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Es un día nublado en Gravity Falls, Pacífica miraba por la ventana en uno de los cientos de cuartos de la mansión North West con una vista perdida mirando el pueblo, es cuando se aburre y decide fugarse e ir con los Pines a divertirse, pues ha establecido una amistad con ellos con el tiempo y más con Mabel.
Ya al llegar a la Cabaña del Misterio, ve por primera vez a Bill por más de que él llevara un buen tiempo en el pueblo, es cuando ella le entra la curiosidad de conocer al muchacho y le dan celos a Mabel, llegando a hacer risas nerviosas como de costumbre cuando no se siente bien.

–Bueno, es un gusto conocerte Bill, soy Pacífica –se presenta la muchacha.

–El gusto es mío, Pacífica –responde cortés a la chica.

El día pasa volando, Bill ya llevaba más de un mes en el lugar, ha obtenido la confianza de Dipper y Mabel por completo, la confianza de Stanley a medias y de Stanford es obvio que ni un poco. Del resto como Wendy y Soos pues también ha conseguido su confianza, tal como llevaba a cabo su plan, todo va a la perfección por el momento, no se acerca tanto a Ford para que no sospeche, así que cuando tiene su oportunidad se acerca como en ocaciones si va cargado de cosas ayudarle y aprovechar de charlar, él sabe el tiempo que necesita para poder tener su confianza después de todo lo que le ha sucedido como para que obtenga sus respuestas, que logre ser el aprendiz de Ford y saber todo para traicionarle tomándolo de prisionero, dominar primero Gravity Falls y ya con la solución de salir al resto del mundo, poder llevar a cabo el Raromagedón al mundo entero.
Un plan malvado que debe tener mucha paciencia y frialdad en el corazón, cosa que Bill siente que es capaz.

Ya había caído la noche, las cámaras como ya de costumbre estaban siempre activas y los niños tanto como Bill ya estaban durmiendo, solo estaban Stan y Ford en la sala, viendo una película, sentados en el piso y ambos apoyando sus espaldas en el mismo sofá que Stan suele sentarse para descasar.

–Realmente extrañaba esto contigo, Ford –comenta a su hermano.

–Lamento haberte golpeado cuando debí agradecerte de salvarme la vida, casi descubren el aparato pero debí entender tu intensión, perdón y gracias, Stanley.

Él queda mirando a su hermano, después de todo tarde o temprano le agradece, pudieron luego llevarse bien de a poco pero después de todo escucha las palabras. Tan solo le sonríe, mira hacia otra parte con tal de escuchar algún ruido por si alguno de sus sobrinos nietos se acercaba, no hubo nada de ruido por suerte, así que se dirige a ver a Ford quien le queda mirando extrañado y le roba un beso medianamente duradero, por suerte no fue brusco como esperaba ser, y al separarse de los labios de Ford vio su expresión de asombro y gusto en sus ojos, su tenue sonrojo en las mejillas y dejándolo sin palabras.

–Ni creas que no me doy cuenta de la manera en que me miras, Stanford –le dice de forma pícara.

Esta vez Ford es quien besa a Stan y esta vez ambos correspondiendo el beso. Poco a poco se vuelve más rápido el beso al punto de separarse con jadeos leves y miradas que dicen todo lo que sienten.

–Está vez no te dejaré dormir solo ni en el laboratorio ni en el sofá –declara apagando el televisor, levantando a su hermano como si se tratara de una delicada princesa–, duermes conmigo porque no quiero que estés solo, Ford. Vamos a la cama, ¿si?

–Ok, Stan –responde con un bostezo y acurrucándose en el pecho de su hermano–, solo no ronques mucho.

–No prometo nada –bromea sacándole una pequeña risa a su amado.

Hi, S T R Δ Π G Σ RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora