Corría por el gran bosque. Los habían encontrado. Los enemigos siempre lo hacían.
Querían el poder, y aunque siempre andaban encapuchados, sabían que eran distintas razas, siempre lo era.
Luna, corría en brazos con una pequeña niña que había sido dada a luz en una cabaña. Por lo que supuso la Reina, la querían. Los estuvieron persiguiendo por todos lados. Su esposo quedo atrás reteniéndolos todo lo posible.
La tensión se sentía en el aire. La ropa de la reina se convirtieron en harapos llenos de sangre, barro y mugre, lo único que la cubría con claridad, era la capa negra.
"Todo por defender a mi hija" Se animaba Luna. Nadie quería hacerle daño a la reina ni a su esposo, solo querían arrebatarle la pequeña, puesto que era más poderosa que nadie en el mundo, pero ella no lo iba a permitir, la pequeña bebé tendría derecho de crecer sana y salva, oculta del mundo sobrenatural, hasta que tuviera la edad apropiada.
Se escuchaban pisadas
—lobos — pensó Luna.Corrió más rápido y consiguiendo así una carretera. Sonrió internamente y hizo que sus pies se movieran más rápido. Temía por su esposo, pero no podía devolverse, sabia que no le harían nada, después de todo, era el hombre más temido.
Al llegar al asfalto, miró hacia la derecha y después a izquierda con desesperación.
Sus planes se habían ido al caño, los habían encontrado más rápido de lo que pensó. La niña asustada, no comentaba nada. Confiaba en su madre y era inteligente, por eso se dejaba cargar y no rechistaba.
Con unas cuantas maldiciones, Luna tomó el camino de la derecha y corrió. Rogaba encontrar un lugar donde ponerla a salvo.
Corrió y corrió todo lo que podía, hasta que visualizó un terreno bastante amplio y con una casa situada ahí. Sin querer sonrió y estrechó a su niña con más fuerza. Se escuchaban los búhos cantar y los animales caminar. Sentía que la seguían, pero no podía parar, ni por ella, ni por su bebé. Nada seria en vano.
Al llegar al terreno, se topo con una reja negra. Tenia un letrero que decía:
Orfanato: Nosotros somos la luzLuna había escuchado de este lugar. Esto no era del todo un orfanato, pero ya era muy tarde para tomar otro camino. Los sentía cerca, y no podía dejar que tuvieran a su hija.
Saco una poción amarilla de uno de los bolsillos de la capucha y se la tendió a la niña
—Toma pequeña, bebelo todo por mami, ¿si?—la chiquilla la miró con una sonrisa y sin pensarlo dos veces se tomo todo el contenido. A los pocos segundos quedó dormida en los brazos de su madre.
Luna derramó unas cuantas lágrimas. Había ocultado su esencia con aquella posición. Era lo único que le había salido bien del plan.
—Te amo tanto, mi bebé — susurró con voz entre cortada. Tocó el timbre y a los segundos apareció un hombre robusto por la entrada. Luna se coloco la capucha y habló
—He encontrado a esta niña por el sendero. No puedo encargarme de ella—
El hombre la miró interrogante, pero terminó accediendo. Abrió la reja y tomó a la pequeña en brazos. Luna la miró tristemente y en ese instante prometió volver a verse.
Se cerró la reja y ella sin mirar hacia tras, corrió para enfrentar y ayudar a su esposo. Después de todo, ya su hija estaba a salvo.
Todo volvió a la normalidad. Pudieron derrotar a todos aquella noche.
Luna ni su esposo supieron más de su pequeña —ni de ellos mismos— Y para todos era lo mejor —O eso fue lo que pensaron —
El primer año que la niña cumplió en el orfanato. Luna mandó a una bebé que contenía la misma edad de su hija para que la protegiera, y que cuando fuera el momento adecuado. La hiciera volver al mundo que la pertenecía.
Después de todo, su bebé era la más poderosa.
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Sangre joven: El comienzo de una nueva era.
FantasíaPRIMER LIBRO DE LA TRILOGÍA. La inigualable Anairam debe enfrentarse a cosas que dió por hecho que solo existían en los cuentos, sin darse cuenta que ella es parte esencial de este embrollo al que pertenece. Deberá superar traiciones y no fiarse de...