Era un día caluroso en la ciudad, uno de esos días en que los niños les encanta estar correteando y jugando por las calles del vecindario, Samantha de 7 años, no era la excepción, se encontraba en casa de una de sus amigas, para ella era un día normal, sin siquiera sospechar que se toparia de frente con la sexualidad que llevaba escondida y que sentiría por primera vez lo que era el placer. Estaban jugando a las escondidas y era su turno de encontrar a las demás, luego de contar hasta 20 empezó a buscar sigilosamente por cada rincón de la casa, buscó en la cocina, en el patio, detrás de las puertas y concluyó con la habitación principal sabiendo que si no las encontraba allí solo quedaría el baño, llegar ahí no fue necesario pues al abrir la puerta de la habitación vio a sus amigas sobre la cama en algo que ella no entendía, se quedó unos segundos en silencio observando y tratando de entender lo que pasaba, Samantha era muy inteligente pero esta vez ignoraba lo que veía: Adriana se encontraba sobre Aime, ambas con las piernas un poco abiertas y entrelazadas, Adriana hacia movimientos lentos hacia adelante y hacia atrás de manera que sus entrepiernas chocaban, Aime se encontraba como en otro mundo, con respiración un poco agitada y haciendo unos sonidos que no podía descifrar si eran de dolor o estaba loca, no aguantó más y preguntó fuerte:
-Samantha: ¿Pero qué hacen?
Adriana y Aime se pararon rápidamente de la cama y se quedaron prácticamente inmóvil, pero como si se comunicarán telepáticamente, ambas sólo pensaban si podían confiar en Samantha y rebelarle el maravilloso secreto que tenían, Adriana quien era la más atrevida pensó que con Samantha tal vez la sensación sería diferente y realmente se moría por probar, así que sin consultarle a Aime decide contarle:
-Adriana: Mira, posiblemente no entiendas pero si haces lo que hicimos sientes algo bonito en el lugar por donde te sale la pipí.
-Samantha: Sí, tienes razón no entiendo nada.
Adriana la jaló del brazo, la tumbó en la cama, le abrió las piernas, se subió sobre ella y empezó a moverse, y Samantha sintió por primera vez esa sensación, algo totalmente diferente, no se sentía como los méritos del colegio, tampoco como comer su comida favorita, no era como divertirse jugando al truncado ni mucho menos andar en el carrito del supermercado como si ella fuese una lata de maíz gigante, era algo que se sentía por fuera y por dentro, como una explosión, algo que ella no sabía describir y pues como niñas al fin ellas no sabían que estaban experimentando placer por el roce de sus clitoris, Aime se sintió fuera de la jugada, algo celosa porque no era ella a quien Adriana le estaba provocando lo bonito, salió corriendo y le dijo a la hermana mayor de Adriana quien se encontraba en la terraza con sus amigas que Adriana estaba sobre Samantha, las chicas asumieron que las niñas estaban peleando y fueron corriendo a ver, pero Samantha y Adriana habían escuchado lo que dijo Aime y ya estaban incorporadas de pie, las chicas al ver que no pasaba nada volvieron a su círculo de chismes en la terraza, Samantha se sintió como que había cometido el pecado más grande del mundo y después de ver el comportamiento de Aime decidió irse a casa y olvidar todo lo que había pasado, pero lo que ella no se imaginaba es que no iba a poder olvidar aquella tarde, que iba a sentir la necesidad de hacer eso otra vez, de sentir bonito ahí abajo, y que con este acontecimiento empezaría su vida sexual.
Ya en casa, Samantha fue al baño y se quedó mirando sus panties, estos estaban mojados con una especie de cosa un poco blanca y pegajosa, lo olio, lo tocó y como no lo había visto antes entendió que fue causa del nuevo juego que tuvo con Adriana, estando a solas en el baño decidió mirarse ahí abajo y tratar de entender que era lo que causaba la sensación bonita, fue tocando de abajo hacia arriba hasta que encontró el botón mágico, se dio cuenta que su cuquita tenia un botón para sentir bonito y que sólo había que tocarlo, Samantha llamó al botón campanita, al salir del baño se encontró con un hombre gordo que ella no conocía tirando unos cables hacia el interior de su habitación por lo que fue a preguntarle a su madre quien era el señor y que hacía, su madre le dijo es el hombre del telecable, ahora habrán los canales de muñequitos que tanto te gusta ver en casa ajena, espero que ahora andes callejiando menos, Samantha se emocionó pues ahora tendría el entretenimiento en casa y así iba a interactuar menos con Adriana y Aime, pero como si el universo conspira e insistiera en que ella debía sumergirse en el mundo de la sexualidad aún siendo una niña, esta actividad que parece inofensiva y sin ninguna relación con el morbo, sería un punto adicional justamente para adentrarse en él.
Después de la instalación del telecable Samantha tenía que quemar la fiebre de ver televisión, ahora habían tantos canales que tenía mucho de donde escoger y aunque ya le habían dicho de manera predeterminada cuales eran los canales en los que transmitían los muñequitos ella quería conocerlos todos y los fue viendo uno por uno, ya era prácticamente de noche y mientras su mamá hacia la cena ella se encontró con un canal llamado Venus en el que la gente aparecía desnuda y haciendo cosas que ella no había visto antes pero se escuchaba similar a aquellos sonidos que hacía Aime mientras Adriana estaba sobre ella, por lo que puso la tv en mute porque tenía la percepción de que era algo medio prohibido para ella y si su mamá se enteraba iba a tener serios problemas, se quedó observando un rato y pudo caer en la conclusión de que lo que hacían involucraba sus partes, esas que están en las entrepiernas, vio un hombre lamer y chupar a lo que ella llamaba campanita y a una mujer meterse una y otra vez algo que el hombre tenía en medio de sus piernas, no había visto eso antes, no había visto un hombre desnudo, no sabía cómo se llamaba eso de forma larga, no era igual a la cuquita que tenían ella, su mamá y sus amigas, pero rápidamente entendió que por hay hacían pipí los hombres, Samantha quitó ese canal por miedo a que su mamá entratara y la viera y pues ya había recibido demasiada información ese día, era mejor ver sus muñequitos y dejar de hacerse tantas preguntas y tratar de entender los misterios alrededor de la campanita, la sensación bonita y lo que hacen los mayores desnudos.
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La sexualidad de una virgen
Novela JuvenilEsta es la historia de Samantha, una adolescente que desde niña se ve envuelta en actitudes y actividades sexuales de manera superficial, puesto que a pesar de tener encuentros del ámbito pasional en los que experimenta sensaciones reales, Samantha...