Capítulo 6

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Thaleb soltó mis manos abruptamente. Mi cuerpo fue golpeado por una fuerza invisible que me hizo caer de espaldas mientras mi vista se fijaba en las grandes y tupidas ramas del árbol que estaba sobre mí; sentía como si aquellas hojas tuvieran vida propia, como si fueran los dedos del árbol y las ramas sus brazos que de alguna manera se movían para atraparme entre ellas.

Jadee y luché por llevar el aire a mis pulmones sintiéndome cansada, muy cansada.

Era horrible la sensación, pero más lo era lo que vi, aquella imagen de aquel hombre que seguía nítida en mi cabeza. Se ancló a mi memoria como un recuerdo mío, como algo que viví, cuando la realidad era otra.

Apreté las manos y tomé impulso con ellas para enderezarme, experimentando un ligero y punzante dolor en mis sienes. Thaleb frente a mí se mantenía en la misma posición, respiraba entrecortadamente con la vista fija en sus manos que seguían abiertas por completo.

Su ceño se encontraba fruncido y tenía una expresión de terror en el rostro que me desubicó. También emanaba cierto poder que logré vislumbrar. Se trataba de una especie de manto invisible —para otras personas, supongo— que poseía un color rojizo muy tenue, parecido al aura, pero más denso e intenso.

Retrocedí mientras un miedo súbito atenazaba mi cuerpo, algo dentro de mí me gritaba que me mantuviera alejada de Thaleb. Incluso al necesitar respuestas ante su poder, ante el mío, una explicación de lo que él y yo éramos, porque estaba segura que ambos pertenecíamos al mismo circulo sobrenatural.

—Él está cerca... Y con más poder que antes —pronunció cada palabra con cuidado, casi sin mover sus labios—. No debiste ver eso, ¡no debió intervenir!

Cerré los ojos y me vi golpeando mi espalda contra un tronco, gemí en respuesta ante el golpe que fue ocasionado por la fuerza que desprendió Thaleb, la misma que yo utilicé y que dejó inconsciente a mi padre la noche anterior.

Asustada me incorporé y miré a todos lados dándome cuenta que nadie podía vernos aquí dentro.
Thaleb al verme de pie pareció reaccionar y automáticamente el aura desapareció y volvió a ser el mismo chico de antes, aunque ya nada sería lo mismo entre nosotros.

—¿Qué eres? —Musité en un hilo de voz. Levantó el mentón altanero y en un parpadeo ya no se encontraba frente a mí, desapareció como si nunca lo hubiese tenido enfrente.

Fue mi tiempo de reaccionar, cogí mi mochila y salí de mi escondite, corrí apresuradamente por las baldosas sin tener un rumbo fijo; todo seguía igual, las personas iban y venían, nadie se percató de lo que sucedió debajo de aquellos árboles e intentaba convencerme de que no fue real, porque nada de esto tenía sentido para mí. Así que tomé la decisión de dejar esto atrás, de no pensar más, de ignorarlo por completo.

No habría más Gian y Thaleb desde ahora. Me mantendría alejada de él, era lo mejor que podría hacer.

Corrí apresurada con el corazón latiéndome desbocado y la respiración errática, tomé la decisión de volver a casa, a estas horas era probable que mis padres no estuviesen en ella, además que no tenía otro lugar a donde ir.

Sin embargo, mientras corría, mi cuerpo chocó bruscamente contra otro; perdí el equilibro pero enseguida me recompuse al momento que alzaba la vista y me encontraba con un chico que nunca antes había visto.

Retrocedí inevitablemente, porque al verlo percibía la misma sensación que Thaleb desprendía, sólo que la de este chico era más... Oscura.

—Deberías tener cuidado —dijo en voz baja, surcó sus labios en una sonrisa maliciosa.

Frunci el entrecejo y escuadriñé su rostro, fijandome en primer instante en sus ojos oscuros, eran muy oscuros que por un instante al verlos pude vislumbrar la negrura de la noche en su máximo explendor, como si ésta fuera uno con él. Te atrapaba con su densa oscuridad que caía sobre ti como un manto poderoso que evitaba que pudieras apartar la mirada.
Sin embargo, lo hice, notando su piel blanquecina que no se veía normal, era casi traslúcida, igual que la de Thaleb; las venas de su cuello eran muy notorias y se presionaban contra su piel de una manera sorprendente, y no supe si lo imaginé pero las vi tornarse oscuras, sin ese color entre verde y azul característico de ellas.

Elegida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora