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Para mi mejor amiga, la más linda, la más buena, la más DINOSAURIO de todas xBeliShanx

Sam.

Por la mañana ya sentía la pesadez y el malestar que el día me preparaba. Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina. Cuando crucé por la puerta de su habitación, la cual estaba entreabierta, se oía el sonido de la ducha a lo lejos. Era increíble el orden que mantenía, la capacidad de tener todo organizado en su lugar, ella era increíble. Fui hasta la cocina y me preparé un café, luego me dirigí afuera y tomé asiento en una de las sillas de jardín que mi madre me había regalado cuando me mudé aquí.
  Me quedé observando el jardín, recordaba cuando mi madre, Lisa y yo habíamos llegado allí. Mi madre estaba contenta de que me independizara y empezara a vivir solo. Recuerdo su sonrisa plena y brillante, su mirada tierna y radiante, y su capacidad de verle el lado positivo a las cosas siempre. La echaba de menos. Mucho.

  —Sam—dijo ella en susurros. No respondí—no quiero molestarte... yo—balbuceaba mientras se sentaba en una de las sillas.
  —B, tú no molestas—dije finalmente.
  —¿Puedo preguntarte qué sucede?—Me dijo ladeando la cabeza.
  —No sucede nada—miré hacia donde se encontraba ella y pude notar como sus hermosos ojos me observaban.
  —¿Entonces por qué me evitas?.
  —No estoy evitándote—sí lo estaba haciendo.
  —¿Entonces por qué no hiciste tu intento de desayuno para mí?—me preguntó—siempre lo haces esperando que lo tome contigo—¿cómo era capas acertar a todo?
  —Lo olvidé, ¿es todo, si?—no quería hacerle daño, no quería destruirla como había destruido todo aquello que amé.
  —Sam, si quieres que me vaya sólo dímelo.
 
《No, no quiero que te vayas, sólo quiero que te quedes a mi lado por siempre y que me ames como yo te amo a ti》, era lo que mi corazón quería decir, pero mi cabeza me decía que lo mejor sería que ella esté lejos de mí. Por su propio bien.
  —¿Sam?—insistió, pero, una vez más, no respondí.

Quería decirle que no se vaya, que quería que se quede a mi lado por toda la eternidad, pero el orgullo y la inseguridad no me lo permitían.

  El sonido de un automóvil interrumpió la situación. Maldita sea. Sabía lo que eso significaba.
  —Ella ya llegó—dije algo frustrado.
  —¿Lisa?—la miré para decirle que así era. Inmediatamente ella se levantó de su silla y yo la seguí. Fuimos hasta la puerta de entrada, y cuando estaba a punto de girar el picaporte volteó y me miró antes de hacerlo. Cuando abrió la puerta allí estaba ella, había crecido un poco más pero seguía siendo la misma joven de mirada asesina de siempre. Llevaba el cabello recogido en una elegante coleta, un vestido gris con mangas cortas, y tacones color beige.
—Hola, Sam—me dijo distinguidamente.
  —Hola, Lisa—le dije sin entusiasmo—como has crecido, espero que hayas madurado también—dije con sarcasmo.
  —Lo mismo espero de ti, cariño—maldita niña mimada. Juraba que tenía más miedo de que le haga algo a B que a cualquier otra cosa en el mundo.
Algún día rompería mi burbuja y le diría a la cara todo lo que pensaba al respecto, todo lo que se merecía saber, pero claro, la agallas no las tenía.
 

B.

Ella había llegado. Era bonita, elegante, tenía una mirada intensa y perturbadora a la vez, llevaba puesto un vestido de marca de color gris y con mangas, unos tacones color beige, el cabello recogido, y podría jurar que si Sam fuera mujer serían exactamente iguales. Eran perfectos el uno para el otro.
  —B—me dijo Sam—ven—lo obedecí—B, ella es Lisa Jenner... —¿Jenner?—mi hermana.

《Eres una completa imbécil por creer que iba a presentarte a su novia, ¡cuando en realidad es su hermana!》, eres toda una genia, Blair.

  —Es un placer, Lisa—le dije tendiendo la mano—soy Blair.
  —Te diría que también es un placer conocerte—su voz era distinguida y elegante—pero no estaría siendo sincera, con permiso, Sam—dijo y pasó por la puerta, me había dejado boquiabierta y con la mano tendida en el aire. Le sonreí a Sam y me encojí de hombros.
  —Lisa, Blair es...
  —¿No te parece un descaro que tus empleadas piensen que les daré la mano?—dijo con una risa burlona sin perder la elegancia.
  —No soy una empleada—le dije con una sonrisa dulce.
  —¿Entonces qué haces aquí, cariño?—me preguntó mientras se sentaba con toda su elegancia y sofisticada forma de ser en el sofá.
  —Ella vive aquí, Lisa, no es mi empleada—interrumpió Sam.
  —Ah, ya lo comprendo—dijo con su perfecta sonrisa perturbadora. Se levantó del sofá y se paró enfrente mío. Puso sus ojos intensos sobre los míos, me miró de abajo hacia arriba y me sonrió—así que tu eres el nuevo juguete de mi hermano...
  —Lisa...—advirtió Sam.
  —Bien, por lo menos tienes algo de clase—me dijo sin dejar de sonreír de esa manera que me incomodaba tanto—con permiso, iré a instalarme—dijo haciendo una especie de reverencia con la cabeza y me sonrió una vez más. Me llamó la atención la forma en que miró a Sam cuando pasó por al lado suyo, una mirada peculiar, con cierto odio y rencor, me pregunto cuál será la historia que provocó que estos dos hermanos se separasen de esa manera y se odien así.

Amor A Segunda Vista [En Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora