Capítulo nueve: Una pseudo reconciliación.

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Al despertar estiro mis brazos por sobre mi cabeza mientras bostezo, nuevamente me he despertado antes de que suene el despertador, no pierdo tiempo y apoyo mis pies en el suelo, me levanto y camino hacia mi ventanal dando una fugaz mirada hacia la ventana de mi vecino, pero se encuentra cubierta por la cortina.

Cambio mi pijama por mi uniforme y luego bajo a desayunar, nuevamente esas tostadas con el té de naranja, peino mi cabello, lavo mis dientes y salgo de mi casa rumbo a la parada de autobús, en mis manos llevo sujetas unas guías que me sirven para instruirme aún más para estar lista para el grupo.

Luego de unos minutos puedo sentir su presencia detrás, pero ni me inmuto en mirarlo, solo me mantengo balanceando mi bolso de adelante hacia atrás hasta que veo el autobús venir, saludo escuetamente a Frank y me desplazo hacia el fondo; ambos parecemos extraños, sentados uno al lado del otro ni siquiera nos dirigimos una palabra o miradas.

Junto a mis audífonos observo el paisaje y nuevamente veo subir a Pablo, nos saludamos con una breve sonrisa y vuelvo a mi mundo, este chico es bastante cálido y es muy parecido a lo que solía ser Nicolás antes de entrar a la preparatoria, pero a diferencia de mi vecino, Pablo se mantiene desapercibido.

Pablo es igual de alto que Nicolás, tiene una piel clarita, sus ojos son de un marrón oscuro, casi negros y su cabello es negro con unas ondas que sobresalen haciendo que se vea realmente bien, es bastante pulcro con su uniforme, mantiene una buena contextura física y a pesar de ser un tipo "subdesarrollado" de nerd, es bastante atractivo.

Al momento de bajar del autobús puedo ver que Pablo espera por mí.

-Hola -Me saluda.

-Hola -Respondo.

-¿Vas al salón?

Asiento con la cabeza y comienzo a caminar junto a él.

-Sabes, hoy a la tarde nos reuniremos para comenzar con las tutorías y bueno, no sé si finalmente te quieres unir al grupo, después de la última clase nos reuniremos en la biblioteca... por si te interesa.

-Mmm, lo estuve pensando y creo que me gustaría, digamos que tengo bastante que compartir.

-¿Sí? Entonces te esperamos y bueno, también quería invitarte a unirte a nuestra mesa en el almuerzo.

-No, no te preocupes, en serio... digamos que estoy bien en mi mesa predilecta.

Llego a mi casillero, saco mis libros y me vuelvo a mirarlo.

-Entonces, te esperamos para comer, nos vemos.

Se da la vuelta y desaparece...

¿Qué? Entro en un estado de susceptibilidad, pero una sonrisa incrédula aparece en mis labios... recojo mis libros y camino hacia el salón.

Las clases transcurren normalmente y en la hora de almuerzo cobro la palabra de Pablo y me uno al grupo de historia para almorzar, pero aquello tiene una razón que no es necesariamente la soledad que me produce comer sola.

En la tarde, justo después de clases voy a dejar mis pertenencias menos relevantes a mi casillero y camino rumbo a la biblioteca para reunirme con los chicos.

Los días toman ese rumbo, trato de mantener parte de mi orgullo ¿Cómo sería posible que después de todo cediera de esa manera? Dos semanas para ser exactas desde ese día del incidente pasan hasta que nos volvemos a reencontrar los dos absolutamente solos; voy saliendo de la biblioteca alrededor de las seis de la tarde con mi mochila en mi espalda, el bolso de mi laptop colgando de uno de mis hombros y un archivador de oficina en mis manos, me detengo en las gradas para poder sacar el dinero para el autobús, el sol ya se está escondiendo y el color naranjo que le da al cielo es fantástico, la sombra de una silueta se cruza en mi campo de visión.

¿Sólo una amistad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora