Epílogo

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Cinco años después

Seco mis sudorosas manos en el pantalón de vestir que mi madre me obligó a utilizar, mi nivel de nerviosismo supera al que tuve el día en que presenté mi tesis. ¿Me volverán a llamar si salgo corriendo utilizando como excusa dolor de panza?

ꟷSales en cinco minutos.

Asiento con la cabeza y me replanteo nuevamente correr. No debe ser la primera vez que los dejan plantados, ¿o sí?

ꟷTranquila, lo harás estupendo.

ꟷMe caeré o, peor, vomitaré.

Thiago niega con la cabeza, sabe perfectamente que estoy exagerando, mientras soba mi espalda intentando que entre en calor en un vago intento.

ꟷ¡Oye! ¡Te graduaste con honores, ahora sal y dale a eso jóvenes una charla motivacional de la que no puedan olvidarse ni dormidos!

ꟷPero...

ꟷ¡No me obligues a llevarte yo mismo! Ambos sabemos que pasaremos vergüenza.

Bufo en respuesta y acomodo mi cabello para tener mis manos ocupadas.

ꟷ¿Sabes si mi padre...?

ꟷ¡Es hora, Lucía!

Miro a mi primo una última vez con ojos llenos de pánico. Él me alienta una vez más y con las manos me dice que es hora de salir.

Tomo una bocanada de aire que llega a ahogarme y con pasos temblorosos salgo al auditorio de mi antigua universidad, el cual se encuentra lleno, esperando escuchar a la ex alumna de la que todos sus profesores hablan.

Camino hasta donde se encuentra la pantalla y hago una seña con la cabeza al encargado de audio para que enciendan mi micrófono. Ya es tarde para salir corriendo.

ꟷBuen día –comienzo-, me alegra saber que no son tantos. Estuve a dos segundos de desmayarme, buen comienzo ¿no creen?

Escucho una leve carcajada grupal proveniente del público y decido relajarme, me han elegido por algo y quiero llenar de motivación a las personas que se encuentran frente a mí, que al igual que mi yo joven, deben estar llenos de dudas.

Y es así como les hablo con emoción sobre mis años en el exterior, sobre cómo conseguí una beca para estudiar en Estados Unidos y luego para terminar mi carrera en Italia. Les cuento sobre los problemas que tuve que atravesar, cómo robaron mi valija al llegar donde tenía toda mi ropa y parte de mi material de estudio.

Los escucho reír, los miro sonreír y asentir y sé que he hecho lo correcto al acceder salir. Mi vida no resultó ser como había esperado, perdí a dos novios y a una mejor amiga en un año pero todo ello me ayudó a darme cuenta que mis posibilidades no debían cerrarse sino que ya que nada me retenía podía abrir mis alas de pichón y simplemente volar.

Muy cliché pero totalmente cierto.

ꟷ¿Alguien tiene alguna pregunta?

Veo muchas manos alzarse y siento mi pecho estallar en alegría. Mis palabras les han gustado y no puedo sentirme más que agradecida por ello. No puedo ver sus rostros, las luces me ciegan por lo que le pido a la directora del programa de becas que le ceda la palabra a alguno de los interesados.

ꟷ¿Cuál es tu nombre y tu pregunta?

ꟷBuen día, soy Nicolás.

Mi cuerpo entero se vuelve de piedra al escuchar su voz y paradójicamente mis piernas comienzan a flaquear cuando pronuncia su nombre. Ahora creo realmente que desmayarme no es una mala opción.

ꟷ¿Qué te impulsó a realizar este viaje?

Me quedo en silencio unos segundos, intentando divisar algo más que su silueta. Necesito verlo, tocarlo y preguntarle por su vida. Necesito saber sobre Brisa, su mamá y sobre si tiene pareja actualmente.

Los primeros días lejos de él fueron un martirio, saber todo lo que había abandonado y todo lo que le quedaba por abandonar, saber que no quería mi ayuda y que posiblemente no volviera a verlo, todo ello me destruyó. ¿Cómo podía decirle frente a tanta gente que él me había impulsado a buscar nuevos caminos?

ꟷSiempre fui consciente que la mejor manera de aprender es viajando –comienzo diciendo una mentira que no es del todo falsa y que suena lo bastante convincente- y algunos inconvenientes familiares me hicieron percatarme que mi lugar ya no se encontraba en este país. Mi padre, quien es mi guía, me animó a averiguar sobre cursos, sobre idiomas y sobre todo lo que pudiera ayudarme a expandir mis horizontes pero sin embargo me rehusaba. Una noche llegó a casa y entro a mi habitación mientras estudiaba para un examen, arrojó un folleto sobre mis hojas y simplemente me dijo "Encontré la solución, ponte a estudiar esto". En ese momento supe que el destino me estaba llamando a los gritos y que necesitaba luchar para ganar esa beca.

ꟷMuchas gracias.

Contesto el resto de las preguntas, no muy consciente de lo que digo pues mi mente se encarga de reproducir memorias que creí olvidadas. Termino finalmente la charla, con un nudo en el estómago y queriendo correr, pero no fuera del auditorio, sino a sus brazos.

ꟷOye, estuviste magnífica.

Le sonrío a mi primo y me disculpo con la gente que quiere hablarme, alegando que necesito ir al baño –es una excusa bastante creíble luego de tomar una botella entera de agua y hablar por hora y media-. Escapo del auditorio y busco por los pasillos sin saber realmente a donde mirar, todo ha cambiado en este tiempo lejos y posiblemente él también.

¿Y si no quiere verme? ¿Y si no fue él y mi mente me engañó?

ꟷ¿Lucy?

Giro sobre mi propio eje y me quedo congelada frente a él, quien me sonríe de manera tímida como aquella vez que me pidió ser su novia. Luce tan maduro, tan experimentado que siento que ya no lo conozco

Y a pesar de ello no puedo evitarlo, pese a que mi cordura grita que no lo haga, corro hacia él y lo abrazo.

Y creo que soy feliz nuevamente.

 


Mala suerte, LucyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora