cap 5

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Hola a todos, espero que les esté gustando aunque sea un poco la historia y que la disfruten tanto como yo haciéndola.

Entrando en el lugar, el omega mayor pensaba encontrar a su pequeño hermano y a su cuñado en cierta circunstancia que le haría estallar al momento de verla, cosa que resulto todo lo contrario. La escena que encontró fue muy tierna y muy linda a los ojos.

─ ¡llego el helado! ─agradecía ahora que hubiera minisúper que abrieran las 24 horas.

─ ¡heh! ¡Helado! ¡¿Compraste del que me gusta?! ─dijo entusiasmado aquel cachorro de león.

─claro mi leoncito preferido. ─sacando los trastes para servir el helado.

─ ¿esta vez que encontrarte? ─preguntaba el menor refiriéndose a las galletas y demás golosinas que acompañarían a aquel frio postre.

─rollos de chocolate, galletas de vainilla rellenas y esto...─el hermano mayor saco una bolsa llena de chispas de chocolate como las que se ocupaban en los panques que el hacía.

─ ¡wow! ¡Quiero, quiero, quiero! ─decía el menor como niño pequeño, en ese momento no parecía que tuviera quince años y mucho menos que hacía unos meses atrás estuvieron a punto de dispararles a sus alfas.

─bien, bien. Solo que ya sabes que en grandes cantidades no porque si sueñas feo no será mi culpa. ─decía con algo de seriedad, a modo de advertencia ya que era verdad, soñaba con la estancia que había tenido en aquel lugar a su tan corta edad.

─ahhhh... está bien. Comeré poco. De todas formas mañana habrá más. ─sonrió y se fue agarrando de la mano a su alfa para volverse a sentar en el sillón. Apenas pudo darle su tazón de helado a Claude ya que el menor se lo llevaba.

Sebastián se quedaba admirando cada acción del omega que tenía enfrente, se sentó en la barra dándole a entender que no quería ir a la sala con los demás, quería quedarse con él un rato a solas. En realidad no era tan tarde aunque para cuando se terminó el helado y los dulces ya era de madrugada y el pequeño Trancy se había quedado dormido en los brazos de su alfa. Solo con señas, Ciel le informo a su cuñado que camino debía tomar para dejar a Trancy descansar y de paso donde descansaría el, ya que por ningún motivo iba a permitir que durmieran juntos, menos porque a la mañana siguiente ambos tenían que comenzar a trabajar con el paquete que les había llegado.

A la mañana siguiente, las alfas buscaron a sus parejas los cuales no aparean por ningún lado y comenzaron desesperarse. ─ ¡chicos! ¡¿Dónde están?!

A duras penas Ciel alcanzo a escuchar a su pareja gritar, ya que el lugar estaba todavía más debajo de lo que parecía estar, salió de aquel lugar hacia donde estaba su alfa y su cuñado, con un delantal nada sexy y al parecer manchado con... ¿sangre?

─ ¿Qué es lo que hacen ahí abajo? ─pregunto su cuñado, haciendo que Ciel volteara a ver el delantal sucio.

─no es lo que estás pensando. Esto es arcilla roja, difícil de conseguir pero más difícil es conseguir lo que nos llegó hace dos días. ─había hablado demasiado, ahora a prepararse para la visita de los alfas a su taller. ─ ¿quieren bajar?

─ ¡claro! ─la verdad era que se morían de curiosidad por saber que era lo que estaban haciendo o que era lo que planeaban hacer, ya que los omegas, jamás les habían mencionado a sus parejas a que se dedicaban.

─bien. Síganme y-no-toquen-nada. Quedan advertidos. ─dijo con voz algo amenazante, ya que su trabajo, se lo tomaban bastante enserio.

Al bajar vieron un sinfín de pequeños artefactos, los cuales servían para distintas cosas, desde lanzacohetes, grandes, inyectores, armaduras, distintos calibres de balas, de todo. Legal e ilegal.

amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora