarlo, de todos modos— pero la forma en la que se hundía en mis carnes era como para no olvidarlo jamás. Fue feroz, animal, brusco, realmente delicioso... Pero sobre todo, fugaz. Me alegra saber que nunca más lo volveré a ver en mi vida, porque la forma tan desubicada y necesitada con la que actúe ayer, hoy me hace sentir cierta vergüenza y timidez.

¡Pero al diablo! Conseguí quitarme de la cabeza a Channing, lo aparté de mi mente aunque en un breve momento de aquel salvaje apogeo, su nombre salió disparado de mis labios en más de una ocasion, pero gracias a Dios el hombre entre mis piernas no me dijo nada ni tampoco se interesó mucho por eso, cosa que agradecí y aún sigo agradeciendo, puesto que sería bastante molesto estar con una persona y que ésta solo gima desesperadamente el nombre de alguien mas, si yo hubiese sido él me hubiera mandado a la soberana mierda en ese mismo momento, pero no, no lo hizo, aguantó caballerosamente que mis susurros y suspiros tuvieran otro nombre que no fuera el suyo, surperó lo denigrante y humillante que eso ha de significar para un hombre y solo se concentró en hacerme feliz. Pues mi meta principal era desahogarme con alguien para expulsar de mi sistema todo aquello que el chico bonito ese, el de la sonrisa perfecta y de los ojos chispeantes, me hace palpar con tan solo una mirada.

Entonces una idea fugaz pasa por mi mente tan rápido como un cometa, y me encuentro —me sorprendo, realmente— haciendome preguntas internas del tipo:

¿Cómo será Channing en la cama?, ¿Rudo?, ¿Tierno?, ¿Indiferente? ¿Despreocupado?... ¿Gruñirá mucho?, ¿Hará preguntas y más preguntas mientras se estaba en eso?, ¿Tocará poco?, ¿Tocará mucho?, ¿Sabrá dar un buen sexo oral como Dios manda y como lo dicta la ley?...

El silencio de la lógicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora