Otra vida

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En la funeraria, los espera otra sorpresa desagradable: El cuerpo de Jesús ha quedado tan desfigurado que no lo dejan ver. En su Lugar, una foto tamaño natural, muestra la cara del difunto sobre el ataúd. Aquel es el comentario general que se deja escuchar por todo el recinto. −¡Qué lástima de muchacho! Menos mal no tiene madre, porque la pobre habría muerto de la impresión.

−No veo a tu madre, ni a las niñas. –echa Adrián un rápido vistazo a la concurrencia. Entregándole su celular indica: –Llámala enseguida. –se fija en su reacción –Necesito tenerlos aquí a todos antes de la medía noche. Recuerda: Prometiste obediencia, sin preguntas – ordena, dejándola sola cerca del ataúd.

−Hola mami –se tapa el oído para poder escucharla con tanto ruido.

−¿Te estás divirtiendo o decidiste avisarme que de todas maneras te vienes? –le extraña el tono usado por su hija.

−No. – ¿Cómo suavizarle la impresión? Extraña a Adrián a su lado, facilitándole las cosas.-No, pero hubo cambio de planes. –se muerde el labio inferior, sin encontrar las palabras. – ¿Cómo están las niñas?

−Bien, aunque con un poco de quebranto, no sé qué, les provocó fiebre. – discutieron en la tarde, eso siempre les aumenta la temperatura. Es algo que nunca le comentaría, al menos no por el momento. Ama le suena muy rara, preocupándola. Lo otro, ya aprendió a manejarlo. –Pero termina de hablar, me estás poniendo nerviosa.

–Estoy agotada, me gustaría ir a dormir ya, pero. – titubea, disimulando su creciente ansiedad. –Tuvimos que suspender la fiesta, porque Jesús sufrió un accidente de transito.

−¿Dónde estás? –salta angustiada en el asiento. –¿Se fueron todos al hospital para apoyarlo?–su silencio la desespera –¿Necesitas que te lleve alguna cobija o sábana para pasar la noche con él?

−¿Cómo haras con las gemelas? – evade la peor parte del relato.

−No sé –piensa con rapidez. –Se las dejo a Renata, nuestra vecina, mientras voy y vengo.

−No. –se decide al fin. –Mejor abrígalas bien, y tráelas.

−¿Qué me ocultas Amanda? –le resulta demasiado extraño, que le pida sacar a las niñas sintiéndose mal.

−Copia esta dirección y después te explico. – la detalla con claridad, como taxista conoce cada rincón de Caracas. –Está a dos cuadras de la estación Metro La Paz.

−Pero por allí no queda ningún hospital.

−No, es la funeraria "La Fe del Señor". –termina de decirlo –Jesús murió y necesito,  te vengas de inmediato con las niñas, pues las cosas no terminan ahí. –le preocupa sobre manera su reacción. –Trata de tomarlo con mucha calma: Estoy bien, en perfecto estado, pero todo lo demás anda mal... Muy mal.

La Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora