Niall soltó una carcajada y me miró a los ojos. "¿Estás de broma hoy?"
"No lo estoy, es verdad" me enfureció que no me creyera.
"Ah, vamos, déjame decirte ahora yo la verdad" se acercó lentamente a mi, sus ojos me miraron llenos de tranquilidad y pasión a la vez, su sonrisa perfecta iba acercándose a mis labios, sentía su respiración cada vez más cerca. Me besó.
No esperaba que el me besara, pero le seguí el beso, le seguí hasta llegar a la cama. Se quitó la camisa, sus cabellos alborotados cubrían su frente, sus lunares perfectamente acomodados por todo su torso desnudo me volvían loca.
Me quitó la camisa que llevaba puesta, hasta que solo traía el brasier.
"Niall" dije encima de él, "no puedo, debes escucharme".
"¿Cómo es que voy a escucharte cuando te tengo en frente de mi, sin camisa y con esos ojos ardientes?" me dijo mordiéndose un labio.
"No soy de aquí" hablé en español, "¿lo ves?"
Entonces abrió mucho los ojos, se levantó y su cara tomó una expresión seria.
"Lo... Lo siento, debí escucharte" acarició mi cabello.
"Estoy embarazada" solté a llorar, abracé sus perfectos hombros, sentía su piel encenderse, me encantaba.
"Tranquila, todo saldrá bien" me dijo abrazándome a un más fuerte.
"¿Qué hago?" dije sin soltarlo.
"Voy a golpear a ese maldito" me soltó y me miró a los ojos.
"Estás completamente loco" dije, "no puedes Niall, no quiero que te hagan daño".
"Tengo que hacerlo" se defendió.
"Será nuestro secreto, me compraré un teléfono y te llamaré cuando pueda, iré a visitarte" le prometí, "recuerda que no puedo irme de Londres, por lo menos hasta que se hayan calmado las cosas, haré amigas, y amigos"
"Contarás conmigo, con Perrie y con Zayn" me aseguró.
"Tengo que ir a casa" bajé la mirada.
Me besó. Se apartó de mi, se colocó su camisa, sonrió y dejó la habitación.
Sentí mi estómago. Pronto tendría una vida nueva. Un bebé al que debía enseñar a no caerse, a dar sus primeros pasos, a hablar, le enseñaría a amar, tendría un buen padre, un buen tío, una buena vida. Probablemente no tendría hermanos, probablemente sí, tendría que llevarlo a la escuela, ayudarle con sus tareas, defenderlo, amarlo, hacerle cosquillas.
Todavía no tenía ni dos semanas de haberse formado y ya lo amaba con toda mi alma.
