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B.

Esa noche cené—encerrada en mi cuarto para evitar a Sam—y luego me fui a dormir. Apagué las luces, cosa que me resultó extraño ya que nunca lo hacía. Le temía a la oscuridad, no sabía el porqué, pero le temía.

De repente oí unos golpes a mi puerta. Me estremecí.

  —¿Quién es?—pregunté.

  —Soy yo, B, ¿no me recuerdas?—dijo una voz en la oscuridad.

  —¿Quién eres?—pregunté.

Sentí un escalofrío que me recorría el cuerpo.

  —¿Acaso no me recuerdas?—volvió a decir.

  —¡No!¿quién eres?—insistí.

  —¿Cómo puedo decirte quién soy si ni siquiera te recuerdas a tí misma?—su voz me era familiar, sin embargo no podía ver su rostro, la oscuridad reinaba en la habitación.

  —¡Vete de aquí!¿quién eres?¿quién te dejó entrar?.

  —B, soy yo, mi infelicidad es culpa tuya, ¿recuerdas lo que hiciste?, sólo recuerda...

  —¿Qué?, ¿Culpa mía?, ¿de qué hablas?, ¿quién eres?.

  —Sólo recuerda... Y verás—
de repente sus manos me tomaron por los pies, empecé a sacudirme y a patear para liberarme de su agarre.

  —¡Sueltame!—grité mientras forcejeaba.

  —Sólo recuerda...

  —¡Suéltame!¡no recordaré nada!¡no quiero!¡suéltame!

  —¡B!¡calma, calma!¡soy yo!¡soy Sam!—me dijo preocupado mientras me tomaba por los hombros, ¿todo había sido un sueño?¿de quién era esa voz?¿qué hacía Sam allí?.

  —¿Sam?-dije confundida,  entre lágrimas y con la voz quebrada, él me las secó con las yemas de los dedos y me sonrió con dulzura—¿Sam...?.

  —Ya no llores, estoy contigo, ¿si?—estaba paralizada sin poder explicarme aquella extraña pesadilla.

Estaba asustada, hasta que  de repente sentí como él se arrimaba más cerca de mí y me rodeó con los brazos. Puesto que él era más alto que yo apoyó la barbilla sobre mi cabeza.

  —Ya no llores, ¿qué sucedió, preciosa?¿quieres hablar de ello?—negué con la cabeza, él me hablaba con tanta calma y dulzura que era fácil olvidarse de lo que me abrumaba. No intenté librarme de sus brazos, me sentía en paz, era realmente confortable.

Era increíble como este guapo muchacho, que conocía hacía tan sólo unas semanas, me hacía sentir, era increíble como sabía comportarse en cada situación, cuando necesitabas reír él lo hacía, cuando estabas triste y asustada era dulce, tierno y consolador, realmente no comprendía porqué me sentía así, cualquiera lo hubiera echado con tan sólo verlo en su habitación, porque aunque llevábamos casi un mes viviendo bajo el mismo techo seguía siendo un desconocido, o un simple conocido. Esa noche se quedó conmigo hasta que pude volver a dormir, luego se fue a dormir a su cuarto ya que cuando desperté, por la mañana, él ya no estaba.

  —¿Sam?—le dije, me levanté de la cama y empecé a buscarlo por toda la casa. No lo encontré, sólo hallé una nota que decía: "volveré en un rato, tengo asuntos que resolver, te dejé el desayuno listo. No te rías. Espero que te guste. Sam".

Sobre el desayunador encontré un plato de porcelana con unos panqueques medio quemados con crema batida y una fresa.

«Todo un cocinero.»

Amor A Segunda Vista [En Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora