Una vez que me puse mi camisa de nuevo, bajé las escaleras para encontrarme con Niall, Zayn y Perrie.
"Los veré luego" sonreí, "un gusto conocerlos, chicos"
"El placer es nuestro, linda" Perrie me abrazó.
Entonces me fui camino a casa, meditando lo que le diría a Harry sobre el bebé, tendría que ser fuerte, no llorar y estar decidida. Pero estaba muy nerviosa porqué no sabría como reaccionaría. Tomé el camión que me llevaba a casa y me senté en un asiento que daba hacia la ventana.
Al lado de mi había una chica con el cabello perfectamente esponjado y con chinos, sus ojos cafés sonreían más que sus labios.
"Disculpa, ¿de casualidad no sabes dónde está The X Factor?" me preguntó.
"Oh, no, lo siento, no soy de aquí" sonreí algo distraída.
"Está bien, no te preocupes" dijo riendo, "¿Cuál es tu nombre?"
"___, ¿el tuyo?" le dije sonriendo.
"Danielle" me estrechó la mano.
"Tengo que bajarme aquí, Danielle, espero verte luego" dije agarrando mis cosas.
"Nos veremos pronto, linda" se despidió.
Me bajé en la parada Washington y caminé hacia al privada. Estaba demasiado nerviosa. Entré y Harry se encontraba en el cuarto donde trabajaba.
"¿El paseo te ha servido?" sonrió.
"Mucho" mentí.
"¿De qué me quieres hablar?" se volvió hacia el ordenador.
"Harry, tienes que escucharme" le dije.
"Te escucho" me dijo sin mirarme.
Tomé su mentón y lo miré a los ojos, seria. Entonces comprendió que el asunto era de suma importancia, apagó el ordenador y se sentó en el suelo, junto conmigo.
"Debo decirte dos cosas" le dije.
"Dimelas" dijo con una expresión seria.
"No es sencillo" mis labios comenzaron a secarse y mi corazón a acelerarse.
"Me estás asustando" Harry tomó otra posición.
"Debo decirte que.." tomé aire, "necesito ver a mi familia, hablarle, hace demasiado tiempo que no los veo, están preocupados por mi, te lo aseguro. Necesito continuar mis estudios, quiero ser una mujer exitosa en la vida, contigo o sin ti, pero quiero serlo.
Y la cosa más importante, somos unos tontos... Estoy embarazada" bajé la mirada.
Pero él agarró mi barbilla y me miró a los ojos. Sus ojos color esmeralda miraban los míos color avellana.
