Capítulo 18: Atrapada en un infierno.

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-Anto, hoy llega tu mamá -Nicolas acaricia suavemente mi cabello.

Mis ojos solo se mantienen mirando la luz que se cuela por la ventana, soy un trapo, un trapo sucio y miserable sin fuerzas... un estropajo muerto en vida.

-Nico -Susurro.

Sus caricias se detienen y sus ojos aparecen en mi campo de visión.

-¡¿Sí?! -Sus cejas se elevan con sorpresa.

-¿Estoy viva? -Mis lagrimas siguen manchando mis mejillas, no hay nada más que lágrimas.

-Estas en tu casa -Susurra acariciando mi mejilla.

-¿Estoy viva? ¿Estoy respirando?

Su cara denota una tristeza que no había visto.

-Tu pecho se levanta, así que si, estas vivan.

-No siento nada... nada.

-¿Qué necesitas? Tú sabes que sea lo que sea que necesites me puedes decir.

-Nico, yo me morí -Cierro mis ojos con dolor- me morí.

Mi cuerpo se encoge mientras sollozo débilmente, ese día en el camarín una parte se murió de mí, algo importante ¿Mi dignidad? ¿Mi integridad? ¿Yo? Ya no puedo ser yo misma, siento miedo, mucho miedo, un temor que no se disipa y no lo hará. En unas horas llega mamá y no sé qué haré... no puede enterarse de nada.

-¿Cómo vas a disimular? No te has podido levantar, pasas todo el día llorando y a penas soportas que te toquen ¿Cómo podrás mentirle a tu mamá?

Cierro fuertemente los parpados.

-Yo no puedo... no puedo... solo, solo, solo quiero irme... irme en un sueño para siempre. Algo murió, algo se murió conmigo, algo se murió dentro de mí.

-Antonia, tú sabes que con solo un nombre esto se arregla, por favor. Anto, por favor te lo pido... dime quien fue el hijo de puta que te hizo esto.

Mi cuerpo no responde, nuevamente he entrado en el trance que me hace estar por horas viendo la luz colarse por mi ventana. ¿De qué sirve? ¿De qué sirve un maldito nombre si no solucionara esto? No solucionara nada, yo seguiré estando sucia, seguiré estando moribunda, seguiré muerta.

Soy vagamente consciente del tiempo que pasa, puedo sentir estímulos como los rayos de sol calentando mi piel o el viento refrescando mi habitación, pero no me siento capaz de responder ante ellos. Mi vecino no se ha movido de la habitación, una parte de mi le agradece con todo el corazón su contención, pero mi otra mitad lo odia a mas no poder, bien dentro de mi pienso que él es el responsable de toda la situación, si no hubiese hecho todas esas cosas horribles de seguro nada de esto hubiese pasado.

Un largo suspiro se escapa de mis labios y con todo el esfuerzo del mundo logro sentarme en la cama, siento la mirada insistente de Nicolas en mí, pero yo solamente me dedico a observar mi tocador, me mentalizo antes de ponerme de pie y funciona, al menos no me caigo; arrastro mis pies y me siento frente al espejo... me encuentro con mis ojos rojos y las oscuras ojeras, el cabello esta desordenado, mi nariz roja y mis labios partidos, realmente soy un desastre. Con una toallita húmeda limpio mi rostro para luego hidratarla con crema creyendo inocentemente que mejorara mi condición. Mientras se absorbe aprovecho de amarrar mi cabello en una coleta.

-No sé si es mucho pedir, pero ¿Podrías traerme algo ligero de comer? Por favor.

-Si, obvio ¿Qué quieres?

-No sé, lo que sea, pero liviano... tengo muchas nauseas para comer.

Quiero intentar que regrese mi color natural y no parecer papel. Abro uno de mis cajones y saco el poco maquillaje que utilizo y lo dejo en la mesa, nuevamente regreso a mi cara y estudio su forma, tiene la forma de un corazón, mis ojos son grandes y expresivos, mis mejillas resaltan con sus pequeñas pecas y no es algo que me moleste, al contrario... mi cabello naranjo cae en cascada, en mis ojos se adjuntan lágrimas, no estoy acostumbrada a admirarme de forma atenta y menos, menos en este estado; disipo estas con el dorso de mi mano y suspiro, recaigo en el correcto de ojeras y creo que será el mejor de mis aliados.

¿Sólo una amistad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora