Al contrario de lo esperado por Amanda, Adrián desciende tranquilo y suspirando, saca de su bolsillo una barra de chocolate. La destapa pensativo, llevándola a su boca como si no tuviera nada más importante que hacer. Ya ha pasado la hora de almorzar,su cuerpo le reclama alimento. Se encuentra parado en el Paseo Vargas de la Avenida Bolívar, frente a Parque Central. Entra a un local de comida rápida, comprando algo para llevar. Camina un poco hasta El parque Los Caobos y la espera allí para almorzar juntos.
"Si te importa un poco la seguridad de Doña Julia, Amelia y Amalia; no te atreverás a llegar hoy a tu casa. Deja que baje un poco la marea y después vemos cómo resolvemos" Le indica a su escurridiza salvdora por telepatía.
Sabiendo lo que hará, entrando al Parque se quita los anteojos y se sienta en un banco cerca de la fuente. Está casi desierto. Rato después, llega cansada y sudorosa, Amanda. Sin mediar palabras, lo abofetea repetidas veces, desesperada. – ¡Eres un maldito tirano! – zarandeándolo, grita fuera de sí –Egoísta, manipulador, abusivo, depravado, sádico. –no cesa de proferir insultos mientras lo golpea. Lo que más la altera es que él no hace el menor movimiento para defenderse, como si no sintiera o no le interesara el dolor físico.
−Si me desfiguras el rostro, se nos hará muy difícil pasar inadvertidos. –dice al fin, como si hablara con una niña malcriada. –Ya es suficiente desahogo. –tiene las huellas de sus manos en ambas mejillas. –Siéntate e intenta tranquilizarte. – la aparta para destapar los paquetes, antes der indica: –Debemos comer para recuperar energías, nos espera una jornada muy larga y pesada.
−No tengo hambre. –miente, sintiendo sonar sus ruidosos intestinos.
−Saliste de tu casa sin desayunar...
−¡No es tu problema! –lo interrumpe enardecida aún, empezando a tutearlo. –Me retienes a tu lado contra mi voluntad, das órdenes directo a mi cerebro, me asustas contándome no sé cuántos embustes, amenazas con poner en peligro a mi familia y ¿Todavía pretendes que te obedezca como un perrito faldero?
−Más bien como un dovermann, pitbull o rottweiler, dada tu docilidad. –bromea sintiéndose tan tranquilo y a salvo como nunca antes. –Debes llamar a tus amigos para citarlos a un sitio lejos de tu lugar de trabajo, de ser posible, cerca de una carretera nacional.
−¿La carretera Panamericana? –comienza a comer, según sus indicaciones. No se explica cómo hace para que siempre termine por someterse.
−Allí solamente hay hoteles. –la imita muy despacio, degustando lentamente las piezas de pollo.
−También Centros Comerciales y si lo que quiere es mandarnos lejos, a pocos Kilómetros de Los Teques, después de Guayas está la autopista regional del centro. –trata de mortificarlo, intentar sacar alguna información de utilidad, averiguar sobre sus planes con ella y sus compañeros de labor.
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La Segunda Oportunidad
RomanceAmanda es taxista nocturna, aunque con muchos sueños y esperanzas truncados, lo más que le preocupa es el bienestar de su familia. Adrián, un solitario cansado de luchar y huir. Juntos viven una aventura insólita e inesperada donde se conjuga el sus...