Astreia se paseaba por su parte favorita de la casa. Un lugar sin muros, rodeado de grandes ventanales de lado a lado. Uno de los lujos de su casa, la nueva casa que era también su prisión. Su querido marido le tenía prohibida la salida de la propiedad, para su "protección".
-Inútil, ¿por qué me casé contigo? -Uno de los pétalos de las rosas rozo su mejilla. Con ese solo faltarían dos pétalos más y la rosa estaría completamente marchita.
Era la última rosa viva, todo el o jardín se había muerto. Cada una de las flores estaba marchitas, y probablemente fuera porque ella misma lo quemó.
-¡Freda! -La anciana aparecio inmediatamente. Vestida con un traje desteñido y unos zapatos gastados era la personificación del paso del tiempo. -Quiero comer algo especial esta noche.
-¿Qué desea, mi señora?
-Algo digno de mi.
-La basura es superior a ti. -Astreia se giro y vio a la mujer vestida de azul en el marco de la puerta.
-¿Madre? -Su madre sonrio e hizo señas. A su lado, vestida de blanco, aparecio...-¿Susan?
-¿Mi señora? -Freda miro el espacio bacio con el que su señora hablaba.
-¿Qué hacen ustedes aquí? -Susan hizo una vuelta completa enseñando su vestido.
-¿No es hermosa? Y me dará hermosos nietos. -Su madre parecía complacida con la apariencia de Susan.
-¿Nietos? -Astreia entro en cólera. -¡Yo te daré nietos!
-No, tu no puedes. -Susan le enseño el hermoso anillo que estaba en su dedo. -Por eso yo seré la señora.
-Mi señora, necesita sus pastillas. -Astreia tomo a la anciana y la arrojo con fuerza por una de las ventanas que estaba cerrada. El cristal se hizo añicos mientras la anciana gritaba al caer.
-¡Malditas! Quieren quitarme lo que es mío, pero no las dejaré. ¡No les daré lo que es mío por derecho!
-¿A dónde vas? -El señor miro asombrado como su esclava favorita se vestía para irse. -Aún tenemos más tiempo.
-¿Desea algo más mi señor? -Susan ni siquiera le dedico una mirada, ya no le importaba mucho lo que su señor quisiera hacerle. Sólo quería estar con Atienne.
-No tengo nada en mente. -Susan no dejo de vestirse, algo que enojo al señor. -¿No tendrás alguna idea?
-No.
-¿Puedes andar con esas heridas?
-Sanarán.
-¿A dónde vas? -El señor se acerco a ella y trato de deternerla, pero apenas puso un pie en su dirección ella se alejo. -¿Acaso vas a ver a esa abominación?
-No. -Susan lo miro esa vez. -Iré a ver a mi hombre. -Esas palabras despertaron un lado posesivo que el señor desconocía.
-Él no es tu hombre, yo lo soy.
-Nuevamente esta equivocado mi señor. -Susan tomo sus zapatos y abrio la puerta. -Usted es sólo un hombre que pagó una gran suma de dinero por un cuerpo en el que correrse. Eso no lo convierte en mi hombre, sólo es un millonario aburrido que no tiene idea de como gastar su dinero.
-¿Cómo te atreves? A mi no me faltas el respeto. Yo soy tu señor, deberías adorarme.
-¡Oh mi poderoso señor! Disculpe a esta esclava por decirle la verdad en su cara. -Susan no soportaba pasar más tiempo con su señor y simplemente se fue. ¿Sería castigada? Por supuesto, ¿le importaba? No mucho. Antes de irse regreso a su habitación, se dio un baño y se arreglo lo mejor que pudo. Visito la cocina y se encontro con Estella.
-¿Iras a verlo? -Estella tenía el pelo recogido en un moño y tenía puesto un bonito vestido rosa.
-Si, ¿por casualidad...? -Estella se adelanto.
-¿Esta listo el pastel? Si.
-¿Y...?
-Y el vino llegó esta mañana. Todo esta esperando por ti en el auto.
-Gracias Estella. -Susan le dedico una sonrisa y Estella también le sonrio.
-Cuidalo.
-Lo haré. -Salio de la cocina y de la mansión. Como todos los días, Robert estaba al lado del auto que estaba en la entrada.
-Señorita. -Robert hizo una reverencia. -¿Lista para irnos?
-Si, gracias.
El viaje duro dos horas. Salieron de la ciudad y entraron por un túnel, al salir estuvieron en un camino estrecho de una sola vía con un risco en su lado derecho. Después giraron en una esquina y se adentraron en una montaña. En el interior había un laberinto de túneles, pero ella ya conocía el camino.
-Gracias por traerme.
-De nada. -Susan tomo la canasta que Estella había preparado. -Permitame ayudarla. -Susan estaba por agradecerle cuando Robert la detuvo. -No me agradezca, es un placer ayudarla.
Caminaron unos minutos, la mayor parte fueron escaleras. Pero ella no se canso, todo ese esfuerzo valio la pena cuando llego a la puerta de color café. Ella toco la puerta e inmediatamente hubo movimiento al otro lado.
-Señorita, la llave. -Robert le entrego la llave, coloco la canasta en el suelo y se fue.
Susan abrio la puerta y se encontro con un tímido Atienne.
-¿Por qué te escondes? -Ella se encotro divertida la situación. -Sabes que soy yo. -Él no le contesto, pero ella descifro lo que pasaba. -Atienne...¿qué hacias? -Algo de silencio y después...
-Paso tiempo solo y tengo necesidades...-Atienne salio del baño con una tolla en la cintura. -Aunque nada se compara a ti. -Susan se sonrojo, era algo que sólo Atienne podía lograr. -¿Qué traes en esa canasta?
-Es algo que Estella preparó por mi. -Ella se acerco y le ofrecio la canasta. -¿Cómo estas aquí? -Cuando Atienne se movio las cadenas sonaron. Eran unas cadenas que ella no había visto, literalmente. Según él, eran espirituales, diseñadas para mantener el espíritu encerrado impidiendo un escape físico.
-¿Qué es esto? -Atienne se fijo en las muñecas de Susan, estaban marcadas. Las marcas eran grandes y profundas, casi tocando el hueso.
-Es un pastel. -Ella sabía que no se refería a eso, pero no quería hablar sobre eso. -¿No quieres?
-Sabes que no estoy hablando del pastel. -Llamas brillaron en el interior de los ojos grises. -¿Qué te hizo el bastardo?
-No fue gran cosa. -Susan recordo las cosas que su señor le obligó a hacer. Fue atada a un poste y asotada por los otros sirvientes, incluso intentaron quitarle la lengua. "-Maldito." -Toda la cueva se sacudio con la ira contenida de Atienne. -¿Por qué lees mi mente?
-No querías decirme y tuve que descubrirlo por mi cuenta. -Las palabras fueron dichas entre dientes. -Voy a matarlo.
-Olvídalo. -Susan lo abrazo y le quito la toalla. -Ayudame a olvidar. -Miro sus ojos, aun encendidos. Era un hombre hermoso. -Por favor...
-Tus deseos son ordenes. -Atienne le dio un beso profundo y largo. Lo que ella no sabía era que las cadenas se estaban rompiendo. Pronto él sería libre y el mundo sentirá su ira.
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La Dama del Vampiro.© [Completa]
Vampiri"-Me consideraste peor que una basura. Ahora, déjame demostrarte en lo que me convertí." Esta es la segunda parte de "La Esclava del Vampiro". Te invito a leer la primera parte. Advertencia: Esta historia contiene escenas para mayores de 18 años, l...