Galipán

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Escucha las palabras de Adrián en su cerebro como en un sueño tenebroso. Alarmada trata de responder, pero un nudo en la garganta se lo impide. Ansia comunicarse con él de todas las formas posibles, pero no lo logra. Como si entrara a un túnel sin salida, donde ni con toda la fuerza de sus sentimientos, consigue siquiera tocarlo. – ¿Qué vas a hacer? – grita aterrorizada. –¿Cómo puede haber un nosotros, si te matan? –se debate desesperada en la cama, clamando una respuesta que nunca llega.

−¡Amanda! –la sacude asustada Julia para despertarla –¿Qué te pasa? – sale al fin de sus pesadillas.

−¡Adrián! –es lo único que atina a decir, como si continuara dormida. –¡Adrián esta en peligro! –se levanta recordando sus instrucciones. Sin atreverse a creerlo aún, busca en su cartera la libreta bancaria que le entregara días atrás. Impresionada retrocede, dejándose caer en la cama, angustiada . Son tantos ceros que se le hace casi imposible descifrar la cantidad. Pasándose repetidas veces las manos por los ojos, no atina a razonar con cordura. Si le ha transferido todo su dinero y le pide que no lo busque... ¡Se está despidiendo para siempre! Sin preocuparse por la hora, ni detenerse a pensar, sale corriendo del cuarto, en busca de Mercedes.

No tarda mucho en encontrarla, preocupada por sus gritos, viene en su ayuda. La sujeta con fuerza por ambos brazos, exigiendo fuera de sí: – ¡Diga que estoy equivocada! –la zarandea desesperada –¡Jure que Adrián duerme tranquilo en su cama! –estalla en llanto ante la negativa de su gesto.

−Tranquila hija. –la abraza consoladora. –Con desesperarnos no solucionamos nada. –mira su reloj de pulsera: Todavía no son ni las seis de la mañana, está acostumbrada a sus desapariciones repentinas por varios días. – Él salió anoche, aún no ha regresado

−¿Tranquilizarme? –se niega a razonar. –Usted lo conoce muy bien. –muestra su libreta. –¿Sabe lo que significa esto?

El corazón de Mercedes, da un vuelco en el pecho. ¡Es casi todo el efectivo de Adrián! Sin poderlo evitar ,comienza a temblar como una hoja arrastrada por el viento. Un viento helado, escalofriante, mortal... Aquello no puede ser posible. No está preparada para semejante prueba de fortaleza, sin Adrián ella no es nada. Con tantos años a su lado, nunca quiso imaginar la despedida definitiva. Siempre esperaba con el corazón en un hilo su regreso; ahora no se quedará de brazos cruzados. Disimulando su desconsuelo, dice.– Mientras hay vida hay esperanzas. –trata de infundirle un aliento que ni ella misma siente – ¡Sígueme!

A toda velocidad llegan hasta su cuarto. Tratando de mantener la calma, busca con premura en el neceser que la acompaña a todas partes, el sobre que le dejara Adrián para ser abierto sólo después de su muerte. Por primera vez, esta dispuesta a desobedecerlo, si con ello le da una segunda oportunidad al hombre que más ama en su vida. Si lo desea, después que la mate. Moriría feliz, por  volver a verlo.

Tan nerviosa esta, que sin atreverse a abrirlo, se lo entrega a Amanda.  Hay una corta nota hecha a computadora, un cheque y un teléfono celular: "Gracias por haber sido mi madre siempre. Te amo. No hay de qué preocuparse. Presiona el botón verde y alguien se encargará de todo". Maquinalmente, obedece.

−Enseguida estoy allá. –escucha por toda respuesta y sin darle tiempo a preguntar más, cuelgan.

−¿Puedes escucharlo en tu cabeza también? –pregunta Mercedes, extrañada de que no se hubiese comunicado primero con ella, como de costumbre. Viéndola afirmar insiste. –¿Te dijo que no intentaras localizarlo para evitar peligros? -confirma sus sospechas. ¡Puede seguir teniendo esperanzas! Aunque sean mínimas. A Amanda le reconforta también saberlo. Bendecía en silencio poder entrar en la mente de otros. –Podemos irnos a su castillo de Puerto La Cruz, si es que logramos persuadir a su personal que nos obedezca, habiendo dejado él otras órdenes.

La Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora