Etienne abrió los ojos y despertó en un lugar que no podía reconocer. No había ni un rastro de luz todo estaba completamente oscuro.
-¡Hola! -Nada. Ni siquiera el ruido de su propia voz. Donde demonios estaba. -¿Qué lugar es este?
-Mi casa. -Etienne pudo ver un rayo de luz. La luz era demasiado clara así que cerro los ojos y cuando los abrió se encontró con un niño. El pequeño estaba parado en medio del charco de luz. Sus ojos eran de un increíble tono claro de gris. Su pelo era tan oscuro como la noche y largo. El niño inclino la cabeza y lo miro.
-¿Quién eres? -Etienne trato de ponerse en pie, pero no pudo mover ni un centímetro de su cuerpo. -¿Qué me hiciste?
-La verdadera pregunta es, ¿Qué no te hice? -El niño sonrió. La sonrisa más macabra y aterradora que había visto. Etienne trato de calmarse y razonar con el pequeño.
-Vamos a mantener la calma.
-Tu eres el único preocupado. -El niño giro la cabeza y murmuro unas palabras. Etienne trato de mover alguna parte de su cuerpo en ese momento y logro mover un dedo. El niño siguió hablando y Etienne aprovecho la oportunidad para saber que era lo que le ocurría.
Examinado su cuerpo se dio cuenta de que estaba en una especie de parálisis. Probablemente fuera obra del pequeño. Lo que quiere decir que era un ser poderoso, incluso a tan temprana edad.
-¿Quieres saber dónde estás? -El niño estaba a su lado. El pequeño tomo el dedo de Etienne y lo sostuvo. -¿Intentas huir? -El pequeño soplo y el dedo dejo de moverse. -No puedes irte, apenas empieza la diversión.
-¿Dónde estabas? -El señor agarro la melena de Susan y la arrastro. -¿Crees que puedes desobedecerme? -Susan pataleo para poder zafarse del agarre de su señor. -¡Yo soy tu amo! ¡Tu rey! ¡Yo lo soy todo para ti!
Susan sabía que su señor estaba molesto por no ayudarlo a torturar a la chica que estaba en la cama. Ella no había podido resistir, la mera idea de lastimar a otra persona la dejaba traumada, esa era la razón por la cual salió corriendo de la habitación.
Sabía que su señor se enojaria por ello, pero no sabía que fuera tanto.
-¡Mi palabra es ley! -El señor la abofeteó con fuerza. -¡Yo soy tu dueño! -Bofetada. -¡Tu eres de mi propiedad! -Bofetada. -¡Eres sólo una maldita mujer! -Bofetada. -¡Tu aprenderás a obedecer! -Bofetada. -¡Cómo todas las mujeres! -Susan lo pateo en la entrepierna con fuerza y logro soltarse. -¡Maldita!
-Con todo el respeto que se merece...-Susan lo miro a los ojos. -...Me importa una mierda como usted considere a las mujeres.
-¡¿Cómo te atreves perra?! -Susan tembló, pero no retrocedió y mantuvo la mirada clavada con la de su señor. -Eres una maldita, te voy a educar. Vas a aprender.
-Yo no necesito aprender nada. -Susan soltó un grito. -Usted y sus malditas tonterías me tienen harta. ¡Ya no lo soporto! ¡Lo desprecio! -Susan apretó los puños. -Mi pequeña...mi niña, ella murió por su maldita esposa y ella no pudo pagar.
-¡Pudiste herirla en la cama! -El señor sonrió como si tuviera la victoria. -Ella era quien estaba en la cama.
-¡Y usted cree que no lo sabía! -Una única lágrima se derramo por el rostro. -Sabía que era tu maldita esposa! -La cara del señor palideció.
-¿Lo sabias? -El señor parecía asombrado.
-Si maldita sea, si. -Otra lágrima. -Ella era quien estaba en la cama, lo se. ¡Podría haberle hecho daño, pero no lo hice! Quiero que ella sufra, dolor y agonía pura.
-Pudiste hacerlo, todo lo que quisieras.
-¡Tu lo disfrutarías enfermo demente! -Susan dejo de llorar y temblar. -Y lo que más deseo aparte de la agonía de tu esposa...-Susan tomo un profundo aliento. -...Es la destrucción de mi señor.
-¿Quieres mi destrucción? -El señor empezó a reír. -¿Tu quieres...? Eres una lunática. Nadie puede hacerme daño. Yo soy un ser más poderoso de lo que tu te imaginas.
-Mientras más grandes son, más dura es la caída.
-Estas muy confiada en que lograrás eso.
-Pero si ya lo hizo.
-¿Qué...? -El señor y Susan miraron a Atienne. Él estaba en el marco de la puerta. Su cuerpo era más grande, mucho más fuerte. Su cabello era más largo y sus ojos resplandecían de un intenso plateado. -¿Atienne? -Susan miro a su señor. ¿Entonces su señor sabía que él no era Etienne? -¿Qué haces tu aquí?
-Proteger lo que es mío. -Atienne extendió las manos, de ellas salio una pequeña luz que fue creciendo hasta convertirse en una esfera de energía. -Aléjate de ella.
-¡Ella es mi propiedad! -El grito del señor hizo que toda la mansión temblara.
-Corre Susan. -Atienne arrojo la esfera. Luz, tanta luz que no le permitió ver nada por un momento y luego todo fue oscuridad. -¡Susan! -Atienne tomo su mano y corrio con ella.
-Atienne. -Susan sintió una mordida, el dolor se extendió por todo su cuerpo. -¿Qué...? -Las sombras que ella había visto el primer día en la mansión estaban rodeándola.
-Sombras, hijas de la maldad y la sangre. -Susan miro como las sombras se transformaban en extrañas criaturas con garras y colmillos enormes.
-¿Cómo sabes...?
-¡Cuidado! -Una de las criaturas se arrojo sobre Susan y Atienne se puso en medio. La criatura se alejo gritando y todas las sombras retrocedieron.
-¡Atienne! -Susan miro la herida en el brazo de Atienne. La sangre lo cubría, sangre color...-¿Rojo?
-¡Corre! -Atienne salio por la puerta que conducía al jardín. Entraron al laberinto. Susan sentía la adrenalina correr por sus venas a toda prisa y no la sentía sólo por las horribles criaturas que la seguían, también temía por la criatura que la acompañaba.
Entraron al escondite secreto de Susan y la pequeña. Atienne dijo unas palabras y una luz los rodeo.
-Estaremos bien. -Susan dejo de ayudarlo a estar en pie y se alejo de él. -¿Qué ocurre?
-Tu sangre es roja...-Susan lo miro a los ojos. -¿Qué...? ¿Eres...?
-Soy un humano. -Susan dejo de respirar.
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La Dama del Vampiro.© [Completa]
Vampire"-Me consideraste peor que una basura. Ahora, déjame demostrarte en lo que me convertí." Esta es la segunda parte de "La Esclava del Vampiro". Te invito a leer la primera parte. Advertencia: Esta historia contiene escenas para mayores de 18 años, l...