05.- Exilio

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Augusta Longbottom era una venerable viuda a ojos de toda la sociedad mágica, pero lo que nadie sabía era que su difunto marido la había entrenado como si fuera una Auror. Su esposo Patrick había sido un Auror de elite que luego se retiró y fue llamado nuevamente, pero como entrenador.

Su hijo Frank tenía cinco años cuando Patrick empezó a entrenar a Augusta y en su esposa encontró a su alma gemela en cuanto a combate, se había casado con ella por que había sido un arreglo entre sus familias, luego la convivencia los convirtió en amigos y unos tibios amantes, pero verla tan combativa, casi como una guerrera celta... ese día, Patrick se enamoro perdidamente de su esposa.

Eso metió mucha más presión en él para entrenarla y que todo su potencial mágico llegará a su máximo. Ella sería el último bastión de su familia si algo le llegaba a suceder a él. La muerte de Patrick fue un misterio ya que desapareció durante los años previos a la primera guerra mágica. Augusta supo que estaba muerto cuando su anillo, una reliquia de la familia Longbottom, dejo de brillar. Era la señal de que su hijo Frank era el nuevo cabeza de familia, y eso solo pasaba si el anterior fallecía.

Frank Longbottom tenía apenas 10 años cuando eso paso y la guerra mágica por fin se había desatado, aunque aun no alcanzaba su apogeo.

Augusta siguió entrenando a escondidas de todos y también empezó a entrenar a Frank, así que solo su difunto esposo sabía sobre sus habilidades y ahora su hijo, su marido la había entrenado en cada arte mágica posible, incluidas algunas oscuras, para usar en caso de emergencia. Años después, Augusta era la abuela más feliz cargando a su pequeño Neville, Frank y su nuera, Alice, eran su máximo tesoro junto con el pequeño. Luego nuevamente la desgracia toco a su puerta y Alice y Frank terminaron en San Mungo.

El anillo de Alice dejo de brillar, indicando que la magia había decidido que Frank ya no estaba vivo, aunque su cuerpo si lo estuviera, y el pequeño Neville era el nuevo cabeza de su familia. Ella juro el día que Frank y Alice entraron en San Mungo de forma permanente que protegería a Neville de todo peligro, aunque Neville llegara a odiarla por eso.

No fue sorpresa cuando sus bien afinados instintos le indicaron peligro ante la inesperada visita de Albus Dumbledore.

—Augusta, espero mi visita no sea en un mal momento—Ni a Augusta ni a Patrick les gustaba Dumbledore, pero cuando Voldemort empezó la guerra, se convirtió en su mejor oportunidad hasta que llegó Harry Potter y la dimisión del antiguo señor oscuro.

—No es molestia Dumbledore, adelante ¿Té? —Augusta llamó a uno de sus elfos y le pidió un servicio de té e hizo que Dumbledore pasara a uno de los salones pequeños.

Hablaron media hora aproximadamente de temas intrascendentes antes de que Dumbledore hablara sobre lo que en realidad quería.

—Augusta, tengo que decirte algo que podría sorprenderte. Creo que tu pequeño Neville es El Elegido, el que marca la profecía—.

—Dumbledore, ese era el pequeño Harry, la dimisión del señor oscuro es la prueba—.

—Me temo que eso no es del todo cierto. La profecía marca el fin del señor oscuro, pero dice también que uno no puede vivir mientras exista el otro. Voldemort no murió, ni Harry, así que temo que no es lo último que hemos visto de Voldemort—.

—¿Por qué crees entonces que mi nieto es El Elegido? ¿Acaso no habías dicho tu mismo que era el pequeño Potter? —.

—Me temo que no soy infalible Augusta, mi percepción era que Harry era el candidato más obvio y seguí esa corazonada, pero dado que Voldemort sigue vivo, tengo que rectificar mi error y decirte que Neville es el marcado por la profecía—Augusta sintió el golpe de la maldición y empezó a sentir sus efectos rápidamente. La maldición Imperius.

Deus Ex MachinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora