Dejé el plato de cereal en la barra y corrí hacia la puerta principal. Cerrada con llave. ÉL LO SABÍA.
Comencé a llorar desesperadamente hasta que se me ocurrió una idea: salir por la ventana de la habitación. Subí las escaleras y abrí la ventana de la habitación de Harry con fuerzas. Estaba furiosa, hacía un frío espantoso.
Había un árbol y una de sus ramas era gruesa, así que salté y la alcancé; desafortunadamente mi pierna estaba demasiado débil, así que caí en unos arbustos y sólo conseguí rasguños y que mi pierna se hinchara.
Harry vivía en una privada muy bonita, así que cojeando fui hacia la reja donde un oficial estaba tranquilamente dormido.
"Lo siento, ¿oficial?" comencé a jalarlo ligeramente, "necesito ayuda"
El oficial se despertó de un golpe y dijo "¿qué sucede, niña?"
"¿Dónde estamos?" pregunté desesperada. Me miró a los ojos y al cabo de un momento respondió.
"Privada Sant...
"No me refiero a eso, la ciudad" grité desesperada.
"Londres, niña" respondió asustado.
Empecé a llorar, estaba a kilómetros de mi hogar, nunca llegaría.
Abrí la reja y salí corriendo y cojeando, llorando. Corrí sin rumbo, hasta que llegué al centro de Londres. Estaba exhausta, juré que iba a desmayarme.
Toda la gente pasaba caminando, hablando por teléfono, paseando al perro... Necesitaba ayuda.
Entonces vi a una señora de mayor edad caminando con su sombrilla en la mano, la tomé por sorpresa y pensé que le iba a dar un infarto.
"¿QUÉ QUIERES, NIÑA?" gritó desesperada, rogando por que le soltara el brazo.
"Sólo unas monedas para hablar a mi casa, estoy perdida" supliqué.
Me miró y me dio monedas y un billete, su mirada se volvió comprensiva.
"Ojalá regreses a casa, al parecer no eres de aquí" sonrió un poco.
"Soy de Latinoamérica, estoy perdida, pero gracias señora" salí corriendo a una tienda de viajes y compré una tarjeta a larga distancia, me fui a un teléfono público y marqué a casa...
Nadie contestó. Empezó a llover, parecía un diluvio.
No tuve más remedio que salir corriendo en busca de un banco para sacar algo de dinero y largarme de allí.
Todos se refugiaban bajo sus sombrillas o edificios, menos yo, yo buscaba desesperadamente un banco sin preguntar, no quería hacer el ridículo, hasta que alguien me tomó por el hombro.
"¿Estás loca? ¿piensas andar así como si nada por la calle con este diluvio?" un chico rubio de ojos profundamente azules me miró incrédulo.
"Necesito ayuda" respondí sin más.
"¿Qué necesitas?" soltó mi hombro y me dio su chaqueta. "Anda, primero vamos a encontrar un lugar sin lluvia y luego me dices que pasa, ¿Cuál es tú nombre?"
"___" le dije mientras caminábamos hacia un café.
"El mío es Niall, chicaquelegustamojarse" soltó una carcajada.