En cuanto vi a Niall en el parque de diversiones el mundo se me vino encima. No podía dejar que me viera con Harry, ni Harry podía ver que conocía a Niall.
"Vamos a la montaña rusa" dije caminando hacia esa dirección.
"¿Y tú algodón de azúcar?" Harry preguntó confundido.
"Déjalo así, al rato nos lo comemos" volteé hacia la dirección donde Niall se encontraba, que afortunadamente no me había visto, "vamos".
Entonces, por fin lo perdí de vista. Harry y yo seguimos con nuestra tarde romántica y Niall nunca volvió a aparecer ese día. Al atardecer recordé lo de la noche anterior. Y fue lo peor.
"¿Qué pasa princesa?" Harry preguntó dándome la mano.
"Ah, Harry" hice una pausa, "en verdad lo que hicimos fue una estupidez"
"¿Ir al parque de diversiones?" Harry me miró algo confundido.
Bajamos del carro y me apresuré a llegar al cuarto donde dormíamos.
Busqué entre las cosas que había comprado en el super para mi y saqué una prueba de embarazo. Harry me siguió y al parecer vio esa cajita. Su cara se volvió seria.
"Soy... un idiota" se agarró los rulos y comenzó a dar vueltas por la habitación.
"Esto es el colmo" comencé a llorar. Podría estar embarazada, pero tendría que esperar unos días más para la prueba.
Esa noche ni Harry ni yo pudimos dormir, los dos estábamos absortos en nuestros pensamientos, ansiosos por saber que pasaría con la prueba.
Transcurrieron los días y los dos estábamos ausentes. Simplemente eso. No había ido a casa de Niall a recoger el dinero, ni siquiera me importaba ya.
Una tarde de viernes, Harry estaba en el trabajo mientras yo miraba algún programa ridículo en la televisión, hasta que me acordé de la prueba. Subí rápidamente las escaleras y la tomé, me fui al cuarto de baño y esperé...
Esperé a que diera el resultado.
Lo miré.