Capítulo cuatro: Gracias por todo.

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Es bastante extraño esta jornada, con Francisca no hablamos demasiado y bueno, ambas permanecemos en nuestros propios mundos y al final del día solo nos despedimos con un adiós. El malestar que me invade provoca que no pueda expresar todo lo que siento, al final decido permanecer un momento en la biblioteca; no hago nada en especial, pero ese lugar me entrega una tranquilidad que ningún otro espacio podría darme.

Alrededor de las seis de la tarde decido que es hora de volver a mi casa, cuelgo mi bolso por sobre mi hombro, en una de mis manos llevo el bolso de la laptop y en la otra el dinero para el autobús. Suspiro al sentir el sol en mi rostro y luego de unos segundos camino hasta la parada, pero ralentizo mis pasos al pasar por enfrente de la cancha de fútbol, los chicos se encuentran entrenando.

Al igual que una boba me mantengo observando la práctica, me detengo un momento buscando con la mirada a Nicolás y no puedo evitar sonreír encantada al verlo correr por la cancha.

En verdad es un chico que se ha esforzado muchísimo, lidiar con todo el estrés que significa un entrenamiento debe ser bastante duro, por lo mismo suelo tenerle en algunas ocasiones algo preparado para que recupere fuerzas al llegar a su casa, nuestras madres trabajan todo el santo día.

- ¡Hey!

Sonrió bastante orgullosa de mi mejor amigo, se merece todo lo que le ha pasado hasta ahora.

- ¡Hey!

Parpadeo continuamente, busco el dueño de aquella exclamación, giro mi cabeza observando el perímetro en general hasta que doy con uno de los chicos del equipo, se encuentra observándome, mi cuerpo se contrae.

- ¡Por qué no te acercas más! ¡Así miras más a gusto, bonita!

Mi garganta se cierra y la vergüenza me invade, por unos segundos no me puedo mover de mi lugar. Los demás chicos se detienen y se voltean hacia mí, al igual que las animadoras ¡Ay no! Me giro rápidamente mientras que trato de que mi cabello cubra parte de mi rostro, aprieto fuertemente mis puños ¿Cómo pude ser así de descuidada? ¿No seré estúpida? Maldiciéndome con la mandíbula crispada trato de desaparecer de su campo de visión.

- ¡Hey! ¡No seas tímida, hay espacio para todas!

-Imbécil -Mi quijada se encuentra contraída.

Es lo ultimo que escucho antes de volver a respirar tranquilamente, me apoyo contra una de las paredes tratando de calmarme. No es posible que me hayan reconocido, estamos en medio del atardecer y el resplandor del sol puede confundir a cualquiera, aun más con el color de mi cabello, si, es totalmente imposible que me hayan reconocido... además gritaron bonita ¡Ay no! Cierro los ojos por un momento, mi corazón se hace sentir con un palpitar fuerte e incesante, me siento realmente estúpida; mordiendo mi labio inferior me decido por seguir mi camino.

Una vez en mi casa son largos minutos en los cuales me reprendo, antes de dirigirme a la cocina para preparar un par de cupcake, necesito entregarle algún detalle a Francisca antes de que deje la ciudad y algunos de ellos para el post entrenamiento de mi vecino; Desde pequeña me ha gustado la repostería y tuve que incursionar en la gastronomía cuando mi padre partió al otro mundo, mi madre comenzó a trabajar y lucia bastante cansada, quise desvanecer su obligación de alimentarme para comenzar a hacerlo por mí misma y descubrí la facilidad que presentaba, además por el gusto de mi cocina, todos estos años la he adornado y decorado tratando de tener todos los implementos que necesito y hacer de ella un lugar cálido.

Después de que se han horneados y enfriado los decoro, la crema batida luce perfectamente simétrica en el bizcochuelo, no puedo evitar sentirme orgullosa y poner bastante empeño en aquello; los cupcakes se mezclan, algunos son completamente de chocolate, otros de vainilla con chispas de colores y otros de plátano y nuez. Pretendo dejar algunos en la casa para que mi mamá los pruebe, cuando se trata de pastelería siempre suelo excederme con las cantidades y termino repartiendo algunos a mi guapo vecino.

¿Sólo una amistad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora