DOS

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— Zester — dijo Aldoun casi conteniendo la respiración — ¿alguna novedad?

Zester asintió aguantándole la mirada — Ya ha llegado señor.

Aldoun sonrió ampliamente y volvió a sentarse en el trono, mientras Zester lo hacía en la única silla que quedaba libre en la mesa.

— Cuéntanos todo — dijo mientras llenaba su copa con el vino de una de las jarras que había sobre la mesa.

Zester también se sirvió en su copa y dio un sorbo antes de empezar a hablar — Todo ha sido tal y como estaba escrito señor. En el linde, junto a la piedra sagrada, y con los últimos rayos de sol. Es un hombre joven y aparentemente sano.

— ¿Quién lo vigila? — preguntó Aldoun mientras el resto de los hombres permanecían en silencio, escuchando atentamente todo lo que contaba Zester.

— Rahim está allí. Todavía no ha despertado, pero en cuanto haya alguna novedad nos informará.

— Bien, quiero que no se separe de él, que se acerque a él cuando despierte y se haga su amigo, que lo introduzca en el pueblo. Necesitamos que se adapte un poco antes de empezar el camino.

— Claro señor, haré llegar sus órdenes a Rahim inmediatamente.

Aldoun volvió a levantarse de su especie de trono y alzó la copa a modo de brindis, con una sonrisa en la cara. 

— Por fin señores, ya ha llegado el día señalado.

 

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— Bien Namjoon, cálmate, si sigues hablando de esa manera soy incapaz de entenderte absolutamente nada — Seokjin se ponía su abrigo mientras hablaba por teléfono, o al menos intentaba hablar por teléfono, con Namjoon.

— ¡Mierda Hyung! ¡Te lo he dicho ya tres veces! No tengo ni puta idea de dónde está, es la una de la madrugada y ha salido de casa con suficiente tequila en el cuerpo como para sufrir un coma etílico, y eso ha sido hace más de tres horas.

— Está bien, ya voy para allá, estoy ahí en cinco minutos, tú haz el favor de sentarse en el sofá y no hacer ninguna estupidez hasta que yo llegue. ¿Bien? — Seokjin conocía a Namjoon lo suficiente como para saber que cuando estaba nervioso su cerebro no funcionaba precisamente de forma muy racional — ¿Me lo prometes?

— Pues ven rápido — dijo Namjoon dando vueltas por el salón como un león enjaulado — Seguro que ha ido al bar que hay al lado del parque, suele ir allí cuando quiere emborracharse.

— Ya estoy en el coche Namjoon, en cinco minutos estoy ahí y vamos a buscarle, estate tranquilo.

Cinco minutos después, tal y como había prometido, Seokjin paró el coche frente al apartamento de Yoongi. Namjoon estaba en la calle, justo delante de la puerta, dando vueltas de un lado a otro mientras acababa con las pocas uñas que le quedaban.

— Por fin — dijo acercándose al coche y sentándose en el asiento del copiloto — Vamos, seguro que está en el bar que hay junto al parque.

Durante los diez minutos que duró el viaje hasta allí, Seokjin le hizo contarle la conversación que había tenido con Yoongi con todos los detalles, y cuando terminó, se detuvo en un semáforo y le miró fijamente a los ojos.

— Namjoon, mírame — Namjoon ladeó su cabeza mirándole con una expresión de culpabilidad en el rostro — No va a pasarle nada ¿me oyes? Yoongi estará borracho como una cuba, lo llevaremos a casa y punto.

Everyland ࿐ · YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora