Al entrar a la habitación, Sebastián se acercó con sumo cuidado como si el azabache se fuera a romper, aparte de que pensaba que estaba dormido.
─acercate más Michaelis, no me voy a romper. ─sonrió ampliamente, como si estuviera escondiendo algo más.
─ ¿te sientes bien? ─pregunto el mayor cuando vio aquella sonrisa que trataba de ocultar algo.
─mejor que nunca, pero... ─agacho la mirada, en ese momento el alfa supo que algo estaba pasando y se preocupó al ver la actitud de su amado.
─pero que... ¿necesitas algo? ¿Te duele algo? ¿Te sientes incomodo? ─se podía notar que aquel alfa se desviviría por atender a su pareja.
─si, ¿sabes que vamos a necesitar? ─levanto la mirada para ver la cara de Sebastián y ver que en verdad estaba preocupado de verdad. ─vamos a necesitar, dos cunas, dos pañaleras, porque son gemelos.
La cara del mayor paso de ser una cara de preocupación a ser una cara de felicidad que sobrepasaba los limites, de cierta forma jamás habían visto a un Sebastián Michaelis tan feliz como lo era aquel chico.
Después de que descanso un poco Ciel fue a la biblioteca, ya que quería algo que leer y no veía nada de malo en que el escogiera los libros.
─felicidades...─ decía una voz de tras de él, la cual se le hizo conocida al instante.
─gracias Claude... ¿Dónde está Trancy? ─al no ver juntos a aquellos dos, más o menos dedujo lo que había pasado, así que mejor decidió no hacer muchas preguntas.
─está en casa... descansando. ─sonrió nervioso Claude, ya que sabía que a el hermano mayor de su pareja, no le gustaría saber que habían hecho lo mismo que él y sebas-chan.
─solo cuidalo con tu vida y no permitas que le pase nada ¿ok? ─dijo Ciel muy tranquilo, ya que no podía tener emociones fuertes. ─y dile que van a ser tíos por partida doble.
─ ¿enserio? ─dijo Claude sorprendido.
Ciel solo sonrió y Claude le regreso la sonrisa y después ambos salieron de la biblioteca. Como no quería quedarse en la habitación, fue a la sala a donde iba a poder leer agosto, ya que cierto alfa había puesto casi casi a la guardia de Japón a cuidar a la futura madre.
Después de haberse acomodado en el sillón para leer, tocaron la puerta. ─disculpe, pero ¿a mi amo se le ofrece algo? ─lo dijo una voz algo chillona y algo insegura. Cuando Ciel volteo a la puerta, pudo ver a una maid, cual era una beta que al parecer era la única que había. (Sirvienta. Y hago de su conocimiento que no me gusta ese término, por eso usare el de maid) sonrió de inmediato al ver a la pobre mujer hecha un manojo de nervios, al parecer nadie había sido realmente amable con ella en esa casa.
─no, gracias... bueno si, si puedes traerme algo dulce, muy dulce, o varias cosas dulces, te lo agradecería mucho. ─tenía un antojo verdaderamente grande de acabar con todo lo dulce que hubiera, así que mientras seguía leyendo espero a que su antojo llegara.
Se volvió a escuchar la puerta, dio el permiso para que la chica entrara y que pusiera todo lo que traía en una mesita cerca del omega para que degustara su aperitivo mientras leía. ─ ¿se le ofrece algo más?─ dijo apenada y mirando hacia otro lado la pelirroja.
─no, gracias. Lo que trajiste es perfecto. Puedes retirarte.
La pelirroja solo hizo una reverencia y se fue, pero justo en ese momento se dio cuenta de que jamás pregunto su nombre. ~ ¡Qué mal educados somos!~ dijo el omega que residía dentro del chico. ─si, algo, pero no te preocupes, la volveremos a encontrar.
Días más tarde, paseando por el jardín de la gran casa.
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(Es como esta, para que más o menos se den una idea)
Se dio cuenta de que había varios y varias alfas haciendo escandalo alrededor de alguien, decidió acercarse ya que se le estaba haciendo demasiado sospechoso ese comportamiento.
Cuando estuvo más cerca, pudo darse cuenta de que el alboroto era por la joven maid que conoció la otra vez y que no había tenido el gusto de saber su nombre ni el había tenido la delicadeza de presentarse.
─ ¡Qué es lo que pasa aquí! ─pregunto el menor con algo de firmeza.
─nada, solo nos queremos divertir un poco. ─dijo un alfa burlonamente, ya que aún no les caía muy bien la pareja de su jefe. Lo que no sabían aquellas alfas era que así como veían de "indefenso" al joven Ciel, no lo era.
─ ¿Quién dijo eso? ─dijo mientras tenía a la pelirroja a lado de él, en un tono sereno y sutil.
─yo... ¿algún problema...señor? ─dijo de nuevo altaneramente aquel alfa, que creía de cierta manera que podía hacer lo que quiera con alguien indefenso.
Lo único que hizo Ciel fue pararse enfrente de aquel sujeto que media por lo menos una cabeza y media más que él y le dio una patada en la entrepierna, cuando tuvo cerca su cara, se acercó a su oído y dijo. ─la próxima vez, te reto a que intentes eso conmigo. ─y finalmente, le dio un puñetazo en la nariz.
Mirando desde la ventana, se encontraba Sebastián, el cual no podía parar de reír por aquella situación, también había leído los labios de su amado, así que era obvio que se había dado cuenta de lo que le había dicho el azabache a aquel sujeto.
Mas al rato apareció el mismo alfa con una vendita en la nariz y Ciel entro al despacho con la pelirroja. ─ ¿cariño? ─pregunto ya que al parecer había llegado en mal momento.
─ ¿Qué pasa? ─rápidamente el mayor dejo de hacer lo que estaba haciendo, fuera importante o no y puso total atención a su omega.
─quiero pedirte algo...─volteo a ver a la beta y continuo. ─quiero que ella sea mí empleada personal. No quiero que esos alfas... bueno, tu sabes... yo entiendo si no quieres... pero... ─estaba algo nervioso, ya que no sabía cómo expresarle que no quería ver algo parecido a lo que el había sufrido hacia unos años atrás, con nadie más.
─te entiendo, no pasa nada. Para ti lo que me pidas mi vida. ─toco a sus cachorros y a su pareja le dio un beso, le brindo a Ciel aquella sonrisa hermosa que tanto le gustaba y dejaron continuar al alfa su trabajo.
Hablando con la joven beta, todos la conocían por Rin así que así le iba a llamar el oji-azul. Por otro lado, a partir de ese momento se ganó algo de respeto por parte de aquellas alfas que su esposo tenía como empleados y a otros se ganaba su corazón siendo como él era, ya que se había vuelto el chico más lindo de aquel lugar.
A veces uno que otro alfa le iba a pedir consejo ya que en algunas de los trabajos que tenían que hacer, encontraban a su pareja destinada y Ciel con todo el gusto del mundo les servía de consejero.