"Has dormido mucho, princesa" Harry besó mi frente y se levantó de la cama. Sonreí algo confundida.
"Quiero irme a casa" dije a punto de llorar. "Mi pierna me duele"
"No puedo dejar que te vayas, necesitas descansar" Harry tomó mi mano por unos segundos.
"Sólo quiero irme a casa, quiero a mi hermano" dije llorando a mares.
Estuve así toda la tarde, Harry a mi lado, acaricándome el cabello y explicándome que no me podía dejar ir porqué yo le pertenecía y que mi pierna estaba fatal. Hasta que me tranquilicé y me quedé profundamente dormida.
Desperté a la mañana siguiente con los ojos hinchados. La sudadera de Harry había desaparecido, y ahí es donde tenía la dirección de Niall.
Corrí hacia la sala donde estaba Harry viendo el americano, se sorprendió al verme.
"¿Que pasa, princesa?" Se levantó inmediatamente.
"Necesito tu... Sudadera" sonreí falsamente.
"Pero está en la ropa suc...
"Perfecto, la recogeré, es que me encanta, ¿me la puedo quedar, cariño?" Dije de la forma más encantadora que pude.
"Claro que sí, princesa" sus ojos se iluminaron y volvieron al televisor.
Cojeando, fui hacia el cesto de ropa sucia y saque la sudadera, me la coloqué y cogí el pedazo de papel que estaba en una de las bolsas, lo metí en el cajón de la mesa de noche y me fui corriendo hacia donde Harry, entonces me armé de valor y lo besé.
Era un beso francés, relativamente perfecto, al principio el y yo nos sorprendimos de lo que sucedía pero ninguno de los dos dijo nada, el beso fue aumentando y se hizo más largo, más sensual, con más pasión.
Harry me cargó con cuidado y aún besándome, me llevó hacia su habitación.
