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-¡¿No podías llamarme en vez de colarte en mi habitación por la ventana?! - dije. ¿Es que no tiene cabeza o qué?
-Sé que me ignorarías - dijo. Se levantó y se acercó a mi. Se acercó tanto que sentía su aliento en mi cara. Me entraron ganas de darle una patada en los huevos. ¿Qué? Había entrado sin permiso en mi casa, eso es allanamiento de morada.
-No flirtees conmigo. No funcionaría - le fulminé con la mirada y fui hacia mi móvil. Sorprendentemente, fue más rápido que yo y lo cogió.
-¿Qué quieres? - pregunté. No lo entiendo.
-A ti - dijo él. Bien. Parece que íbamos a ir por las malas. Me acerqué a él y le di una puñetazo en la cara. Soltó el móvil, lo cogí y vi que el muy cabrón había quitado la batería.
Se rió secamente, alzó la mirada, se veía que le había hecho un moratón en la mandíbula.
-Así no ganamos nada. ¿Por qué no me das lo que quiero y me dejas ir? - dijo. Suspiré. Yo no le doy a nadie nada que no quiero que se lo quede y dejo que se vaya de rositas.
-Ya, que te lo has creído - se escondió la batería en el bolsillo del... culo. Después, me cogió los brazos y me arrinconó en la pared.
-Oh, venga, sólo quiero un pico. La otra noche me dejastes con ganas - dijo. Mierda, no me acuerdo de nada de lo de esa noche. Bueno, al menos no hize nada de lo que me arripintiese. Creo.
-Ah, ¿sí? Pues te vas a quedar con las mismas ganas - dije. Me acerqué a él lo suficiente como para que nuestros labios quedasen a un centímetro y me alejé de el. Me dejó ir, le quité la batería de sus pantalones y cogí el móvil del suelo, le puse la batería y lo encendí. Puto móvil de mierda que tarda un huevo en encenderse.
-Si no quieres que llame a la policía, o que te de una paliza, vete ahora - le advertí. Sabía que no me iba a hacer caso, con todos los tíos es igual, como son todos unos imbéciles, pues todos piensan igual.
-No me iré hasta que no consiga lo que quiero - me respondió con una sonrisa de niño malo.
-Puede que otras chicas hagan lo que tú quieras, pero lo siento, no soy una de ellas, vete si no quieres que te rompa algo - Dios, en serio, ¿por qué no se iba? Ah, ahora que me acuerdo -. Pero si me respondes a todas mis preguntas tal vez lo haga... - siempre funciona. Al menos en las pelis...
-Vale, pero me lo tienes que prometer - dijo. Ja.  A mi las promesas me dan igual. No soy de esas personas que tienen que cumplir todas y cada una de las promesas que han hecho o si no, se deprimen o lo que sea. Puedo soportar la carga.
-Vale... - dije. Ja, que lo iba a besarle. No, ¿no? No. ¿No? Ay, ya no sé lo que quiero. - Em... no sé, ¿cómo demonios has subido un tercer piso por la ventana?
-Escalando - lo dijo más como una pregunta que como una respuesta.
-¿Y cómo no te has matado? - dije - ¿Tienes súper-poderes? ¿Eres spider-man o qué?
-Llámalo cómo quieras - dijo.
-¿Y por qué quieres un beso? ¿Para fardar de ello? - pregunté. Pues si era sólo para eso, paso. Puede que me esté suavizando, pero seguro que era sólo por eso por lo que querrá el beso. Seguro.
-No, no es por eso - dijo. Mierda.
-¿Y si no lo hago qué pasará? - pregunté. Espero que nunca sepa lo que me pasa con mis promesas. Desde hace unos años, mi madre-no-biológica me prometió un juguete o algo y nunca me lo dio. Desde entonces mis promesas se ven incumplidas. A menos que me lo jures por mi hermana.
-No quieras saberlo - dijo. Pues sí, sí quería saberlo. De repente se oye la puerta principal abriéndose y Scott me cogió la cara con las manos y me produció un calor familiar que me recorrió por el cuerpo y me dio un rápido beso.
