MI VIDA DE GATO

EPILOGO

5 años después

Las suaves pisadas de niños corriendo por el porche, llegó al sensible oído del alfa de la manada, que bufó revolviéndose en las sábanas.

Stiles se removió a su lado, tapándose completamente.

— Recuérdame otra vez ¿por qué hay mocosos en la casa a parte de los nuestros? — se quejó Derek.

— Porque me dejas preñado cada dos por tres y la manada tiene que cuidar el perímetro – dijo Stiles adormilado.

Una risilla delatora hizo sonreír a la pareja. Un peso extra reboto en la cama.

— Mami, papi, ya es más de medio día— una niña morena de ojos verdes brincaba en el estómago de Derek.

— Talía, te caerás si sigues así — regañó el castaño

De pronto una estampida de niños entró a la habitación.

— Derek juguemos a cazar — dijo un niño rubio de ojos azules

— Si tío Derek, juguemos a cazar, mientras las niñas hornean con el tío Sti— dijo un niño pelirrojo

— Bien, bien ya voy, sólo dejen que me cambie — Derek se paró de la cama, besó a Stiles y gruñó a los cachorros quienes salieron corriendo, gritando de alegría.

Un solitario niño de cinco años jugaba con su gato en el patio trasero.

— Sabes Ginger, no sé porque mis papás se ofrecieron a cuidar a un montón de niños llorones y moquientos — el niño moreno de ojos heterocromaticos apretó en su pecho al gordo gato.

— Meow.

— Si ya sé, son peor que Bunny.

— Meow.

— Tener dos hijos era más que suficiente.

— Meow.

— Pero no, al parecer Talía y yo no somos suficientes para ellos.

— Meow.

— Me alegro que papá no se hubiera deshecho de ti, cuando vomitaste en sus mocasines.

— Meooooow — Ginger se puso azul al recordar

— Por suerte papi te rescató, pero, por tu culpa seré hermano mayor otra vez— dijo poniendo al gato a la altura de sus ojos y sacudiéndolo violentamente.

Ginger ya veía doble, que alguien lo salvara de ese pequeño demonio. Derek lo había enseñado bien.

El olor a pastel de manzana le llegó y su estómago gruño.

— Genial mamá está cocinando— gritó el niño yendo a la casa, dejó a Ginger al lado de Bunny.

Stiles reía por las ocurrencias de Talía, esa niña era todo un caso a sus cuatro años. Derek estaba a la mesa cargando a Allec el hijo de cuatro años y medio de Peter, Luke el pelirrojo banshee, hijo de Lydia ayudaba a Stiles a picar las verduras y endulzar la tarta, Jeremiah el hijo de Jackson, coloreaba su libro de dibujo, Dylan el hijo del alfa verdadero, dormía en su camita abrazando su frazada, quien se lo negaría, sólo tenía dos años.

Cuando Tyler entro a la cocina gruñó y corrió hacia su madre y se abrazó a Stiles, soltando sus feromonas de alfa, Allec se rio de él.

— Celoso, pequeño alfa —le cucó el niño.

— Cállate omega— le devolvió el morenito.

— Oye no molestes a Allec — Talía lo defendió — el será tu cuñado— sentenció la pequeña alfa