Capítulo 10

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Lylum nunca supo cuándo habían entrado todos a la nave, se había quedado paralizada al ver semejante escena. Miró aterrada como la flota naves llegaba a toda velocidad y disparaban indiscriminadamente contra toda la ciudad.
En cuestión de segundos los gritos, lamentos y súplicas reinaron en el aire. Algo, no supo exactamente qué, la hizo salir corriendo nuevamente al interior de la ciudad.

Todo estaba en caos. La cantidad de destrucción era impresionante, al correr no dejaba de ver como cientos de personas eran brutalmente masacradas, y cada vez que lo presenciaba; era como si en su pecho algo se rompiera. Si bien estaba aterrada, nada se comparó con lo que sintió al ver a los invasores de la ciudad.
Horridas criaturas de aspecto bestial, que a su parecer; disfrutaban de la devastación que dejaban a su paso. Siguió corriendo hasta que llegó al mercado, o lo que quedaba de él.

Todos los puestos estaban destruidos y cubiertos en fuego, y las alfombras de cadáveres humeantes hacían que la atmosfera espectral incrementara en el lugar. Recorrió unos cuantos callejones hasta finalmente encontrar lo que buscaba.
Entró en las ruinas humeantes de un pequeño local de prendas. Estaba oscuro, al menos hasta que entró. La luz celeste que emanó de su ser iluminó el lugar por completo, cubrió su boca con ambas manos al ver como todo estaba destruido y manchado con sangre.

—No... —corrió apresuradamente a socorrer a la anciana que yacía tendida en el suelo con un agujero en su estómago, ella colocó sus manos y acarició su avejentado rostro.
La anciana reaccionó, abrió los ojos y se comenzó a hiperventilar. Pero una vez que vio el rostro sonriente de Lylum se tranquilizó.

—Mi niña... —dijo con una voz tan débil que logró hacerla estremecer—. El mal ha llegado, mi niña, y solo tú puedes vencerlo...

—¿Cómo puedo hacerlo? Ni siquiera sé quién soy —rompió en llanto, sus lágrimas eran cristalinas como el agua de un manantial.

—Venga ya... —limpió trabajosamente su lágrima y esbozó una sonrisa—. Tienes mucho poder... Más del que te imaginas, solo necesitas saber controlarlo.

—¿Cómo?

—Encuentra las respuestas a todas tus dudas, y solo así lograrás cambiarlo todo —la anciana fue azotada por una serie de violentos espasmos, nuevamente la miró mientras un hilo de sangre se escurría por su nariz—. Ahora lo entiendo... al ser algo tan maravilloso... solo podías ser uno de ellos —sonrió, Lylum no comprendió aquello, sin embargo pudo sentir un calor que emanaba de su interior, como si por unos instantes las cosas comenzaran a cobrar sentido.

—No puedes irte.

—Tengo que hacerlo mi niña... mi destino finalmente se ha cumplido, pero el tuyo... el tuyo apenas comienza —sujetó sus manos—. Has de este un mejor universo, tú... mi bello Guardián...

Finalmente sucumbió, cerró sus ojos con lentitud y quedó en silencio para siempre. Lylum se recostó en su pecho y lloró desconsolada, no llevaba mucho tiempo despierta, y estaba segura de que sentir dolor era la única forma de saber que estaba viva. Y así quedó, las explosiones y el caos no menguaban pero seguía ahí, junto a ella.
De pronto escuchó como algo entraba al local. Se levantó con rapidez y cuando estuvo a punto de esconderse un explorador entró. El Untark levantó su arma y ella se quedó quieta.

—Por favor... —dijo ella, el Untark la miró sorprendido y accionó su arma, apuntó directamente contra ella y justo cuando iba a disparar, Lylum volvió a hacerlo.
Una honda expansiva emanó de su cuerpo cuando ella se cubrió, la energía arrojó con fuerza al Untark y lo estrelló contra la pared, no se levantó después de eso. Todo había quedado en silencio, se acercó a la entrada y fue cuando escuchó disparos. Nuevamente regresó y buscó un escondite, se ocultó tras un estante y miró aterrada la entrada, después de un par de minutos, Jonh y Marco entraron.

INFINITY: El Último Guardián (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora