Lucía
Estoy nerviosa, muy nerviosa. Mis manos sudan y no me extrañaría que otras partes de mi cuerpo pronto lo hagan.
Papá me dejó en el lugar de encuentro cinco minutos antes de la hora prevista. Nicolás no quiere que mis padres me lleven a su casa porque afirma no estar preparado. Y me asusta, como los mil demonios.
Me he dado cuenta de la realidad económica de Nico incluso sin que él lo haya mencionado. Se esfuerza demasiado y me ofusca no saber cómo ayudarlo más que darle tutorías.
Sin embargo, no tengo miedo de cruzar la frontera imaginaria de la ciudad para adentrarme en zonas carenciadas, no, lo he hecho con anterioridad. Me asusta que él crea que mi familia y yo somos superficiales, que crea que lo vamos a juzgar por tener menos dinero. Y no puedo dejar de darle mil vueltas a ello.
Nicolás llega a la hora estipulada e intento dedicarle mi mejor sonrisa. No quiero que note mis nervios.
-Hola, tú.
Sonrío.
-Hola, Nico.
Y tal como he hecho los últimos días, deposito un beso en su mejilla.
-¿Lista?
-Súper lista.
Espero que no huela las mentiras.
Me extiende un casco y rápidamente me lo coloco. Subo tras él en su motocicleta, acomodándome entre el cajón que utiliza para repartir comida y él. El espacio es estrecho pero no me quejo.
Llegamos a su casa a las diez de la mañana, unos cuantos minutos más tarde a decir verdad. El frente es de color verde y está desgastado en muchos lugares a causa del paso del tiempo y la humedad, tiene un pequeño jardín que en algún momento imagino que tuvo vida y rejas en la puerta y ventana.
Traigo en mi mochila torta de chocolate que mi mamá insistió en hacer y no dudo en sacar el tupper antes de dar un paso por el camino de entrada. Mi madre detesta que vaya a una casa sin llevar comida, dice que es de mala educación y como soy un desastre en la cocina ella es la encargada de hornear por mí.
Camino tras él los diez pasos que separan la acera de su casa, se ve tenso y no puedo culparlo. Estoy a punto de conocer a su hermana y su intimidad.
-Pasa -abre la puerta y me hace una señal con la cabeza.
Entro rápidamente y suelto un leve "permiso", sin saber muy bien que hacer. ¿Por qué es tan tenso el momento?
Suelto el aire contenido en mis pulmones e intento relajarme. Nico y yo hemos dados pasos gigantes desde que nos conocimos poco tiempo atrás. Creo que somos una especie de pre-pareja pero no me animo a preguntar. ¿Me invitaría a su casa de ser sólo amigos?
-Iré a despertar a Bri, ponte cómoda.
Camino hacia el interior de la cocina, es pequeña y está bastante vieja pero está sumamente limpia. Me siento en una de las sillas frente a la mesa y juego con el recipiente mientras espero.
Escucho pisadas acercándose a toda prisa y levanto mi mirada de la mesa. Una pequeña niña corre hacia mí en pijama y descalza, con un equilibrio sorprendente para su edad. Su cabello es oscuro como el de Nico pero tiene rulos por doquier.
-Hola -saluda a un metro de mí. Sonríe y creo que voy a morir de amor, es muy tierna.
-Hola, Bri- sonrío de vuelta-. ¿Quieres desayunar?
Suelta un pequeño grito de alegría y corre hacia mí nuevamente, me abraza por la cintura y no puedo evitar corresponder su abrazo. La levanto del suelo y la siento sobre mis piernas.
-Nico habla mucho de ti.
Busco con la mirada a su hermano mayor, quien nos observa desde el marco de la puerta con un par de medias en la mano y un pequeño sweater.
-Habíamos acordado que eso era un secreto, Bri.
Sus labios se estiran en una amplia sonrisa y puedo ver en la niña a Nico. Debe haber sido muy adorable a su edad.
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Mala suerte, Lucy
Teen FictionÉl es un mal estudiante. Ella es el mejor puntaje de la clase. Él es descuidado. Ella es organizada. Él no sabe dónde tiene la cabeza. Ella tiene cada paso planeado. Él cursa primer año por segunda vez. Ella está a punto de terminar el primer año. É...