8. Su Nombre [Parte 3]

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***

—Ya. ¿Esto es lo que querías? Ya lo hice, ¿Algo más?

Agito la cabeza ferozmente, sintiendo la boca como un desierto a pleno sol.

Me obligo a responder—No, nada más. ¿Puedes abrirme?

Channing duda unos segundos, no se mueve, no hace nada. Ni siquiera puedo apostar que me esté mirando porque yo ya he cogido mi bolso y le he dado la espala, con mis brazos cruzados. Creo que hace mucho que no había sentido la indignación que siento ahora con este chiquillo engreído. ¿Por qué acepte venir aquí desde un principio? Los adultos se relajan de forma distintas a los adolescentes. Tal vez ir a un bar y tomar unas copas hubiese sido más cómodo, más  fiable para mí. Sabía que él me haría preguntas sobre mi fracaso nacional y, aún así, como buena perra, acepte. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿¡Por qué!?

«Porque lo deseas, amiga, porque lo quieres en tu cama, porque te provoca todo de él, hasta sus gestos, porque pensabas que a su lado ibas a olvidar la tortura que suponía el haber perdido frente a medio país, porque el sabor amargo del autofraude a ti misma no  parece sentirse tan intenso a su lado. Por eso. Sabes que es por eso. Te molesta que sea por eso... »

No. ¡No! No es por eso. Sí, acabo de imaginarme a mí misma diciéndole lo mucho que excita su presencia, su voz, sus manos, su pelo, su piel, su boca preciosa, sus ojos marrones... Sí, acabó de imaginarme siendo una completa pervertida, acabo de imaginarme siendo una de esas zorras resbalosas a las que tanto detesto. ¿Y si ese chico tiene novia? Estaré haciendo lo mismo que Abril y Bruno hicieron conmigo, pero aún peor pues porque yo sé perfectamente lo que se siente enterarse de una infidelidad, de una traición imperdonable entre la persona por la que darías muchas cosas y entre la persona que se supone, sería tu amiga para siempre. No, yo no quiero desear a ese hombre, yo no quiero verlo otra vez porque su sola voz me derrite ilógicamente. No quiero volver a mirarlo a los ojos o de verdad me voy a lanzar sobre su cuerpo y lo voy a hacer mío hasta que se olvide de su nombre, el cual, a propósito, también me encanta. Me encanta todo de él.

¿Qué está mal conmigo? «Me estas volviendo loca Channing, me estás trastornando, me estás obsesionando, me estás... » ¡Ya! Ya no más, ya no más. Esto se acaba aquí, punto.

—Abre la puerta. —insisto.

Oigo el resonar de la silla cuando el peso de su cuerpo sede lentamente, lo que quiere decir que se está poniendo de pie. Aprieto los puños haciendo hasta lo impensable para que no lo note, para que no advierta en mi tensión y nerviosismo. Escucho sus pasos, pero voltear aún no se siente de fiar para el instinto primitivo que experimento cuando lo tengo cara a cara. Me digo, me grito a mí misma que si quiero hacer las cosas bien y no cometer un acto delictivo en su contra, solo debo mantenerme firme y constante. Sin voltear. Evitando encontrar de frente esa boca sensual, esa mirada poderosa...

He comenzado a pensar que una persona como Channing puede hacer de mí lo que quiera si se lo propone, y eso, es un privilegio que a nadie le puedo otorgar, ni siquiera a mí misma. Pues lo que quiero es besarlo, pero mi lado lógico ruega porque eso no suceda. Porque eso nunca ocurra jamás. Realmente jamás.

—Dame un minuto y pongo los patines donde estaban —dice y, aunque no quiera, —realmente no quiera hacerlo— giro en su dirección para verlo a la cara con una ceja en alto.

—¿Y eso para qué?

—¿Para acompañarte? —señala como si fuera la cosa más obvia del universo

— No voy a ir a mi casa —explico, uno porque es verdad, y dos porque quiero salir rápido de aquí e irme a un lugar donde me sienta segura y en mi elemento.

El silencio de la lógicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora