Lucía
Me despierto a las seis de la mañana, es sábado y quiero morir. Nunca despierto los fines de semana temprano, suelo levantarme de la cama cuando mi cuerpo o mi madre lo pide a gritos. Generalmente es la segunda.
Sin embargo, he madrugado para llegar temprano a la biblioteca de la Universidad. Una locura, lo sé pero hice un trato.
El trato fue sencillo: Nicolás me lleva al cine y yo le doy tutorías. Es bastante provechoso para mí, en primer lugar porque mis padres están cortos de dinero a causa de la cuota de la Universidad y, además, adquiero experiencia para los años siguientes. Pretendo ser tutora para ganar créditos extras pero en primer año no se permite. Aún así, sé que Nicolás también ganará con él.
Nicolás es, en definición, lo contrario a mí. Llega tarde, se duerme en clases, siempre parece estar apurado y preocupado, y desaprueba la mayoría de las veces. No obstante, sé que es brillante. Quizás está pasando por un mal momento, quizás su novia lo dejó o su padre no le presta atención. No lo sé pero la alarma de incendios de mi cabeza se enciende cada vez que hablo con él.
Y es por ello que a las siete menos diez de la mañana me encuentro en la puerta de la biblioteca, la que permanece aún cerrada, con el desayuno a olvidado en casa por el apuro. Que bueno que me duché la noche anterior.
Espero que Nico se apure, ya me estoy aburriendo. Y los escalones de la entrada son un dolor de trasero, literalmente hablando.
La anciana bibliotecaria llega cuando el reloj marca las seis y cincuenta y ocho. Le agradezco con el alma que haya decidido venir a trabajar hoy. ¡Jesús, mi trasero está congelado! ¿Cuál es tu problema, clima? ¡Estamos en primavera!
Encuentro un cubículo con facilidad, después de todo soy la única en el lugar. Acomodo mis cosas y voy en busca de los libros necesarios para explicarle a Nicolás.
Miro el reloj, siete y diez. Genial, otra vez tarde.
Me acomodo en la incómoda silla y recuesto mi cabeza en el respaldar de ésta. Voy a terminar con un gran dolor de cuello pero el sueño me está matando.
Poco después, me harto de la dolorosa posición y decido escribir en mi cuaderno un reporte del día.
6.00
Me desperté
6.10
Desayuné (dos tragos de café)
6.15
Salí de casa
6.20
Se me pasó el bus.
6.40
No pasó el otro bus
Papá se apiadó de mí y me llevó a la Universidad6.50
Llegué a la biblioteca
7.00
Entré a la biblioteca
7.15
Esperé
8.00
No hay rastros de él.
8.30
Sigo esperando
9.00
Ni idea donde está, quiero café
9.10
La bibliotecaria me regañó por beber en la biblioteca
10.00
Me rindo
Suelto un gran suspiro y con los humos por las nubes guardo mis cosas con más fuerza de la necesaria. Tres horas, tres malditas horas de espera y ni un mensaje.
Voy a matarlo.
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Los voy a seguir dejando con la duda sobre Nico. Espero mañana poder escribir su punto de vista.
Que tengan un lindo día.
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Mala suerte, Lucy
Teen FictionÉl es un mal estudiante. Ella es el mejor puntaje de la clase. Él es descuidado. Ella es organizada. Él no sabe dónde tiene la cabeza. Ella tiene cada paso planeado. Él cursa primer año por segunda vez. Ella está a punto de terminar el primer año. É...