Capítulo 7

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-Ya. Tendrán que hacer reposo por el resto del día y ya se mejoraran. Pueden quedarse acá si quieren, mi madre no llega asta mas tarde. –dice Mike, quien mira fijamente a Megan.

Luego de escapar de Minh Flor, nos dirigimos a la casa del novio de Megan. El chico no tenía idea de lo que su novia y la mejor amiga de esta hacían, y cuando nos vió cubiertas de sangre y rengueando, se asustó y preocupó bastante, por lo cual, no tuvimos otra opción que explicárselo, con algunos cambios, como que nos vinieron a atacar camino hacía la casa de Megan y nos defendimos. En realidad, Megan fue quien se lo explicó ya que yo apenas podía mantenerme de pie.  Al principio, Mike se lo tomo en broma (una broma de muy mal gusto, según él), pero cuando Megan se subió la remera y mostró su herida, este primero quedo espantado, y nos quiso cerrar la puerta en nuestra cara, porque decía que éramos peligrosas. Luego de que los tortolitos discutieran y se echasen cosas en cara, olvidándose completamente de mi estado, Mike abrió la puerta y atrajo tan repentinamente a Megan a sus brazos, que al estar apoyada en ella, caí al piso, mientras que el la tomaba en brazos y la cargaba escaleras arriba, dejándome afuera. Y si no fuera porque me apresuré, me hubiera cerrado la puerta en la cara, dejándome afuera.

Al llegar a la habitación del castaño se le dio por regañarnos y darnos consejos como: “Deben gritar, no se pueden arriesgar así, bla,bla, bla” sinceramente, no lo escuche, me estaba muriendo. Además, solo me regañaba a mi, ya que le limpiaba las heridas a Megan mientras que me miraba con reprobación. ¡He tenido que subir una escalera por mi cuenta! Para completar, él se olvidó de mi presencia y le empezó a hablar dulcemente a la vez le colocaba las vendas que tenia en su casa, ya que su madre era enfermera, y Megan, que lloraba, reclamando atención. <Maricona>

Mientras tanto, yo, me arrastre hacia el botiquín de emergencia que había al pie de la cama y tomé un par de vendas, agua oxigenada y gasa y me las arreglé para auto-ayudarme, ya que nadie se me percataba de mi estado. 

<No te lo tomes a mal, Mike, pero ojalá que algún día estés en mi lugar así pueda clavarte palitos bañados en alcohol etílico en la heridas solo para oirte gritar de dolor.> pensaba mientras maldecía a las gasas que no se cortaban con la tijera infantil de la hermana de Mike. Si, me había dado tijeras infantiles y yo con media pierna abierta. Algún día vas a estar en mi lugar, y yo solo me voy a reír, y voy a esconder el botiquín, lo juro.

Ahora estábamos las dos tiradas sobre la cama y Mike miraba satisfecho el trabajo que había hecho (en Megan), acariciándole la cabeza a la “pobre víctima de un robo”.

-No sabes lo que agradezco que nos hayas ayudado. No queríamos quedarnos en el hospital de la zona ya que llamarían a nuestros padres, y en mi casa no había nada de esto. Además, con el hecho de ayudarnos, nos facilitaste todo –le agradeció a Mike la POBRE víctima, mirandolo con ojos de enamorada. Puaj. Encima, miente. A mi nadie me ayudó, yo solita me las ingenié.

-Afortunadamente he visto como mi madre atiende a sus pacientes. Es una enfermera excelente. Mis habilidades deben ser hereditarias. -< ¿Tu madre deja que un paciente moribundo se cure a si mismo solo por favoritismo de persona? -pensé- Estoy segura de que no es una buena enfermera en ese caso. >>

***

-Te dije que el helado de menta es asqueroso.

-Lo olvide

-Lo sabes desde que nos conocemos.-le recriminé

Megan y Mike han ido a comprar helado mientras yo dormía incómodamente en el suelo, con una campera como almohada, ya que la pareja quería dormir juntos. Al despertarme me encuentro con el helado que tanto odio y que el novio de la morena adora: Menta. Y han comprado un kilo de helado. Sola y absolutamente de  menta. ¿Tanto costaba pedir un cuartito, chiquitito, de chocolate? Oh, pero claro, solo importaba el bienestar de la pareja, no la mejor amiga que conoce desde jardín de infantes, esa que le salva el culo siempre que puede, claro… Rezo por que tengan diabetes.

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