Capitulo 40. Tengo algo que decirte

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ANAIRAM

No podía aguantarme la risa. Harry estaba que echaba humo y ni siquiera sabia la razón. Maximiliano se reía y yo también. Habíamos acordado al frente del cascarrabias vernos más tarde, o bueno, yo se lo había propuesto. Él chico me había caído bien, aunque fuera un poco sarcástico y quisquilloso, era una buena persona.

Después que ellos se fueron, terminé de recoger todo y me en caminé a la habitación para maquillarme un poquito, después de todo, debía dar una buena impresión.

HARRY

Estoy que rompo todo a mi paso. Anairam me había ignorado, solo le presente a Maxi, para ponerlo de excusa y hablarle, pero apenas se conocieron, ella trató una y mil veces sacarle conversación ignorandome, y eso no fue todo, claro que no, ¡Lo había invitado a dar una vuelta, ¡A él y no a mi!. Que le jodan.

De alguna forma debía desquitar mi arrechera y el rechazo con el cual me trató, y aunque me lo merezco, no debería de haber pasado de esta forma. Sin pensarlo había llegado a la puerta de Maria. Entre dándole un sopetón a la madera.

Mi hermana volteó la cabeza rápidamente y cuando me vio se relajó. Junto a su cama, ella me daba la espalda para colocarse rápidamente el sostén. Estaba que me llevaba el diablo. —expresiones de los mundanos—

A grandes zancadas llegué a donde se encontraba, tomándola de la cintura y volteándola rápidamente.

Extrañada iba a acotar algo, pero ni la deje. La bese, si, la bese cabreado y mal herido. Al principio se sorprendió pero después me atrajo más hacia ella, la subí a mi cintura y me imagine a Ana en esta posición, yo tocando su piel como los estaba haciendo ahora con Mari y me maldije por ser un estúpido.

Separé mis labios y sonriente dijo —¿A qué se debe esto? — me encogi de hombros y la acosté cuidadosamente en la cama. Tenía que olvidar, de alguna forma, pero tenia que olvidar y se que con Maria lo haré, aunque me arrepentiré después, porque me conozco y porque ella no es Ana, mi Ana.

HUMTER

Quiero decirle a Ana todo lo que siento, o bueno, algunas partes. Cuidadosamente toqué la puerta de su habitación, esperé unos segundos y después me abrió extrañada, al fijarse que era yo sonrió y me dejo entrar. Sin pensarlo dos veces, me lancé a ella besándola con pasión contenida. Al principio no se lo espero, pero después me correspondió y mi corazón dió un vuelco

—Tengo algo que decirte — susurré contra sus labios. Sonriente agregó.

— ¿Qué cosa?— la curiosidad brillaba en sus ojos marrones, esos que me hacían trasnochar me tantas veces a la semana.

—Ven, toma asiento — le pedí amablemente. Ana con su frente arrugada se sentó en su cama y cruzando sus manos me miró

—Yo quería...— titubeo — yo quería que supieras que...— de repente la puerta fue tocada con insistencia. Anairam se levantó extrañada y yo me quedé sentado con un enfado que cada vez me iba consumiendo más.

La princesa le sacó el seguro a la madera y la abrió —Su majestad, están invadiendo el castillo — Soltó la voz de un guardia apresuradamente. De un salto me levanté de la silla que había puesto delante de la cama y me en caminé lo más rápido a la puerta.

—Dame todos los detalles— solté con voz de mando, después de todo yo era el comandante de guerra —Anairam, quedate aquí — susurré rápido — mandaré a alguien a que venga por ti — iba a acotar algo, pero no la deje, le cerré la puerta en sus narices y me fui lo más rápido posible.

Según me había informado el guardia cuando íbamos caminando, que el castillo estaba siendo atacado por seres callejeros, aquellos que no tienen un reino a donde ir porque el suyo fue destruido o porque hicieron una atrocidad imperdonable a su propia raza.

Yo sabia porque tanto ajetreo, por eso me había ido apenas salia el sol para armar todo el ejercito. Tenia que estar preparado. Querían a Ana, pero sobre mi cadáver llegarían a ella.

—¡Tú!— grité a un guardia mientras caminaba—Reúne a toda la realeza y mano derecha y digale que los quiero en mi despacho —el guardia se quedo quieto
— ¡Ahora!— asintió rápido y se fue.

Había preparado a mis mejores peleadores para que cubrieran la entrada, también le había pedido a la reina que re colocara su hechizo para impedir que pasasen, pero sabia que no los iba a detener del todo.

LUNA

Están atacando, lo he sentido y se que esto iba a llegar en algún momento. Me levanté rápidamente de la silla y llamé telemáticamente a Sofhia y Rick, estos llegaron e un santiamén

—Lo hemos sentido — hablaron al mismo tiempo.

—Sofhia— la miré — lleva a Anairam al santuario y encargate de que se quede ahí, hasta las doce— balbuceo rápidamente — prepara todo y llama a las celestinas. Es su trabajo— asintió seria y salió rápido de la oficina.

Las celestinas harán que Anairam no sufra tanto en su transformación de lobo y que su demonio no tome posesión de ella.

—Llamaré a mis hombres y les diré que tomen el portal — lo miré atenta.

El portal era peligroso, aquellos que no estuvieran capacitados, podían perderse dentro de el.

—Estarán bien— dijo consolandome — todos estaremos bien — y me abrazó.

ANAIRAM

¿Había escuchado bien?, ¿De verdad estaban atacando el castillo?.

Humter me había cerrado la puerta en mis propias narices y eso me cabreó, esta era mi guerra como la de ellos, y nadie me mandaría, nadie.

Salí a paso rápido y cuando giré a la derecha me topé con un guardia apresurado. Él con su ceño fruncido me miró y dijo —Señorita, la esperan en el despacho de Humter— dijo mirando a mi alrededor. Todos corrían y venían. Parecía un completo caos. —necesito al príncipe, Harry— pensó en voz alta. Lo miré interesada. ¿No habían encontrado a Harry?.

—Yo lo busco. Ve por los demás — él guardia sintió rápidamente y se fue corriendo por el pasillo de mi derecha. Yo me devolví a pasar por cada habitación de huéspedes, para ver si lo conseguía.

De verdad estaban atacando, ¿Por qué exactamente?. No pensé que tuviéramos enemigos, o bueno, no hasta que yo... ¡Hasta que yo había llegado!, por qué no me di cuenta antes, venían por mi, venían por mi poder, pero no podía permitirlo, primero muerta que ir con ellos.

Sin darme cuenta había llegado a la habitación de ella y tenia miedo de encontrarme algo indeseado como la vez que había entrado. ¿Y si esta ahí?, ¿Y si no esta?. Era un dilema, mi cabeza siempre lo era. No tendría que importarme que hace o no él, pero por más que trate de negarlo,Harry me importaba y mucho.

Suspirando y recobrando todas las fuerzas, abrí la puerta y lo que vi me había dejado de piedra.

Harry...
Desnudo...
Haciéndole el amor a Maria...

Sangre joven: El comienzo de una nueva era.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora