07.- El círculo del infierno

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El sábado trajo una serie de eventos imprevistos. El primero de ellos era que Harry parecía un duendecillo de Cornualles luego de saber que habría un niño de su edad con quién jugar. Madame Longbottom solo le había comentado que tenía un nieto de su edad, no que su nieto tenia casi su mismo cumpleaños, por solo un día. Harry estaba pensando que serían los mejores amigos "por siempre y para siempre". Lo único que le molesto al pequeño era que debía dejar a Nagini en casa, ya que su padre le explico que no a todas las personas les gustaban las serpientes.

Además de la actitud "me comí un kilo de azúcar" de Harry, Orión y John estaban determinados a ir a la cita de trabajo de Razvan. Más que nada para apoyar con su magia y su sangre. Razvan no pudo menospreciar la ayuda, ya que la sangre de "John" era muy poderosa para protecciones de "manadas" mientras la de "Orión" confería una especie de "aumento" significativo a cualquier barrera que se erigiera.

Lo último de los eventos imprevistos, era que Harry seguía construyendo esas varitas con diversos materiales. Su última "artesanía" parecía una rama hueca hecha de nogal (Razvan supo donde acabó su lindo mueble antiguo recién comprado [un escritorio] y que perdió un trozo de una pata), hasta que sintió un pulso de magia muy fuerte dentro de la "ramita". ¡Harry había conseguido un pelo de Thestral! El "núcleo" de la varita casera era un pelo de Thestral, probablemente conseguido de una de sus muchas excursiones que ambos hacían al campo para jugar al aire libre y enseñarle diversos ingredientes de pociones y criaturas a Harry.

Cómo Harry conseguía el favor de todas esas criaturas mágicas, era un misterio. El cabello de veela resultó ser genuino, no de una chica medio-veela, sino realmente una veela, escamas de Nagini, plumas de Hedwig, una de sus varitas tenía polvo de duendecillos y otra más, crines de Kelpie; seguramente del día que fueron con Orión y John a pescar en aquel río. Luego estaba el asunto de donde obtenía la madera. Los Bowtruckles no se distinguían por permitir a nadie, obtener madera de sus árboles libremente, y casi cada árbol que se ocupaba para varitas tenía una colonia de Bowtruckles seguramente. Harry simplemente iba y arrancaba ramitas como si fuera algo habitual.

Si eso no fuera suficiente misterio, estaba el cómo Harry lograba conectar los núcleos a la madera. Razvan incluso le pidió que le mostrara como las hacía, pero fuera de ahuecar la madera y luego insertar el "núcleo" y al final, ponerle pegamento y una tapita de la misma madera, no había nada más que indicara una "verdadera" fabricación de una varita. Los fabricantes como Ollivander o Gregorovitch eran muy delicados y cuidadosos en la fabricación de varitas y además de los materiales, cuidaban la forma en que se unía con la madera seleccionada y un sinfín de hechizos varios para proteger el núcleo y armonizar con la madera, repeler el agua, darle resistencia a la madera, etc.

—¿Crees que le guste su regalo? —Preguntaba Harry por enésima vez esa mañana.

—No veo por qué no deba gustarle tu regalo Harry—Razvan y Harry ya solo esperaban a que llegaran Orión y John.

Los aludidos llegaron unos minutos justo después de que Harry volvió a preguntar si al niño Longbottom le gustaría su regalo.

—¡Cachorro! —.

—¡Padrino! ¡Johnny! —Harry corrió y abrazo primero a Orión y luego a John.

—Estábamos por irnos sin ustedes—.

—Ni de chiste—Dijo Orión agarrando el traslador y luego lo agarro John.

—Harry, toma el traslador—.

—Si papi—El pequeño aferró con una manita el traslador y con otra la caja con su regalo para el nieto de Augusta.

Harry odiaba los trasladores pero aprendió a tolerarlos como toleraba cuando viajaban en transporte público, ya que su padre se negaba rotundamente a aprender a manejar uno de esos "cacharros de metal con ruedas" y las veces que hacían incursiones al mundo muggle, tenían que hacer uso de los medios de transporte tradicionales muggle... lo que se traducía en que Razvan prefería pagar taxi que ir en un autobús o el subterráneo.

Deus Ex MachinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora