Entre tus brazos

Episodio 11

Hinata siempre venia los viernes en la noche y se quedaba hasta la mañana del domingo.

Y nuestra relación había mejorado bastante, había aumentado la química entre nosotros pero por alguna razón todavía seguíamos sin darle algún nombre. Nuestra relación se basaba en besarnos en la cocina, en las mañanas, y en el patio. Hasta ese entonces no llegabamos a más.

Pero cada vez que te veía me hacías desearte más como si te tratases de una droga y yo fuera un vicioso de ella.

Un día viernes te esperé ansioso, porque tenía demasiadas ganas de verte, de contarte los malos días que había tenido y las cosas buenas. Y es que además de besarnos éramos mejores amigos.

Papá me decía que estaba loco y tonto por no darme cuenta. Yo era bien menso y no le entendía.

Ese día no llegaste y yo comencé a preocuparme. Al día siguiente decidí llamarte pero no contestabas. Estaba atemorizado, tenía que salir a buscarte, pero justo ese día papá volvió a olvidar con mayor intensidad. Y preferí buscarte después que mejorara

Pero papá no mejoró, estaba mal, asustado, triste y destruido. El doctor comenzó a venir más seguido hasta que optó por quedarse a vivir para cuidarlo.

Pero aún así no estaba tranquilo, Hinata tú me entregabas esa calma que nadie más podía.

Había llamado a Sasuke y a Sakura para saber si sabían de ti pero ninguno lo sabía y estaban igual de preocupados que yo

Y un día papá volvió a recordar, no todo pero sí más que antes, después de un mes. Fue entonces que decidí ir a buscarte, a saber qué sucedía contigo, qué te había ocurrido.

Cuando llegué a tu casa, se veía vacía como si durante mucho tiempo la persona que viviese ahí se hubiera ido, en este caso eras tú. Me senté en el cemento de ahí y me quedé durante dos horas esperando una señal que creía ya perdida. Subí a mi auto frustrado por no saber aún de ti, así que fui a casa de papá y ahí en la entrada estabas tú.

-¡Hinata! -te llamé al bajar del auto, esperaba que no fuera una ilusión y con toda la fuerza pedí que fueras tú. Exactamente eras tú, corriste a mis brazos y me besaste. No atiné a nada sólo te besé y te abracé con más eufividad.

-Perdón - me dijiste entre besos

Ese día te quedaste viviendo conmigo, te pregunté en cada oportunidad que encontraba para saber que había sucedido contigo. Sólo me sonreía y cambiabas el tema.

Pero me preocupabas. Así que un día que me llamaste a tomar desayuno como todas las mañanas me armé de valor.

Había armado todo un plan, ya tenía la hora en que cada mañana venías para avisarme que estaba listo el desayuno así que coloqué una alarma para poder seguir con el plan al pie de la letra, luego vendrías y me dirías todo después de haberte hecho hablar.

-Narutooo-arrastraste la o-Tu papá acaba de recordar todo-me sonreíste y antes de abandonar la habitación te tomé del brazo. Cerré la puerta con seguro y te abracé.

-Ya han pasado 2 semanas ¿Cuándo me dirás?

No forcejeaste, de hecho comenzaste a relajarte, comenzabas a llorar, lo supe porque en mi polera sentía algo húmedo y luego tus llantos me lo confirmaron

-Mi primo Neji ha muerto-lo dijiste bastante rápido como queriendo olvidar el tema, pero lo entendía y me sentía miserable porque tú siempre estuviste ahí y yo no había hecho nada

-Yo no lo sabía, perdón... ¿Cómo es que Sasuke no lo sabía?

-Porque Sasuke... Sasuke no es realmente mi primo, es como mi primo lejano. Y eso sólo lo quisimos mantener en familia. La cercana.

Me quedé en silencio, sabía lo que era perder a alguien, pero desgraciadamente no habían palabras que pudieran aliviar ese dolor

Tú seguiste llorando en mis brazos, y yo te abrazaba

-Naruto perdón - me decías entre llantos

-¿Qué? ¿Por qué? No Hina, oye-te dije levantando tu rostro a una altura prudente para que pudieras verme.

Vi tus ojos llenos de lágrimas, rojizos por las lágrimas que amenazaban con no acabar tu semblante derrochador de tristeza.

No encontraba palabras para decirte Hinata, sólo pude decirte unas que otras pero estoy seguro que no fueron lo suficiente para ti

-Hinata, escúchame, siempre que ocurra algo no dudes en avisarme, yo estoy para ti como tú lo estás para mí, no pienso abandonarte. Sólo sé fuerte muy fuerte

Estuvimos alrededor de unos 10 minutos así abrazados y tú llorando, hasta que tus lágrimas cesaron o capaz te quedaste sin lágrimas que botar.