Capítulo 8:

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Capítulo 8:

“Sus ojos levemente abiertos, el color más opaco, su aliento saliendo en leves suspiros y los labios resecos.

El pánico le inundó, la oscuridad y el tétrico silencio que les rodeaba solo lograban asustarle más.

– Blair... — Susurro entrecortadamente, luego siguieron un montón de palabras sin sentido. — No me dejes. — Logró decir al final.

– Estoy aquí —, susurro ella —. Siempre.

– Si te vas, voy a morir. — Aseguró él. Ella sonrió.

– No sabía que eras así de dramático.

– No lo soy, normalmente soy solo gruñidos y órdenes. — Sonrió, y ella sabía que esa sonrisa era solo para ella, y que ese brillo en sus ojos solo era para él, y que ese amor solo estaría entre ellos. El resto era solo espacio en negro.

Y donde quiera que él fuese ella le encontraría, y donde sea que ella estuviese siempre le recordaría.

No como una bestia, sino como el amor de su vida”

Una risa sin gracia inundó todo el lugar, desde la oscuridad, en alguna parte de aquel lugar sin vida... Sin alma, se encontraba lo peor de cualquier persona, el más grande enemigo de sus vidas.

El tío de Adam.

– No deberías estar aquí, Blair, tu padre...

– Él no es mi padre. — Le cortó entre dientes, la bestia le miró confundido. — Él es mi padre. — Blair señaló a donde estaba el hombre huesudo.

– Pero, Blair, él es Gastón, mi tío. — Susurró la bestia, como si fuese imposible... Y un tanto asqueroso.

– Es una larga historia, mi padre y tú tío conjuraron la maldición de las almas... Y te explicaré todo después de esto. — Blair se separó de él y se enfrentó al tío de Adam. — ¡Ya sal de donde quiera que estés! — Le espetó.

– Me temo que no puedo complacerte, Blair... Tienes ventaja sobre mi gracias a la flor del destino... Aunque no por mucho tiempo. — Otra fría risa inundó toda la oscura habitación antes de que el techo se rompiera y un pequeño halo de luz alumbrará una rosa de tres pétalos y una daga.

Justo como en el sueño que Blair había tenido. Un escalofrío le recorrió.

– Bien, entonces jugaremos como tú quieras. — Siseó Blair en respuesta.

– Hemos estado jugando a mi modo todo el tiempo. Niña tonta. — Se regodeo. Blair guardo su sonrisa.

– Entonces... — Blair se cruzó de brazos y enarco una ceja.

– Queda poco tiempo para que la maldición de la rosa terminé y tú querido padre y la bestia se queden donde están para siempre. — Blair cerro fuertemente sus ojos, furia recorriendo todo su organismo. — Pero, puedes cambiar el destino de uno de ellos, puedes, Blair... Te ofrezco devolver a tu padre a su cuerpo, pero, a cambio, deberás asesinar a la bestia. — Blair no retuvo su jadeó estupefacto... Aunque ella ya sabía lo que pasaría.

Una risa más, igual de tenebrosa, gélida y sin emoción más allá del goce del sufrir ajeno.

"Mátalo, mátalo y los liberaras"
Pero aquellas palabras fueron solo susurradas en su cabeza. Gastón le hablaba telepáticamente y Blair sintió miedo de eso.

Físicamente Blair negó con fiereza mientras tomaba la daga entre sus manos.

Una vez con daga en mano, observó a la bestia que se cernía frente a ella, sus ojos azules fijos en sus zafiros, atado con cualquier cantidad de cosas, Blair tenía miedo, mucho miedo, y ahora no precisamente de la bestia como anteriores veces, tenía miedo de sí misma y del daño que podría causar.

La Flor Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora