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Sam.

Ella fue por el botiquín y luego se sentó a mi lado. Me miró y me sonrió con dulzura.
-¿Te sientes bien?-me preguntó en un susurro, la miré con los ojos repletos de lágrimas.
-No lo sé.
-¿Quieres contarme qué sucedió?-me preguntó mientras limpiaba mis heridas.
-No-dije perdido.
-De acuerdo-me dijo comprensiva. Un silencio pesado inundó el aire, ella limpiaba mis antebrazos con delicadeza y dulzura pero en silencio. Las cortinas blancas se levantaban majuestuosas por el viento, y el cielo estaba azul y estrellado
-¿Sabes cuál es el sentido de la vida?-me preguntó al cabo de unos minutos. Negué con la cabeza-yo tampoco.
-Tengo que decirte que eres pésima consolando-le dije secándome las lágrimas con la manga de mi sudadera, reímos espontáneamente.
-A lo que me refiero es que cada uno tiene un sentido diferente en su vida-hizo una pausa, ella hablaba con calma y dulzura, su voz era delicada.
Luego de unos minutos, continuó.
-Yo aún no he encontrado el mío, y por lo que veo tú tampoco. Sé que tu corazón está cansado de cargar con tanto dolor, no se cuál sea, pero tienes que ser fuerte, Sam-me dijo mirándome fijamente-lo que haya sucedido quizás te ayude a encontrar tu destino-quise sonreirle pero no encontré las fuerzas.

«No llores, Sam, sé hombre, no llores, no llores»

Mis lágrimas descendieron enseguida convirtiendo mi rostro en un mar sin control, contradiciendo a mis pensamientos.

«No llores, no llores, no llores»

¿Por qué no hacerlo?, era un hombre, pero también era un ser humano. Tenía sentimientos, dolores, alegrías, tristezas, y siempre he oído eso de "llorar es para maricones", mas cada lágrima que salía de mis ojos era un poco menos de dolor sobre mi corazón. Bajé la vista, cerré mis ojos y lloré.
《-¡Papá!¡no me dejes solo!
-Sam, todo estará bien, ¿confía en mí?, y nunca olvides lo más importante que te he enseñado, ¿de acuerdo?》... Ese recuerdo... En mi mente, ¿por qué aparecía de repente?

Sentí cómo ella me miraba atentamente, se quedó quieta, en silencio. De repente sentí su mano posada sobre mi hombro derecho, alcé la vista, sus ojos estaban llenos de compasión, de secretos que quería descubrir, esta chica era especial, era diferente a las demás. Nos quedamos mirándonos unos minutos, hasta que ella se acercó más a mí y se acurrucó a mi lado como un gatito buscando calor; estiró los brazos y me rodeó con ellos por la cintura. Me quedé petrificado. Sentí un cosquilleo que me recorría el cuerpo hasta llegar a mi pecho, allí explotaba y se convertía en miles de mariposas que revoloteaban por mi estómago. Me tomé un segundo para pensar si debía abrazarla o no, mas mi cuerpo actuó por si sólo y sin darme cuenta ella estaba en mis brazos y mi barbilla apoyada sobre su cabeza. Respiré profundo y su aroma viajó por mi nariz, el aroma del shampoo que utilizaba me hizo darme cuenta de que mis flores favoritas, de ahora en adelante, serían las rosas. Me sentía en paz, libre de todo prejuicio y dolor. Ella me hacía sentir así. Ella provocaba en mí cosas que nadie había provocado antes.
-Eres una boba-susurré.
-Cierra la boca, pervertido-dijo ella en susurros también. Me reí despacio, por lo bajo.
-Hueles muy bien-¿lo dije o lo pensé?.
-Gracias-contestó ella. La miré, sorprendido por su reacción, y tenía los ojos cerrados y una sonrisa dibujada en su precioso rostro.
-¿B?
-¿Si?
-Si hueles tan bien... No me imagino cómo debe ser tu sabor...-besé su nuca para dejar que su aroma viaje por mi cuerpo, comencé a acariciar su brazo desnudo con delicadeza y pude notar como se estremecía. Pero no se resistió, parecía estar bajo los efectos de un hechizo.

«¿Qué haces?, lo único que vas a conseguir en una buena patada en las pelotas, imbécil.»

No podía alejarme de ella, por más que quisiera no lo conseguía. ¿Qué estaba haciendo esta chica conmigo?, si en realidad sólo actuaba y era una psicópata asesina que quería robarme todo mi dinero, no me importaba en lo absoluto. Mis ojos se cerraban por sí solos, y la pereza invadía mi cuerpo. Bostezé.

-¿Qué estás haciendo conmigo?-susurré a su oído.

Luego de eso no supe si me contestó alguna cosa ya que me había quedado dormido al fin. Desperté en el suelo, sobre la alfombra, con una almohada y una manta que me cubría, ella debía de haber hecho eso cuando me dormí. Me desperezé, lavé mi cara y mis dientes y me dirijí a la cocina para encontrarme con ella. Pero no estaba. Había un papel de un amarillo pato muy chillón pegado en la nevera:

Sam, me fui al trabajo temprano. Te dejo el desayuno sobre la mesada.

B.

No hay nada más lindo que la chica que te gusta te prepare el desayuno. Sí, me costaba admitirlo, pero ella me gustaba, no podía ser otra cosa... ¿Qué diablos estoy diciendo?, soy Sam Jenner, el príncipe azul que todas las chicas desean, sin embargo ella me hacía sentir esas estúpidas mariposas en el estómago, ella hacía que deseara volver a casa temprano todos los días, sólo para estar con ella.

Recuerdo el día que me desperté a eso de las dos de la mañana porque tenía la garganta seca: la puerta de su habitación estaba entreabierta, quizás se había abierto debido al viento o no se había cerrado del todo, el punto es que me acerqué para cerrarla, pero no pude evitar espiar por la rendija. La lámpara de noche estaba encendida, pues eso me decía que no le gustaba la oscuridad. Cuando observé mejor pude ver como se retorcía y mascullaba algo por lo bajo. Decidí entrar. Estaba cubierta de sudor y lágrimas, y en cuanto la toqué empezó a gritarme y a decirme que la suelte. Tenía una pesadilla. Cuando despertó, asustada, decidí abrazarla y decirle que todo estaba bien, que yo la protegería y que estaría a su lado siempre, eso nunca fallaba, las volvía locas a todas. Cuando volvió a dormirse, la cubrí con las sábanas y le dí un beso en la frente, luego me retiré a mi habitación. Esa noche no logré dormir muy bien, ella se había apoderado de mis pensamientos igual que ahora. La necesitaba. Ella era especial, era diferente a las demás. Por un lado era como un tigre indomable, peligroso, lleno de ira, fuerte, valiente, te daba la sensación de que ibas a morir en ese mismo instante, pero por otro lado era como un gatito tierno y torpe, eso la hacía una mujer interesante, ese era el desafío que quería correr en mi vida, era peligroso y me daba algo de miedo, pero me llenaba de adrenalina y vigor, ella era el desafío y la emoción que a mi vida le hacía falta... Y estaba dispuesto a correrlo, sea como sea, pero estaba más que dispuesto a hacerlo... ¿Qué se supone que estaba pensando?, yo nunca fui el que persiguió a una chica, al contrario, ellas venían hacia mi sin que tuviera que mover ningún músculo, venían hacia mi como moscas a la miel, era irresistible, nunca nadie se había negado a estar conmigo, y sin embargo ella lo estaba haciendo. Tenía que parar de una maldita vez.

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Amor A Segunda Vista [En Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora