Se dispone a explicarle, cuando mira acercarse a Julia que al verlo en mejor estado, se le ilumina el rostro de satisfacción. Corre hacia él, abrazándolo con sincero afecto.
−¡Gracias al cielo que estás bien hijo! -lo besa amorosa en la mejilla. ¿Se acostumbrará algún día a tantas demostraciones de cariño? Se pregunta Adrián. De seguro, no. Presiente que su relación durará poco. Las alejará lo más pronto posible, a continuar el tranquilo rumbo de sus vidas, mientras él... Seguirá huyendo hasta el final.
−Debes estar acostado. -recomienda, con preocupación -El frío nocturno te puede hacer recaer y pasaste unos días espantosos.
−Tranquila. -corresponde a su abrazo. -Ya me siento bien.
−¿De veras? -anhela mantenerlo a salvo, se ha ganado su corazón como un hijo.
−¡De veras! -afirma satisfecho. -Incluso, pienso dar un paseo por el malecón. -anhela que Amanda lo secunde en sus planes, por lo que le lanza una sugestiva mirada.
−¿Quieres que te acompañemos? -se hace la inocente, Julia. Por muy buena persona que sea, le parece demasiado pronto para que tenga algo con su hija.
−No es necesario, Julia. -disimula su descontento.
−¿Entonces no te importa que me lleve a Amanda? -prefiere estar a solas, cuando hable con ella.
−Primero quisiera discutir algo de suma importancia. -cambia rápido de planes. -Estamos ante un inminente peligro...
−Necesito hablar antes con mi hija. -creyendo adivinar de que trata, lo interrumpe mortificada.
−De acuerdo. -acepta aliviado. Le dará suficiente tiempo para planear su estrategia, disminuyendo así, su inoportuna excitación dentro del agua.-Nadaré un poco mientras tanto. -corre hacia la playa. Promete a Amanda, con la mente: -No creas que te salvaste -sonríe, esperanzado por primera vez en su vida. -Recuerda: Tenemos pendiente una cita intima, en el malecón.
Captando sin ninguna dificultad el mensaje, ella se alegra también, dejándose conducir por su madre, al mismo sitio donde Adrián, le comunicara su gran secreto.
−¿No te parece un poco menor para ti? -se interesa Julia en la actitud tan inusual de su hija. Desde la muerte de Néstor, parecía haber olvidado lo joven que es. No le ha conocido siquiera un pretendiente, en cinco años. Y ahora de la noche a la mañana, se muestra dispuesta a perder toda su compostura con Adrián.
−¡Ay mamá! -trata de disimular su estado. De no haberla interrumpido, en estos momentos estaría en sus brazos. ¿Tan evidente son sus ansias? -No exageres. Si acaso le llevaré cinco años.
−A los hombres les cuesta mucho madurar. - alarga el momento de su confesión. -Es preferible que al menos, le lleven cinco años a su pareja para que no sea tan difícil la convivencia.
−¿Es esto lo que necesitabas decirme? -sabe bien a lo que viene, pero sigue los consejos de Adrián. Sólo ahora entiende por qué se le hace a su madre tan difícil, hablarle sobre su origen. Con su recién descubierto talento, percibe su creciente desasosiego. De ella haber estado en su lugar.¿Qué hubiera hecho?
Cada vez se complican más las cosas. Suspira Adrián y se desviste, metiéndose al agua. Está tan fresca como
cristalina. Con la luz de la luna mira los peces nadando muy cerca de él. ¡Amanda! Es una idiotez pensar que lograra entrar en su mente, por el simple contacto físico. En peores situaciones ha estado con otras mujeres y nunca sintieron más de lo que él quiso que experimentaran. Todo se debe a los genes de Harold. En lugar de planear las estrategias a seguir para protegerla, estuvo a punto de fundirse en ella.Es que con Amanda a su lado no razona, ni actúa acorde a la situación.
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La Segunda Oportunidad
RomanceAmanda es taxista nocturna, aunque con muchos sueños y esperanzas truncados, lo más que le preocupa es el bienestar de su familia. Adrián, un solitario cansado de luchar y huir. Juntos viven una aventura insólita e inesperada donde se conjuga el sus...