Capítulo 2

5.1K 450 16
                                    

Susan estaba atada a una mesa. A su señor le había divertido la idea. Ella no había protestado, sabía que eso no serviría de nada. Esta vez ni siquiera intentó luchar con sus ataduras. Mientras su mente divagaba la puerta se abrió.

-Dame permiso para matarlo. -Atienne cubría la entrada a la recámara. -Sólo tienes que decir que sí y lo haré. -Sin duda Susan estaba tentada, pero no quería que Atienne sufriera daño alguno.

-No te pondría en ese riesgo Atienne.

-Para mi no es mucha molestia. -Atienne se acercó a la cama y empezó la complicada tarea de desatar nudos. -Él no aprecia tu piel. -Susan sabía que tenía las marcas de las cintas. Esas marcas serían permanentes si no fuera por Atienne.

-Tu si la aprecias.

-Hago mucho más que eso. -Atienne fue besando las marcas que quedaban al quitar la cintas. -¿No lo crees?

-Me gusta lo que haces. -Atienne le dedicó una sonrisa. Él parecía tierno, algo que Susan sentía como un soplo de aire fresco en un desierto de dolor. -Pareces un niño.

-Si los niños pensaran como yo...-Atienne mordió su dedo gordo. -...créeme, el mundo sería el doble de perverso.

-¿Solo el doble? -Atienne enarco una de sus cejas.

-Tal vez más.

-¿Tal vez? -Susan se retorció al sentir las manos de Atienne hacerle cosquillas. -Basta.

-No lo creo señora. -Aun así dejo de hacerle cosquillas. Él era así, siempre la complaceria. -Eres tan hermosa. -Se besaron. Fue un beso tierno, algo común en ellos. -Sólo te salvas de mis cosquillas por que eres hermosa.

-No es verdad.

-¿Dices que soy un mentiroso? -Las cejas de Atienne se arquearon.

-Yo no lo dije, fuiste tu.

-Te haré cosquillas.











Etienne golpeaba su cabeza contra el cristal de su prisión. Recibía las imágenes mentales de su hermano y eso era mayor tortura que estar encerrado.

-¡Ya basta! -Trato de cerrar su mente. Apartarla de la cabeza de su hermano, pero una pequeña parte de él se aferraba a las imágenes como un último intento de sentirse libre. -¡Salgan de mi cabeza! -Nada, las imágenes permanecieron.

Podía ver claramente a Susan tumbada en la cama siendo besada por Atienne. Esa no era una imagen mental hecha por una fantasía, era real. Su hermano estaba besando a Susan en ese preciso momento.

Intento conectar con él, pero el bastardo estaba ocupado sintiendo deseo.

"-Maldito seas hermano." -No obtuvo respuesta. "-¡Escuchame!" -Sin respuesta.

-Eres un hijo de puta. -En ese momento Etienne recordó a una mujer con una larga melena oscura, ojos plateados y piel pálida. La mujer era muy hermosa, deseada por muchos. Recordó como esos ojos solían mirarlo. Desechó el recuerdo en cuanto supo en quien estaba pensando. Su madre.

"-Mamá..." -El pequeño susurro era de su hermano. Quién, aparentemente, había recibido la imagen.











Leo tenía a Anastacio en su regazo. Estaba preocupado, sentía que algo no andaba bien pero no sabía que era.

-¿Qué tienes Leo? -Stevan no lo estaba mirando, pero aún así era consciente de sus cambios de ánimo.

-Algo malo pasará. No se que es.

-No puedes saberlo todo. -Leo dejo a Anastacio en el suelo. El can corrió a donde estaba Stevan. -No eres un ser místico.

-Aún no. -Stevan se rio.

-Sin duda tienes fe en que lo serás.

-¿Tu no? -Leo miró a su nuevo hermano, Stevan percibía cosas que incluso a Leo se le escapaban. -Eres más fuerte que yo.

-No lo soy. -Leo no le creyó. Ambos eran conscientes de las capacidades de cada uno.

-¿Qué están haciendo pequeños? -Atienne apareció. Traía una bandeja con dos platos de comida y otro con pastel. -¿Alguno de estos pequeños monstruos tiene hambre?

-¡Sí! -Los niños respondieron al mismo tiempo.

-Sin duda tienen hambre. -Atienne colocó la bandeja sobre la mesa y repartió los platos. -Ustedes si que son unos pequeños especiales.

-Claro que no An. -Stevan tomo un poco de pastel.

-Tu eres el único que piensa que somos especiales. -Leo probó un poco del suspiro.

-Es la verdad. -Atienne le quitó el pedazo de pastel a Stevan y limpio la mano de Leo. -Y dejen de comer pastel. El postre no va primero.

-Pero yo quiero postre. -Leo cruzó los brazos como todo un niño pequeño.

-¡Yo también! -Stevan estaba de acuerdo con Leo.

-Y yo quisiera vivir en una isla, con mucho dinero y una casa con vista al mar. -Atienne colocó su mano el pecho como quien hace una plegaria. -Pero yo vivo aquí y tengo que decirles a un par de niños que cosas pueden hacer y que no.

-Nadie tiene lo que quiere. -Stevan lo miro inocentemente. -Pero tu puedes darnos pastel. -Leo y Stevan juntaron las manos y le hicieron cara de cachorrito.

-Claro que les daré pastel. -Atienne puso el pastel sobre la mesa. -Después de comer. O yo me comeré todo el postre.

-Su nos daría el postre. -Leo frunció los labios.

-Su no está aquí. -Atienne pareció triste por un momento.

-Y, ¿dónde está? -Stevan miro a Atienne en busca de una respuesta.

-Eso aun no lo sé.

-¿Por qué no lo sabes An?

-Creeme, me gustaría saberlo. -Atienne le dio los platos a los niños y salio de la habitación y entró a la que estaba al lado. -Hola pequeñita.

-An...-La niña lo miró desde su cama. Se ponía más pálida con cada segundo que pasaba y sus ojos estaban hundidos.

-¿Cómo sigues? -Atienne se acercó a la cama y toco su frente. -Tu temperatura es más regular.

-Quiero a Su...

-Lo sé, lamento que ella no pueda venir a verte. -Atienne quería que Susan estuviera allí, pero el señor parecía más decidido a mantenerla ocupada. -La vi esta mañana y dijo que vendrá pronto.

-Su..., ¿cuándo vendrá?

-Eso no lo se pequeña. -Atienne le dio un beso en la frente. -¿Quieres algo para comer? Los chicos estaban más interesado en el postre y me dejaron elegir lo que comerían.

-Son tontos... -La pequeña sonrió.

-Si, son unos pequeños tontos. -Atienne también sonrió. -¿Qué te traigo?

-Pastel.

-¿Sabes que le dije a los pequeños que no?

-Si...-La niña parecía divertida.

-Te lo daré porque eres una linda chica. Pero si se lo dices a alguno de ellos estarás en problemas.

La pequeña se rió con ganas.

La Dama del Vampiro.© [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora