Capítulo 20

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-¿Qué tenemos para cenar? -El señor se sento en el comedor. Su silla favorita era muy costosa y cómoda. Ah, la vida era hermosa cuando uno era rico. -Me gustaría algo fino para celebrar. -Todo iba a la perfección. Tenía una linda esposa y pronto tendría otra más hermosa. Y lo mejor, un hijo. Después de todo este tiempo tendría un hijo.

-Aquí tiene señor. -Capricio le dio una bandeja lleno de los más exquisitos platos. -¿Quiere algo más?

-Sirve el vino de mi reserva personal.

-¿Cuál de todos mi señor?

-Mi favorito, la herencia familiar.

-¿El de quinientos años?

-¿Existe otro? -Capricio fue en busca del vino. -¡No olvides los postres! -La vida nunca había sido tan buena. El mundo era perfecto, hermoso y exquisito. -Todo esto es tan maravilloso.

Sabía que Susan sería la mejor inversión, pero no sabía que fuera tanto. Pronto volvería a tener una familia.

-¿Mi Señor? -Joel abrio la puerta e hizo una reverencia. -Su amigo del norte, el coronel Montel ha venido de visita. Dice que trae buenas noticias.

-Fantástico, este día se pone cada vez mejor. -Su querido amigo probablemente encontró lo que le había pedido. -Dile que pase y dile a Capricio que sirva dos copas.

-Por supuesto mi señor.

La vida era tan dulce. Tenía que compartir este momento de felicidad con su futura esposa. ¿Dónde estaba su mujer?

-Viejo amigo. -Montel entro con una sonrisa en el rostro. Estaba resplandeciente de felicidad. -Me enteré de las buenas nuevas. Felicidades por tu compromiso.

-Muchas gracias amigo. -El señor miro como Capricio traía otro juego de platos y los preparaba para la visita recién llegada. -Traele vino, que no sea del especial. -Estaba feliz, pero no desperdiciaria un buen vino.

-Por supuesto mi señor.

-¿Aún no me dejas disfrutar de tus privilegios? -Montel no estaba molesto con eso. Sabía que las cosas serían así. -Bueno, bueno. Y, ¿dónde esta la afortunada futura esposa?

-Pronto se reunirá con nosotros. ¡Joel! -Unos segundos después Joel entro y realizo otra reverencia.

-¿Necesita algo mi señor?

-Susan, dile que la quiero ver aquí.

-La señora no se encuentra en este momento. Fue al pueblo a comprar cosas para cuando visite a Atienne.

-¿Atienne? ¿Quién es ese?

-Un esclavo.

-Con que un esclavo. Y, ¿por qué tu futura esposa lo visita? ¿Acaso es especial? Pensé que solo tu primera esposa tenía un esclavo especial. ¿Es que todas tus esposas tendrán uno?

-¡Silencio! -El señor se puso en pie de golpe. Su día perfecto se había vuelto una mierda. -Quiero a Robert en el auto listo para partir, tengo una visita que hacer.






Atienne abrio los ojos para encontrarse con la mirada furiosa del señor.

-¡Hijo de puta! ¡Ella es solo mía! -Oh, el dolor se extendió por todo el cuerpo de Atienne, el señor golpeaba fuerte. -¿Crees qué te la vas a quedar? Ella es mía. -Los ojos del señor se tornaron completamente negros. -¿Por qué esta eso aquí? -Atienne vio como el señor miraba un par de hermosos pendientes de zafiros.

-Le golpeaban el rostro mientras me cabalgaba. Son algo grandes y el rebote le hacía daño con ellos puestos. -Él le dedico una sonrisa al señor y este estalló de ira.

-¿Cómo te atreves? Es de futura esposa de quien hablas.

-Lo se, nunca pensé que me gustarían las casadas. -Atienne recibió otro golpe, pero no dejo de sonreír. 

-Tu hermano me quitó a mi esposa. Tu no me quitaras a la segunda.

-Aparentemente es costumbre familiar quitarte a las mujeres. Tienes suerte de que no tenga más hermanos. -La sonrisa en el rostro de Atienne irritaba al señor de tal modo que lo quería muerto. Claro, que si Susan se enteraba, no dudaría en suicidarse.

-¿Crees que esto es un chiste?

-Como yo lo veo. Te vas a casar con una mujer que disfruta de otro. Lo cual es algo poético. -La sonrisa de Atienne se hizo más grande. -Ella tiene una hermosa expresión cuando tiene un orgasmo. Adoro cuando gime mi nombre.

-¿Quieres morir? -El señor estaba por aventarlo contra la pared.

-Intentalo. Me encantaría ver como terminaría eso.

-Eres un maldito. -El señor lo golpeó una última vez y salió de la habitación. Su paciencia estaba llegando a su fin, pero no podía matar al amante de su futura esposa. -Robert.

-¿Mi señor?

-Traslada a Atienne, lo quiero lejos de mi esposa y mi hogar. Mantenlo alejado y no le digas a Susan.








Astreia desperto y se encontro en su cama. La cabeza le daba vueltas y no podía recordar como había terminado allí.

-Mi señora, ¿se encuentra bien? -Freda le tendio un vaso con agua. -¿Necesita algo?

-¡Alejate de mi! -En ese momento recordó la nota que Freda sostenía, una invitación a una boda. -Largo de aquí. ¡Déjame sola! -Frida se alejo inmediatamente y salio de la habitación. -¡Maldito!

-Mamá, ¿por qué? ¿Qué hice mal? -Astreia miro con horror a la niña que estaba en la entrada de su habitación. -Mami...-La pequeña comenzó a llorar. -Te quiero mami, no me dejes. Por favor, no te vayas. -La pequeña no tenía cabello, usaba una ropa sucia y estaba pálida por la enfermedad. -¿Por qué no me quieres? ¿Mami?

-¡Muereteee! -Astreia odiaba a la niña que la miraba. -¡Te odio! ¿Por qué sigues aquí? ¿No te bastó con destruir mi cuerpo y mi vida?

-No es mi culpa...

-¡Tu nacimiento arruinó mi cuerpo! ¡Por ti me veo más vieja! Por tu culpa otra mujer ocupará mi lugar. -La niña temblo por el dolor. -Oh, mi linda Bella. ¡Qué hermosa es mi niña! -Astreia imitó los halagos que su marido le decía a su hija. -Tu me quitaste mi lugar. ¡Yo soy la más hermosa! Tu solo eres basura.

La niña, con sus ojos llenos de lágrimas, entro por completo en la habitación. A cada paso que daba su apariencia cambiaba. El vestido fue cambiando y ahora se veía igual al momento de su desaparición.

-Mamá. -La voz dejó de temblarle. Parecía feliz. -Me gusta ir de paseo contigo. ¿A dónde vamos? -Astreia recordó como arrojó a la pequeña del automóvil a mitad de un camino desierto. No dudó ni un minuto y esperaba no tener que volver a ver a su supuesta hija. -¿Por qué me dejaste? -Bella no lloró, simplemente la miro directamente. -Ya no te quiero.

-¡¿Por qué volviste!?

-Yo nunca me fuí. Siempre viviré en ti, madre. -La sonrisa de Bella era aterradora y cruel.

-¡Escoria! ¡Eres igual que tu padre! -Estaba lista para demostrar que solo ella podía tener el control. Ella y nadie más. Solo Astreia era poderosa y exquisita, nadie, ni siquiera su hija, podía superarla. -¿Por qué te dejé nacer? -Bella dio otro paso y su apariencia volvio a cambiar. El pelo creció y su ropa también. Ahora tenía un hermoso vestido. -¿Qué...? -Entonces el rostro de Bella tuvo otra forma. -No...¡No!

-Me consideraste peor que una basura. Ahora, dejame demostrarte en lo que me convertí.

Y todo lo que Astreia veía se tornó oscuro.

Fin.

La Dama del Vampiro.© [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora