El señor pateo las piernas de Susan y se colocó en medio.-¿Estas lista para mi? -Susan no respondió. -¿No planeas responderme? -El señor no podía importarle menos, solo que la puerta se abrió y fue empujado con fuerza. -¿Qué haces?
-¿Joel? -Susan miró con asombro al hombre, quien le pasaba un abrigo.
-La pequeña a...-Joel trago con dificultad. -La niña...
-No...¡No! -Susan tomo el abrigo y salio de la habitación. La pequeña no podía irse, no. La niña no, todos menos ella. Mientras iba por el pasillo llamo a los niños. -¡Leonardo! ¡Stevan! -Los pequeños estaban parados en la puerta de la habitación. -¡Su hermana nos necesita!
Los niños la siguieron mientras corría como alma que lleva el diablo. Robert le abrió la puerta y le paso un bolsa con ropa.
-Creo que esto lo necesitará. -En el interior había un vestido y ropa interior.
-Gracias Robert. -Susan y Robert subieron a los pequeños al automóvil. -Podemos irnos.
-Estaremos en marcha señora. -Robert cerro la puerta y tomo el volante. La puerta del copiloto se abrió y entro Joel.
-Susan, Atienne esta allí y los demás van de camino.
El señor miro por la ventana como su automóvil, con su esclava y servidumbre, se alejaban en la distancia.
-¿Qué rayos acaba de pasar?
Susan abrió la puerta de golpe. La habitación estaba llena de médicos y enfermeros, la pequeña estaba acostada en la cama. Su piel estaba más palda, su pecho no subía ni bajaba y sus manos estaban sobre su costado.
-No...-Susan se acerco al pequeño cuerpo. -Mi niña...-Paso la mano por la frente. -¿Por qué me dejaste? -Las lágrimas nublaban su visión. -Mi pequeña...
-Susan, lo lamento. -Atienne la abrazo. -Tenemos que dejar que la examinen. Ven. -Atienne la aparto y la ayudo a caminar.
-Susan, ¿cómo te sientes? -Joel le paso un vaso de agua. -¿Quieres algo?
-¿Puedes devolvermela? -Susan miro a Joel con desesperación.
-Eso es lo único que no puedo hacer.
-Yo iría a donde quiera que este y te la traería. -Atienne la abrazo con fuerza. Susan se dejo arrastrar por la voz de Atienne y su calor. -Lo haría todo para que estés feliz.
-Gracias Atienne. -Ella correspondio el abrazo. -Y gracias Joel.
-De nada. -Joel se alejo de ellos. Aun no se sentía cómodo estando al lado de Atienne y Susan cuando estaban en plan romántico. -Iré con los niños.
El señor estaba sentado en su cama mirando el techo. Estaba aburrido, ningún miembro de su servicio estaba en la mansión y sus otros esclavos estaban indispuestos. Aparentemente todo el mundo estaba mal por la pérdida de la pequeña.
-¿Qué le pasa a esta gente? Es solo la muerte de una niña. -El señor castigaria a Susan por irse y a Joel por interrumpirlo cuando estaba apunto de empezar a divertirse. -Yo soy el dueño de esta casa. Soy el hijo de una familia noble. ¡Soy sangre pura!
-Eso es cuestionable.
-¿Astreia? -El señor miró a su esposa. Estaba radiante. Su hermoso pelo, su exquisita piel y ese hermoso vestido verde ajustado. Perfecta. -¿Qué haces aquí? ¿Viniste a encarnar mis pesadillas?
-Eres gracioso. -Astreia sacudió su cabeza. Los mechones negros bailaron de forma divina. -Ya tienes una pesadilla contigo.
-Reconozco que eres hermosa, pero no lo eres tanto al lado de Susan.
-¡¿Cómo puedes decir eso?! -Astreia se giro para salir de la habitación.
-No puedes irte. -El señor se puso en pie y tomo la mano de Astreia. -Tu eres la única en la casa que esta dispuesta para mi.
-Tienes un montón de esclavos para eso. Además, yo te desprecio. -Aún así Astreia no intento soltarse.
-Puedes despreciarme todo lo que quieras. No quiero tu cariño, sólo deseo tu cuerpo. -La verdad, clara y sin rodeos. Esa era la forma de actuar del señor.
-Eres patético. ¿Acaso crees que después de todo lo que me has hecho, yo simplemente te diré que si?
-Sí.
-Tienes mucha fe en tus habilidades. -Pero aún así Astreia se dejo llevar a la cama y desnudarse por su marido.
-Un hermoso cuerpo.
Leo abrazo a Susan, ella no paraba de llorar y él no podía soportar el dolor que se desprendía de ella.
-Su...-Leo le dio un besito en la mano. -Ella esta bien. Esta en un lugar seguro. -Leo intento animarla, pero ella no parecía notar su presencia. -Su...
-Perdoname Leo, estoy muy lejos ahora mismo. -Susan le dio un apretón a la mano del pequeño.
-Niños, es mejor que acompañen a Joel a conseguir algo de comer. -Leo no parecía estar de acuerdo con la idea, pero aún así fue a donde estaba sentado Stevan y tomo su mano.
-Yo iré con ellos. -Robert siguió a los niños.
Solo Susan y Atienne se quedaron en la habitación.
-¿Qué quieres hacer? -Atienne odiaba ver a Susan tan decaída. Quería hacer algo para que se sintiera mejor, pero no podía darle lo que ella quería, a su pequeña devuelta.
-Quiero morir.
-Jamás te permitiría hacer algo así. -Atienne se arrodillo al lado de Susan y tomo su mano. -Si tu mueres, yo me voy contigo.
-No puedes morir sólo porque yo lo haga. -Susan miro esos hermosos ojos grises que le devolvían la mirada. -Tu vida no esta atada a la mía.
-Te sorprenderían las cosas que un hombre puede hacer por una mujer. -Atienne le beso la palma de la mano. -Puede que aún nuestras vidas no estén atadas, pero eso es algo que se puede arreglar.
-No creo que este sea el mejor momento para eso. -Susan sentía el deseo de la venganza cobrar vida en su interior. Astreia había lastimado a su pequeña. Ella seguía con vida, mientras que a su niña se la arrebataron.
-Tienes un plan.
-No suena como una pregunta.
-Es por que no lo es. -Atienne escudriño el rostro de Susan. La determinación irradiaba por cada uno de sus poros. -¿Qué es lo que tienes en mente?
-Venganza. Mataron a mi niña y no permitiré que todo siga así.
-Dime lo que quieres que haga y lo haré.
-No puedo involucrarte. Podrían lastimarte y yo no podría...-
-Astreia te hizo daño. No puedo permitir que siga con vida.
-Entonces tendremos que trabajar en eso.
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La Dama del Vampiro.© [Completa]
Vampire"-Me consideraste peor que una basura. Ahora, déjame demostrarte en lo que me convertí." Esta es la segunda parte de "La Esclava del Vampiro". Te invito a leer la primera parte. Advertencia: Esta historia contiene escenas para mayores de 18 años, l...