Sin Miedo A Nada [StrangeIron | IronStrange]

Recibimiento hostíl

Durante todo el viaje no hizo más que pensar en Steve.
No quería verlo más, el solo recuerdo de su estúpido rostro le provocaba náuseas y estaba seguro que no era por el vuelo.

—Señor—informó Friday—Estamos a punto de aterrizar.

Ajustó su cinturón y espero a que el jet tocara la pista, cosa que ocurrió al cabo de cinco minutos.
Ni bien abandonó el avión sus pies lo dirigieron al ascensor.

Lo primero era chequear la seguridad de los miembros del equipo y luego tratar el asunto del extraño que irrumpió en su torre.

¿Qué estarían haciendo todos a aquella hora? Aún era temprano así que probablemente los encontraría pasando el rato en la sala viendo alguna película.

Antes de que pudiera darse cuenta el ascensor abrió sus puertas. En el interior de la habitación no vio absolutamente a nadie, así que dirigió su vista a la cocina.

Sus ojos se clavaron en Maximoff sentada en la barra tomando café, te o quizás algún mate, de todos modos lo que importaba era que estaba físicamente bien.

—Stark—gruñó con ira Wanda apenas sus ojos divisaron su figura.

Claro que Tony no notó el odio en sus palabras. Y aunque lo hubiera hecho no le sorprendería en lo absoluto, la muchacha nunca intentó disimular el desagrado hacia su persona.

Muy a pesar de todo ello, no espero nunca que esta lo atacara de la manera en la que lo hizo ni bien intentó acercarse a saludar.

Levantándolo tres metros en el aire, haciendo uso de sus habilidades para restringir el paso del oxígeno a sus pulmones.

—¿Qué está—intentó hablar pero se le hizo imposible con la presión en la garganta.

—¡Eres un maldito!—escupió con odio. La fuerza en el agarre del cuello de Tony se incrementó.

Cuándo su cuerpo empezó a adormecerse supo que no resistiría mucho más.

Pero una voz evitó que cayera en la inconsciencia.

—Sabía que no le tenían especial aprecio pero esto ya es otra cosa—una nueva persona se sumó a la escena. Alto, delgado y vestido de manera extravagante. Sí, era el sujeto de los portales—¿Podrías por favor bajarlo? No quiero tener que lastimarte.

Aquello, a los oídos de la muchacha, sonó como una advertencia. Y Strange lo dijo como tal.

Wanda se giró hacia el hombre, la ira seguía ardiendo en sus ojos resplandeciendo en carmesí.

—Este no es asunto suyo, Doctor—respondió con dureza.

Enseguida una ráfaga carmesí golpeó a Stephen haciéndolo retroceder unos pasos.

—Bien, yo te lo pedí por favor.

Tony, que hasta el momento se mantenía en el aire, observó maravillado como el hombre movía sus manos trazando figuras en el aire. Alguna especie de runas se formaron y fueron a parar al cuerpo de Wanda haciendo que caiga de rodillas y sin poder mover un solo músculo.

Inmediatamente la presión en su garganta desapareció, pero no pudo evitar la caída de tres metros que terminó por fracturarle la muñeca.

Recobraba el aire cuando el hechicero le ofreció la mano para ayudarlo a levantarse.

Aún tenía dudas con respecto a él, pero acababa de salvarle la vida y eso, por el momento, servía para descartarlo como potencial amenaza.

Aceptó su ayuda y tomó su mano.
Cuando hicieron contacto un impulso eléctrico recorrió su cuerpo, fue extremadamente escalofriante. Se obligó a ignorar la molestia en su muñeca, quizá era simplemente el dolor por la caída.