-Yo siempre consigo lo que quiero - susurro. Fue lo último que escuche después de que saliese por la ventana. Sí, saltando como si fuese un balcón a ras de suelo. Me acerqué corriendo por si le había pasado algo, pero pensé que mi prima me preguntaría algo a lo que no tengo respuesta, me asomé por mi puerta para ver el pasillo.
Lo raro es que no era Luce. Era uno de mis ex, más concretamente, el último.
-¿SE PUEDE SABER QUÉ HACES AQUÍ Y CÓMO HAS ENTRADO? - vaya tarde estaba teniendo. Ah, tengo que hacer la maleta para la uni, que no se me olvide. Me levanté furiosa. Tenía un ramo de flores raras.
-Quiero que volvamos, lo que hize estuvo mal, lo sé pero... - le interrumpí cerrándole la puerta en las narizes. Hala, problema solucionado. Ding, dong. Ay...
-Que sepas que no te voy a abrir - grité para que me oyese bien. Se oyeron como seis ding dong antes de que se abriese la puerta.
-TE HE DICHO QUE NO... - ahora sí era ella - oh, hola, Luce.
-¿Por qué has dicho eso? - preguntó. Se habrá ido.
-Esto... ha venido Luke pidiéndome que volviésemos - dije, ja, vaya diíta estaba teniendo. Que si un desconocido se cuela en mi casa y me besa, que si la resaca, que si mi ex me pide volver, que si la uni... tengo que hacer la maleta.
- Bueno, Luce, ahora no puedo entretenerme, que ya son las... - miré el reloj. Mierda - las siete y no quiero estar hasta las tres de la madrugada haciendo la maleta.
-Claro, claro, no te entretengo, luego hablamos - dijo Luce. Ay, me encantaba esta chica, las cazaba al vuelo.
Me fui a mi habitación e hize, al fin, la maleta. Tardé un poco en hacerla, aunque no había mucha variedad de ropa. Ya sabéis lo que decían hace unas décadas del negro. Que si era para funerales, no se qué. Bueno, para mi sigue siendo para funerales. Según la familia de mi madre biólogica, tenías que llevar negro durante diez años. Los llevé, aunque a los diez años me fugué y decidí llevar negro por la vida que abandoné por... no sé, ¿toda mi vida? Así que por eso normalmente voy de negro. Blanco si eso.
Llamé a Hope cuanto antes para contarle todo lo de esta tarde.
-A ver, a ver, a ver, a ver, a ver, a ver, ¿me estás diciendo que Scott Saunders se coló en tu habitación y te besó? ¿Así sin más? Joder, qué potra tienes, jodida - dijo.
-Ya, bueno, una suerte de mierda, ¿por qué querría un pico? - dije. No creía que me estuviese contando la verdad de todas maneras.
-Vamos a ver. Saunders nunca se arrastra por una tía. Nunca. ¿Y te preguntas que por qué quería un pico? ¿De verdad? Oye, ¿qué...? - dijo, la interrumpí. ¿Nunca?
-Un momento, ¿Scott nunca...? - ¿de verdad? Sigo sin creérmelo. - ¿Ni si quiera por una?
-Ninguna que yo no conozca - dijo. La sentí guiñar el ojo al otro lado de la línea. Ay. - ¿Ya has hecho la maleta?
-No, Hope, no te voy a prestar maletas ni nada por el estilo, que te conozco. Y sí, ya la he hecho y no me han sobrado ninguna maleta. Ni un centímetro - dije. Sé lo que Hope hace y no se lo voy a permitir ni una sola vez más. Ya estoy harta.
-Jo, vale... adiós, que tengo que hacer la mía, ¿mañana te pasamos a recoger a las diez? - dijo. Sí, Dios, al fin ganaba una pelea.
-Vale, adiós, Hope - dije.
Mañana iba a ser o un gran día o una mierda de día. Yo lo decidía. O no.

La Chica De NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora