Capítulo cinco: Una traición inexistente.

74 2 0
                                    


Al despertar mi cabeza duele bastante, he recibido un mensaje de Francisca indicándome que ha llegado bien, yo le respondo el mensaje mientras abro mis cortinas, mi guapo vecino aún debe dormir, observo un momento su ventana antes de dirigirme a desayunar, no puedo evitar suspirar al encontrarme nuevamente sola, mamá se ha ido temprano a trabajar como siempre.

Como algunos de mis cupcake con una taza bastante grande de té, la verdad es que me relaja y es perfecto para poder comenzar de buena manera una mañana; arreglo mis gafas y camino hasta el living, me tiendo en el sofá mientras que trato de encontrar algo entretenido en la televisión, al final me quedo con la programación de las caricaturas animadas que transmitían cuando era más joven.

Llega la hora de almorzar, me encuentro bastante aburrida cocinando, la verdad es que me encanta, pero la rutina me fastidia bastante, luego de comer aquellos tallarines con champiñones en salsa blanca, limpio lo que he ensuciado y me dirijo con un pocillo de frutas hacia mi habitación. Tenía un artículo que terminar, a pesar de haber sido un escape a la proposición de Francisca en su momento, la desmotivación de los estudiantes ya sea por diversas razones, parece una sección bastante interesante; hago crujir mis dedos antes de comenzar a escribir.

Son horas y horas en las que trato de formar oraciones, escribo, borro palabras y vuelvo a intentarlo, ni siquiera me doy cuenta cuando el sol comienza a descender creando un bonito color naranja en el cielo, me libero de mis audífonos y dejo caer mi espalda en el despaldar de la silla haciendo sonar algunos huesos, me encuentro fatigada luego de un día completo de trabajo. Me asomo por el balcón tratando de ver si hay algún movimiento en la casa de al lado, pero no logro ver nada en su habitación, sino que en el patio se encuentran instalando algunos parlantes... puede que haya fiesta esta noche.

Mis labios dan paso a una mueca, desde las alturas puedo ver la silueta de Nicolás, mis ojos repasan su espalda, la verdad es que no recuerdo cuando su cuerpo había cambiado tanto. Me muerdo el labio inferior, nerviosa antes de volver a mi guarida ¿Desde cuando observo de esa manera a ese chico? Un calor incesante aparece en mis mejillas, me lanzo a la cama tratando de calmar el golpetear de mi corazón... es realmente molesto a veces.

Bajo un momento por un vaso de agua mientras respiro profundamente, todo ese trabajo me ha causado bastante dolor de espalda y tengo que terminar aquello hoy, ya que mañana mi plan es poder enviárselo a Nicolás, que me dé su opinión y de esta manera poder hacerlo llegar al editor del periódico, suspiro cansada.

Me siento en el sillón por un momento, mi vida se basa siempre en lo mismo al parecer, Francica vuelve a aparecer en mi mente, la verdad es que no se qué hare sin ella. Tener que soportar la soledad, la apatía de mis compañeros, aquel ambiente toxico que se vive en el salón de clases, puede que anticipe los hechos, pero nada me dice que será de otra forma.

Me decido por volver a la cueva hasta que mi mamá llegue del trabajo, en cuanto lo hace preparo todo para comer mientras ella se pone un poco más cómoda.

- ¿No iras a la fiesta que organiza, Nicolás? -Pregunta tomando de su taza de té.

-Sabes bien que no me gustan ese tipo de cosas -Comento con aire burlón.

-Emilia salió de la ciudad por el fin de semana, puede que se haga aprovechado de eso para divertirse un poco.

Asiento con una mueca.

-Y ¿Cómo vas con lo de Francisca? ¿Estás un poco mejor?

Suspiro.

-Trato de estarlo -Murmuro.

- ¿No has pensado en cambiar un poco, Cariño?

Observo su rostro confundida, mi cabeza se ladea por un segundo.

¿Sólo una amistad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora