๑ Kᴀᴍɪɴᴀʀɪ Dᴇɴᴋɪ ๑

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____ y cierto rubio caminaban juntos a su casa, posiblemente a vaguear todo el día o jugar algún que otro videojuego Y hacer la tarea.

--Hey--

Le llamó la morocha, quien era apenas más baja que el chico. Podría deducirse que media un metro setenta.

--¿Me cargas?--preguntó sonriente, y algo sonrojada-- Es que no quiero caminar y tengo sueño.-- tras ello comenzó a jugar con un mechón de cabello algo enrulado, nerviosa.

--Claro.--

Kaminari se le acercó y se dio vuelta, tras agacharse.

--Uno... Dos... ¡Tres!

Por inercia la chica saltó a sus espaldas y se acomodó.

--Intenta no dormirte...

Giro su cabeza al no recibir respuesta y vaya que se llevó una sorpresa al observar que ya estaba dormida al cien por cien. Mas que nada porque tenía sueño de pluma, es decir, ligero. Se despertaba con el más mínimo ruidito. Se observaba bastante bella, por lo menos ante sus ojos. Había un grupo de pelos rebeldes que saltaban en su frente y toda su cabeza, además tenía apoyado su mentón en su hombro acompañada de sus perfectas ojeras violetas, símbolo de no haber dormido en días. En ese momento, al tenerla dormida y encima suyo, tuvo una gran necesidad de besarla, pero rápidamente borró la idea de su cabeza y comenzó a caminar hacia su casa.

(⚪⚪⚪)

El camino se le estaba haciendo demasiado largo. Aveces, cada tanto la chica hacia movimientos -aún dormida- demasiado provocativos para su mente, lo que le ponía demasiado nervioso.

Pero finalmente, después de años y siglos, llegaron a su casa, uno dormitando y otro, por así decirlo, exitado.

Entró a su casa y tras cerrar la puerta, se dirigió rápidamente a la habitación.

Apoyó suavemente a la chica en su cama, y observando la posición en la que estaban solo podía sonrojarse y malpensar la situación.

Se alejó de ella cuestionandose si debía despertarla, y mientras la observaba, aquel deseo de besarla lo consumió totalmente.

Luego de invadir su espacio personal por así decirlo, sin preámbulos beso suavemente sus labios, creyendo que sabrían dulces y suaves, pero se llevó una sorpresa al saber que sabían amargos y secos. Sin duda, mucho mejor que el ibuprofeno de naranja, esta era la mejor droga que había probado en su vida.

Continuó el beso y por pura inercia introdujo su lengua entre sus labios, sin ser correspondido obviamente por que ella estaba -raramente- dormida.

Tras terminar aquel suceso en busca de aire, con su cuerpo emanando un increíble calor, observó como la chica se despertaba.

--Oh, hola Denki.

Bostezó entre palabras y estiró sus brazos, haciendo que el chico de alguna manera imposible malpiense aquella pose.

--Oye, ___.

--Dígame--

Sonrió, causando que su corazón comenzara a latir con fuerza bombeando -de alguna manera- su amor.

--Mierda.

Se tomó de los pelos frustrado, y se tiró boca arriba a su propia cama color rojo puro. La acompañante le miraba confundida.

--Me gustas.

Se apoyó en sus brazos mientras la observaba de cerca.

--¿Eh...?

El silencio que se presentó por algunos segundos fue asesinado brutalmente por un suspiro de asombro proveniente de la chica al notar que el rubio la besaba excesivamente fuerte. Al segundo mordió su labio, sacando de la boca de la morocha un gemido leve de dolor, abriendo paso a su rebelde lengua, quien comenzó a saborear, otra vez, su interior.

Ambos terminaron aquel beso, sonrojados y en busca de aire.

--Tú... Tú también me gustas, Denki.

--Bien, pero no te arrepientas de lo que va a pasar...

Murmuró el nombrado a su oreja, seductoramente.

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editado el 13\11\2018

oof era un gran cáncer.




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