Capítulo V ~ Cumpliendo la promesa

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El tiempo ha pasado, casi un año para ser exactos, Samantha tiene 14 años, ha superado el desamor y los actos sexuales involuntarios, realmente se encuentra bien consigo misma; sigue llena de deseos pero se había prometido que no volvería a tener ningún tipo de roce sexual con alguien que no la amara, una pareja, alguien que no la quisiera exclusivamente por placer, y pues por su bienestar emocional sabía que debía cumplir con lo que se había planteado, en ese entonces en el que ella no espera nada, el ambiente natural en su colegio empieza a cambiar, hay un chico llamado Miguel, de un grado más alto, que ha empezado a bromear con ella cada vez que se encuentran en el receso, ella sigue la corriente muy lejos de que eso podría ser algo más, él no es su tipo, ella no se siente atraída y pues eran prácticamente de la misma edad, a Samantha le gustan algo mayores.
Conforme pasan los días se hace algo habitual el roce con Miguel, no era nada importante hasta aquel receso cuando Samantha se dirigía a la cafetería y unos pocos pasos antes de llegar se cruzó con él y éste le dice lo siguiente: -Ya no quiero bromear a que no te soporto, es todo lo contrario, deberíamos ser amigos, Samantha lo vé como algo bueno y le dice que está de acuerdo, van a sellar su amistad con un saludo de roce de mejillas a modo de despedida pero de una forma muy breve Miguel gira su cabeza y le roba un pequeño beso, Samantha se queda inmóvil, muy sorprendida, realmente no se lo esperaba ni lo vio venir, lo único que se le ocurrió decir fue:

-Samantha: ¿Por qué me besaste?

A lo que Miguel respondió:

-Miguel: Yo no te besé, tu giraste la cabeza y me besaste a mi, Dime tú, ¿Por qué lo hiciste? ¿Yo te gusto?

Samantha quiere como golpearlo contra una pared, prefiere ahorrarse una discusión y le dice que está bien, se va a la cafetería y lo deja ahí sólo sin respuesta.
Al día siguiente él la busca y se pasa todo el receso con ella, ella inmediatamente se da cuenta de que hay un interés pero realmente él no le gusta, así pasan los días, se agregaron a su red social y hablaban todas las noches, Samantha no niega que le encanta esa atención y tras pasar unas semanas recibiendo el trato de un hombre enamorado y desesperado por estar con ella, empieza a sentirse un poco atraída por él, al cabo de unos meses él da el pasó y le pide a Samantha que sea su novia y su respuesta fue un sí, se da una relación de colegio muy bonita, todos allí saben que son novios, incluso los maestros, cada día al llegar él va a su aula y le da un beso de buenos días antes de que lleguen los maestros, se pasan el receso juntos y al culminar las clases se van agarrados de mano hasta que los caminos hacia sus respectivas casas se hace opuesto, en las noches hablan y aunque podría parecer algo asfixiante, ninguno se cansa del otro, al tiempo él empieza a visitarla a su casa ocasionalmente algunas tardes, después de esto fue imposible ocultar la relación y pues como Samantha está próxima a sus 15 años su mamá le concede el permiso a sabiendas de que si su esposo se entera esto va a generar problemas, en casa de Miguel también estaban enterados, sus padres amaban a Samantha, pero había una gran diferencia entre una visita de Miguel a la casa de Samantha y una visita de Samantha a la casa de Miguel, y es que en casa de Samantha no había privacidad, su mamá siempre estaba al pendiente, pero en casa de Miguel ellos podían abiertamente estar en su habitación sin temor o vergüenza a ser vistos mientras se besan, en una de esas tardes Samantha pide permiso y se va a casa de Miguel, para su gran sorpresa en casa no hay nadie y pues se van a la habitación, ponen música y comienzan a besarse intensamente, ésta tarde era diferente, se desataría la pasión y Samantha por su parte no la iba a reprimir, ambos se tumban en la cama y Samantha queda sobre él, él le agarra las nalgas y le besa el cuello, le quita la blusa, saca sus senos del sostén y mientras mama uno aprieta el pezón del otro, sus senos eran hermosos a la vista de Miguel, grandes y blancos, con aureola grande y de color marrón oscuro, con pesones puntiagudos y suaves al tacto, ella comienza a excitarse y se mueve sobre él, sus partes están exactamente paralelas, lo único que impide su contacto es la ropa que llevan puesta, y aún así pueden sentirse, Samantha se mueve hacía arriba y hacia abajo, sintiendo todo en su clítoris, y de un momento a otro sintió esa necesidad de mamar, quería probarlo por voluntad propia, sin que nadie se lo pidiera o la forzara, quería darle placer a quien ella amaba, y sin preguntar empezó a quitarle la correa, Miguel sorprendido le pregunta:

-Miguel: ¿Qué vas a hacer?

-Samantha: Shhh cállate y disfruta.

-Miguel: ¿Estás segura?

-Samantha: Segurísima.

Le desabrocha el pantalón y con ayuda de él logra sacar el pene, le encantó lo que vio, era hermoso para ella, era un pene grande, con la proporcionalidad perfecta de largo y ancho, recto, con ese glande rosadito, húmedo por la excitación que ella le provocaba, y a ella la llenaba de satisfacción ser la causante de esa erección, este momento era importante, lo consideraba su primer oral y quería ser buena, por lo que comienza el acto de la siguiente manera: sujeta el pene y suavemente lo mete en su boca, sube y baja, chupa el glande, pasa su lengua hasta abajo y se lo vuelve a meter en la boca, se lo mete entero y sube la intensidad, lo chupa, la lame, y va moviendo su mano sobre él al compás de cada mamada, los gemidos y las expresiones de Miguel la motivaban más, fue aquí cuando descubrió que le gustaba mamar, que no se sentía igual que aquella vez en el hotel, se enfocó en dar placer y fue descubriendo que partes eran más sensibles, que cuando pasaba su lengua por la punta del glande y la corona él se estremecía, lo hizo como toda una experta, lo masturbó y le sacó su leche, era la primera vez que Samantha interactuaba con el semen, detectó su textura, color, olor, y realmente le gustó, Miguel se quedó estupefacto, Samantha le había sacado el alma, tomó ánimos para pararse y limpiarse y luego volvió a la cama, besó a Samantha, la recostó en su pecho y le manifestó que le gustó lo que hizo, que jamás se imaginó que ella sería capaz de darle tanto placer y de hacerlo tan rico, Samantha se sentía satisfecha, el provocar placer también se lo daba a ella, se sintió bien por haberlo hecho porque ella lo amaba y hasta donde sabía él también la amaba, lo que significa que estaba cumpliendo con la promesa; al cabo de unos minutos Samantha se dio cuenta que el tiempo había pasado volando y debía irse, Miguel después de haber recibido tanto, solo quería dormir, pero no la dejaría regresar sola a casa por lo que se levantó y la acompañó.
Al llegar a casa Samantha se encerró en su habitación y repaso en su cabeza ese momento erótico, aún estaba algo húmeda y con esos pensamientos sucios la humedad y la excitación no se hicieron esperar; con los ojos cerrados contemplando el pene de Miguel siendo mamado intensamente por ella, se tocó, se acarició y apretó los senos y le hizo el amor a su clítoris, deseando que fuera Miguel quien la tocara, deseando sentir su boca lamiendo justo ahí, deseando que le besara todo el cuerpo y que le mamara los senos así otra vez, y entre gemidos ahogados y pensamientos perversos Samantha explotó...

La sexualidad de una virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora